"La investigación de los eventos del 20 y el 21 de junio continuará en relación a los artículos de sublevación e intentos de derrocar el poder", dijo el ente al señalar que la investigación demostró implicación de ciertos individuos en los intentos de golpe de Estado.
Al principio las protestas se investigaron en relación a la organización de disturbios masivos.
Los cargos de rebeldía e intentos de golpe de Estado se castigan con penas de hasta 6 y 20 años de prisión, respectivamente.
Según la Fiscalía General, la primera fase de protestas tuvo por objetivo asediar el Parlamento para luego usurpar el poder.
Las protestas se desataron el 20 de junio, después de que durante la apertura de la 26 sesión de la Asamblea Interparlamentaria de la Ortodoxia (AIO), que aglutina a las delegaciones de 25 países, un grupo de radicales irrumpiera en el Parlamento georgiano y atacara al presidente del organismo internacional, el legislador ruso Serguéi Gavrílov.
A los activistas radicales de la oposición les escandalizó que el diputado ruso, al que algunos medios georgianos acusan de haber apoyado a los separatistas abjasios (algo que él mismo negó), se sentara en el sillón del presidente durante el foro.
Las protestas se saldaron con unos 240 heridos y más de 300 detenidos.
La presidenta georgiana, Salomé Zurabishvili, llamó a Rusia "país enemigo" y dijo que Moscú está interesado en dividir a la opinión pública georgiana.
Moscú rechazó categóricamente estas declaraciones y condenó la agresión contra la delegación rusa, que catalogó de "provocación rusófoba".
Georgia rompió las relaciones diplomáticas con Rusia en 2008 tras el reconocimiento de la secesión de Abjasia y de otra antigua autonomía, Osetia del Sur.