Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se dirigió duramente hacia el Fondo Monetario Internacional (FMI) después de que este ajustara a la baja la tasa de crecimiento esperada para la economía de México durante 2019, de 1.6% a 0.9%.
Tras la previsión negativa del Fondo, otros organismos multilaterales alzaron también la voz para criticar este crecimiento esperado de menos de 1%, que sería el peor inicio económico de los últimos cuatro Gobiernos mexicanos.
Para el Fondo, los motivos de este ajuste a la baja del crecimiento se fundan en la debilidad de la inversión privada en el país así como a la desaceleración en el consumo del mercado interno. Junto a eso, advirtió que existe un deterioro de confianza en el Gobierno actual, ligado al fuerte endeudamiento público.
López Obrador respondió argumentando que el FMI no tiene "calidad moral" para expresar esa desconfianza. Sostuvo que él tampoco respalda las proyecciones realizadas por el organismo de crédito e insistió que el crecimiento de la economía será de 2% anual.
Acto seguido, convocó a expertos del Fondo, a quienes calificó como "tecnócratas y nostálgicos del neoliberalismo," a diferenciar los conceptos de crecimiento y desarrollo.
Para AMLO, el Fondo tendría que manifestar: "Lo que propusimos fue un fracaso y causamos un grave daño a los mexicanos porque dijimos que con la privatización iba a haber un crecimiento y que iba a haber empleo".
¿Cuál es la historia de la deuda mexicana?
La tensión entre México y los organismos multilaterales de crédito no es nueva e incluso fue estudiada por el historiador belga Éric Toussaint, que en su libroBanco Mundial: el Golpe de Estado permanente, da cuenta de cómo el Banco Mundial tuvo una participación clave en el endeudamiento público de México a partir de 1970.
Entre 1973 y 1981, los préstamos del Banco Mundial a México se multiplicaron por cuatro, pasando de 118 millones de dólares a 460 millones.
Con el aval del BM, el país se endeudó también con bancos privados —mayormente norteamericanos, repasa Toussaint— por montos diez veces mayores al monto adeudado al organismo. Para 1982, el Gobierno mexicano le debía dinero a 550 bancos privados.
"Mientras, entre 1974 y 1976, la situación de las finanzas públicas se deterioraba gravemente y las señales de alerta se encendían, el Banco Mundial empujaba a México a seguir endeudándose" explicó Toussaint.
En 1981, el BM concedió el préstamo más grande al país desde 1946: 1.100 millones de dólares, entregados en el correr de los años siguientes.
La explosión llegó en agosto de 1982, cuando el Gobierno mexicano anunció que no estaba en condiciones de seguir pagando la deuda externa y decretó una moratoria de seis meses.
A eso, el Fondo Monetario Internacional respondió que ellos podían volver a inyectar dinero en la economía mediante un nuevo préstamo, si ese dinero se utilizaba para pagar a la banca privada y se aceptaba aplicar "medidas de choque de ajuste estructural".
México las aceptó. A partir de 1982, estas dos condiciones se mantuvieron para seguir recibiendo dinero del Fondo Monetario Internacional.
Toussaint consigna que el FMI se ha valido de la deuda de los países para dirigir sus políticas internas.
Actualmente, además, utiliza el propio endeudamiento para cuestionar al Gobierno de López Obrador.