El asilo diplomático es una institución del Derecho Internacional con plena vigencia en América Latina. Esta figura consiste en que un país reciba —por ejemplo— en su Embajada a una persona que se considera perseguida por haber cometido un delito político y tema por su vida y su seguridad física.
Otros países no reconocen en absoluto este tipo de asilo, por lo cual puede resultar extraño ver cómo las estadías en embajadas se prolongan durante meses, e incluso años. Con la madurez institucional que ha adquirido América Latina en la segunda mitad del siglo XX, también allí ha dejado de ser tan usual.
Más información: Con la entrega de Assange, Ecuador busca complacer a los 'agentes económicos internacionales'
1. Víctor Raúl Haya de la Torre
El líder del Partido Aprista Peruano vivió durante casi cinco años en la Embajada de Colombia en Lima. En 1949, el político había pasado a la proscripción, durante un Gobierno militar al mando de Perú.
Así, se presentó ante la misión colombiana en Lima y pidió asilo. Bogotá decidió concederlo, al considerar a Haya de la Torre como un perseguido político. Para Perú, este no era el caso. Por eso, no emitió el salvoconducto que hubiera permitido que el dirigente aprista dejara el país.
Esta diferencia llevó a ambos países a la Corte Internacional de Justicia de La Haya en 1950. El organismo no negó que existieran la costumbre regional, pero se centró en aspectos procesales. Finalmente, falló que "que no formaba parte de sus funciones jurisdiccionales escoger entre los diversos modos por los que podía ponerse fin al asilo". Colombia, según el organismo, no estaba obligada a entregar a Haya de la Torre a las autoridades peruanas.
La presión internacional de figuras de gran peso ayudó a que el asunto se resolviera. Finalmente en 1954, Perú concedió el salvoconducto y Haya de la Torre pudo partir al exilio.
Más información: "Ni las dictaduras militares entraban en las embajadas"… ¿Qué significa la entrega de Assange?
Este caso fue esencial para que se perfeccionara el asilo diplomático y la mayoría de los países latinoamericanos aprobaran la Convención de Caracas de 1954, que establece un marco jurídico más claro.
2. Héctor J. Cámpora
Este dirigente peronista vivió en la Embajada de México en Buenos Aires durante más de tres años. Luego de un período de proscripción del partido de Juan Domingo Perón, en 1973 ganó las elecciones y luego renunció. Ese mismo año en septiembre Perón fue reelecto presidente, tras su regreso desde el exilio en España.
Cuando en 1976 los militares tomaron el poder, Cámpora debió pedir asilo en la legación mexicana. México decidió concedérselo, pero Argentina no emitió el salvoconducto necesario para su evacuación. Durante cerca de tres años, Cámpora vivió en la legación. Finalmente en 1980 se le permitió irse a México.
3. Juan Manuel Abal Medina
También peronista, este dirigente argentino estuvo durante casi seis años en la Embajada de México en Argentina desde 1976 hasta 1982. Finalmente, logró obtener el salvoconducto y llegó a territorio mexicano, donde permaneció un tiempo con su familia.
4. Manuel Zelaya