Poeta, prosista, traductor, ensayista y dandy, Luis Antonio De Villena (Madrid, 1951) gusta de describirse a sí mismo como visitante del fenómeno de la Movida madrileña, no participante ni protagonista.
"La Transición tenía mucha más fuerza, fue mucho más pura, el ingrediente cultural y rebelde era mucho más fuerte. Lo que pasa es que el país era más pobre. Sí, la Movida produjo un discurso rompedor, un poco rebelde, pero también muy frívolo, un ingrediente que la etapa de la Transición no había tenido".
En una abundaban lo llamados progres y en la otra los modernos. Los primeros eran gente comprometida, por ejemplo los cantautores, como Luis Pastor.
Sobre los inicios, el origen de la palabra y la producción cultural
"El galerista de arte Fernando Vijande, que ya murió de SIDA y que en aquel tiempo era muy famoso y moderno, organizó por primera vez en España una retrospectiva de Andy Warhol, y Warhol vino en enero de 1983 a inaugurarla. Por supuesto, él no tenía ni idea de qué era la Movida ni sabía nada de eso, de hecho todavía ni se llamaba Movida. Pero en una cena que se dio en su honor en el palacio de la familia March, después hubo una fiesta en la parte baja del palacio y ahí entró todo el mundo de la Movida. Fue como su bautizo. Y Warhol, su padrino", recuerda el escritor. En la fiesta, Fabio McNamara, compañero de carrera musical de Pedro Almodóvar, se tiró a la piscina apenas entró en la fiesta y, para su regocijo, acto seguido un mayordomo le extendió un albornoz.
Según De Villena, el origen etimológico de la palabra movida es simple.
"La Movida en realidad es un sustantivo común. Te decían, 'Ve esta noche a tal sitio, que va a haber una gran movida', o 'Vete a este otro, que va a haber una movida estupenda'. A partir de ahí, cuando ya había muchas 'movidas', pasó a llamarse ya la Movida con mayúscula".
"Pero eso fue después. Inicialmente, los protagonistas de la Movida eran chicos y chicas anónimos que iban a todas partes, iban allá donde había modernidad. Es lo que buscaban: modernidad. Así como en otras partes de España se buscaban otras cosas, como nacionalismos, las raíces y todo ese discurso que ahora ha dado un resultado tan espantoso, un nacionalismo cateto, a mi entender. Pero como en Madrid no había nada de eso, se buscó la modernidad, ser muy moderno. Por ese lado fue algo positivo. Pero por otro, por ejemplo, no produjo nada de literatura. Ninguna", asegura.
"Lo que pasa, es que siempre hay alguien que quiere sacar partido de todo y utilizar el cadáver, y eso es muy feo, intentar vivir de los restos de la Movida. Que conste que esto lo ha hecho hasta Alaska, aunque ella sí fue una de sus cabezas visibles", incide en su explicación, abundando en que el fenómeno se asemejaba a un iceberg del que asomaban tres cabezas: Alaska (de Alaska y Los Pegamoides), Almodóvar y Carlos Berlanga (ya fallecido, hijo del director de cine español Luis García Berlanga). "Carlos Berlanga fue el autor más insigne de las canciones de la Movida", dice, "pero escritores no hubo ni uno. El único que escribió un libro fui yo y porque me lo encargó la editorial Planeta, una ficción con mucho de crónica, y fue años después".
A este respecto, el de las letras, Luis Antonio De Villena piensa que la Movida fue ante todo periodismo (en revistas como Madrid Me Mata, La Luna y otras). "La literatura de la Movida se hizo después de la Movida. Lo que hubo fue, esencialmente, música (es decir, grupos musicales con sus propias letras), fotografía (que fue buena) y cine, capitaneado básicamente por Almodóvar, que entonces no era el de ahora; era poco conocido y bastante accesible.
"Ese público era la Movida, eran los que hacían bueno el término. Era gente que iba allá donde hubiera una movida que mereciera la pena estar".
"La Movida eran canciones, cine, fotografías y algo de pintura, con Ceesepe y las Costus. Alaska figuraba mucho como imagen, pero lo que cantaba se lo escribía Carlos Berlanga. Aquello de Tengo el cuerpo muy mal, pero tengo una gran vida social, era obra de Carlitos Berlanga, uno de los himnos", remata.
Sobre el fin de la Movida
El consumo de drogas como la cocaína y, en menor medida, la heroína y el SIDA que muchas veces conllevaba, aceleró el fallecimiento de muchos de sus protagonistas.También, una atmósfera de decadencia se empezó a cernir en los estertores de la década de los ochenta.
“Manuel Piña, tiró el porro al cenicero, me miró, y me dijo una frase que luego yo anoté: 'Madrid ha muerto'. Años después me sirvió para titular una novela que yo escribí en 1999 sobre la Movida".
"En esa fiesta, un chico preguntó a Almodóvar qué sería hoy de Patidifusa. Y Almodóvar contestó: 'Hoy Patidifusa habría muerto'. Ahí me quedó claro que ese mundo se había acabado. Eso es lo que le pasó a la Movida; como suele decirse, entre todos la mataron y ella sola se murió", cuenta poniendo fecha, lugar y frases al deceso del fenómeno.
Sobre la ausencia de actos conmemorativos
Pasados ya cuarenta años, el panorama de la rebeldía transgresora ha dado paso al de la institucionalización. Tal es el ejemplo de Alaska, quien antes de recibir en 2015 la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes por parte del Ministerio de Cultura, ya había sido habitual colaboradora de programas radiofónicos de la emisora COPE, gestionada por la nomenclatura eclesiástica de España, o de programas televisivos como Lluvia de Estrellas. "Es penoso que ya hayan muerto muchos y no puedan testimoniar aquello. Y a Almodóvar aquel mundo ya no le interesa nada. Por otro lado, hay quien se arroga el papel de protagonista cuando no fue protagonista", se queja el escritor.