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Migrantes, ¿los brazos de Europa?

Enfrentados. Así están varios países europeos, donde Italia, España y Francia están entre los que más. Mientras, Alemania parece mirar hacia otro lado, como que la cosa no va con ellos, cuando en 2015 la canciller, Angela Merkel, fungió de llamador directo para los desplazados, situación que aprovecharon quienes no provienen de países en conflicto.
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El Mediterráneo se está tragando las buenas formas de la Unión Europea. Y es que la crisis, de varios tipos y calibres que ha desatado el último episodio migratorio a bordo del 'Open Arms', ha llegado a tales extremos que la ministra de Defensa en funciones de España, Margarita Robles, calificó como "vergüenza para la humanidad" a la actuación del vicepresidente y ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, en esta crisis.

España acogerá a 15 migrantes del Open Arms
Se trata de una situación muy complicada y multidimensional, según Arturo Gal, profesor de la Universidad Friedrich Schiller de Jena en Alemania. "Es una situación multifacética en donde no solamente nos metemos en el ámbito del derecho internacional, sino también sobre todo en la política de facto en el realpolitik —como decimos en Alemania— internacional y en las relaciones de los países, sobre todo en lo que comprende a la Unión Europea".

No obstante, las soluciones dadas por el presidente en funciones del Gobierno de España, Pedro Sánchez, el pasado fin de semana, provocó reacciones negativas en las autoridades autonómicas de los destinos que ofreció, y el beneplácito de Salvini, en un contrapunto que ya tiene su historia. Y también un rifirrafe entre todas las partes, incluido el Open Arms.

"Una cosa es lo que se habla entre Gobiernos, y otra cosa es lo que se filtra, y lo que realmente se habla y no se habla. […] Entre ellos 'se están pasando la bolita'. Italia alega que se ha pronunciado en contra de este flujo migratorio a la usanza en que lo maneja la UE", observa Gal.

Europa: ¿un buen migrante es aquel que no llega?
El profesor explica que los países europeos tienen intereses nacionales que se interponen o se solapan con el interés comunitario europeo, "y este es el resultado de toda esta fractura que hay en el seno de la UE que pasa por la imposición de los países más desarrollados en el centro de Europa, Alemania y Francia, a la periferia europea que está pagando los platos rotos, no sólo en la situación en el terreno, sino también en el estigma del racismo, la xenofobia con la que se les ha tildado en muchos medios occidentales", concluye Arturo Gal.

 

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