En 1942, el ataque a dos barcos petroleros mexicanos sirvió como excusa perfecta para que el entonces presidente Manuel Ávila Camacho aceptara ingresar al conflicto bélico, que entonces llevaba tres años desarrollándose en Europa. Tras el episodio, el mandatario declaró la guerra a Alemania, Italia y Japón.
Hacia Filipinas
El grupo de reclutas fue enviado a EEUU para ser entrenado por el Ejército de ese país, tras la creación del Escuadrón 201 en julio de 1944.
"En la oscuridad nos quitaban todas las piezas de la ametralladora y teníamos que ahí mismo armarla", relató el ex combatiente, Fortino González, sobre el entrenamiento recibido, en el programa Sobrevivientes, de la TV Azteca.
Tras el entrenamiento, fueron llevados en barco desde el puerto de San Francisco, al norte del Estado de California (EEUU) hasta Manila, capital de las Filipinas. Este destino se ubica en la Isla de Luzón, a más de 13.000 kilómetros de distancia de la tierra de origen de los combatientes.
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"Íbamos en el barco 2.800 militares, la gran mayoría norteamericanos, todos con destino incierto", relató Sergio Carrillo a Sobrevivientes, otro ex integrante del Batallón 201.
"El barco iba zigzagueando continuamente, fue una travesía que duró 33 días de angustia y desesperación", contó.
En el frente
Todo era diferente para los mexicanos en el sureste del Pacífico, donde combatieron durante tres meses.
"Se nos acabó el agua, nos dieron un jabón para bañarnos con agua de mar pero quedaba uno peor, todo embarrado de ese jabón", contó González a TV Azteca.
En julio de 1945 tuvieron su primera misión en Filipinas, donde realizaban dos por día, en las que llegaron a atacar el actual Taiwán.
Los pilotos mexicanos estaban ahí para ejecutar la práctica que caracterizó a ese conflicto armado: los bombardeos aéreos que multiplicaron exponencialmente la cantidad de muertos, heridos y destrucción que causó el conflicto.