Hay un sitio en el Pacífico mexicano donde viven monstruos que pueden sobrepasar los 20 metros de altura y pesar más de 800 toneladas. Hay quienes se atreven a enfrentarlos arriesgándose a ser deglutidos y triturados por estas bestias de masa líquida. Muchos mueren.
"Anduve por olas de todo el mundo pero nunca encontré un 'beach break' [rompientes de playa] que tan poderoso como el que hay en Zicatela [Puerto Escondido, Oaxaca]. Da miedo, y eso es lo que hace especial a este sitio", dijo a Sputnik el nueve veces campeón nacional de surf Roberto Salinas Rebollar.
La reputación de estas playas convirtió a Puerto Escondido en una meca del surf a nivel mundial, y esto cambió el destino de la ciudad para siempre. A principios del siglo pasado se trataba de un pequeño pueblo de pescadores que contaba con un puerto utilizado para la exportación de café. Hacia la década de 1970 solo contaba con unos 400 residentes.
Por aquel entonces algunos surfistas de EEUU como Casey Higdon y Tim Hinkle comenzaron a frecuentar las las costas oaxaqueñas, y pronto las olas escondidas en Puerto captaron su atención. El surf puso el nombre de este sitio en el mapa.
Hacia la década del 80 los surfistas locales como Raúl Noyola, Eric Ramírez y los hermanos Salinas, entre otros, tomaron la posta: "Por aquellos tiempos Puerto era el lugar para hacerte famoso. Si agarrabas la ola del verano aquí saltabas a la fama", indicó Salinas.
Con este tipo de hazañas lograron que lo que en un tiempo había sido un pequeño pueblo de pescadores comenzara a transformarse en uno de los polos turísticos más importantes de México, el sexto país más visitado del mundo.
"Fuimos los que abrimos las puertas al surf mexicano. Hoy en día tenemos un campeón mundial, Jhony Corzo [oriundo de Puerto Escondido], y destacados surfistas a nivel mundial como 'Coco' Nogales, quien aprendió a surfear en estas aguas. Pero en nuestros tiempos era visto por la sociedad como un deporte de 'marihuanos' y era muy difícil conseguir patrocinadores", explicó Roberto, quien hoy tiene su propia marca de tablas 'Salinas Shapes'.
Comenzó a domar olas con poco más de ocho años. Pero no fue hasta los 12 que heredó su primera tabla de uno de sus hermanos mayores. "Estaba partida a la mitad y tuve que arreglarla", recuerda.
Pero para llegar al mar había otro obstáculo más difícil de superar, su padre, para quien el surf era "una actividad de vagos". Para poder practicar debía esconder su tabla fuera de la casa y escapar a hurtadillas.
"A mi me apasionaba y me iba sin permiso", sostuvo quien se transformara en uno de los campeones nacionales más jóvenes del país al lograr su primer título con apenas 16 años.
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Para cuando cumplió 20 algunas compañías comenzaron a fijarse en él, a pagarle algunos boletos de avión y a proveerle equipos. Pero siempre estaba en desventaja. "La vida no era fácil, los patrocinadores no nos daban dinero para comer bien y muchas veces dormíamos en el carro. Era difícil competir contra los gringos que tenían todas las facilidades. Estábamos mal comidos, mal dormidos y adentro del mar todo eso te afecta", contó.
Conoció olas de todo el mundo, recuerda con placer las de Francia, Portugal y España, pero ninguna como las de su propia tierra. "Las hay más grandes en el mundo, pero las de aquí no se comparan en poder", añadió este hombre de 48 años, que debido a las lesiones que estas olas le causaron en el cuerpo ya casi no surfea.
Puerto Escondido hoy es el hogar de más de 33.600 personas, y es la tercera ciudad con mayor caudal de turistas del estado de Oaxaca. Solo entre enero y abril de este año más de 250.000 personas visitaron sus costas. El turismo se transformó en la industria más importante del lugar, y es la fuente de trabajo de más de 15.500 personas, un 46% de la población, según datos de la Secretaría de Turismo (Sectur).
Sin embargo, el auge inmobiliario está amenazando con destruir el tesoro más valioso de antiguo pueblo pesquero y aquello que le valió renombre a nivel global. Las olas que se dan en este paraíso surfista, consideradas unas de las mejores siete del planeta, dependen de una gran cantidad de variables tan únicas como delicadas.
El oleaje que llega aquí nace a unos 8.000 kilómetros al sur, frente a las costas de Chile, donde se producen tormentas con vientos que alcanzan los 55 nudos. Las series de olas recorren un trayecto sin islas ni formaciones rocosas que interfieran en su camino hasta que embisten los bancos de arena en Zicatela.
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Estudios oceanográficos realizados por el Instituto de Oceanografía Scripps (SIO, por sus siglas en inglés) muestran cómo ese frágil equilibrio fue perturbado por la construcción de hoteles, carreteras y centros turísticos.
"La construcción de un muro marino alteró el flujo de sedimentos que construye los bancos de arena necesarios para crear la poderosa ola. La recuperación de estas formaciones tras grandes tormentas ahora toma mucho más tiempo. La edificación de un paseo marítimo y restaurantes frente a la playa provocaron la acumulacion de arena, y los hoteles de varios pisos bloquean los vientos que antes ayudaban a crear la ola perfecta", indica el documento.
"Antes todas las olas tenían buena forma, hoy eso cambió. Los políticos y empresarios no lo entienden y sus emprendimientos están destruyendo lo que hizo famoso a este lugar", explicó Salinas, quien pasó su vida observando los movimientos y las direcciones de las corrientes marinas.
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"El surf es mi vida. Sacrifiqué mucho para hacerlo, y todo lo que tengo es gracias a este deporte. Es triste pensar que todo esto se puede terminar", concluyó Roberto Salinas Rebollar.