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Argentina: un Día de la Ciencia con ajuste y científicos en la calle

El Gobierno argentino volvió a reducir el presupuesto del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y en su último llamado dejó a más de 2.000 investigadores fuera. Luciana Nogueira, una de las científicas, habló con Sputnik sobre el efecto que los ajustes pueden tener en el desarrollo científico de Argentina.
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La comunidad científica argentina estalló en los últimos días al ver los resultados de la convocatoria para el ingreso a la carrera de 'investigador científico' en el Conicet, el organismo argentino dedicado a la promoción científica.

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En consonancia con las restricciones presupuestales resueltas por el Gobierno de Mauricio Macri, la convocatoria se abrió con un cupo máximo de 450 investigadores, repartidos en todas las ramas de la ciencia y con lugares reservados para los 'objetivos estratégicos' definidos por el Gobierno argentino.

El resultado fue que el 83% de los postulantes quedó fuera de la selección, es decir, más de 2.100 investigadores. Gran parte de los científicos excluidos ya venían desarrollando proyectos como becarios doctorales o postdoctorales en períodos de cinco y dos años respectivamente.

El Conicet fue creado por ley en 1958 con el propósito de fomentar el desarrollo de la ciencia, una actividad que estaba en boga en la sociedad argentina luego de que el argentino Bernardo Houssay obtuviera el Premio Nobel de Medicina en 1947. Otros dos argentinos fueron consagrados con el mismo galardón: César Milstein (Química, 1970) y Luis Federico Leloir (Medicina, 1970).

De hecho, Argentina es el único país de América Latina con más de un premio Nobel en ciencias (un venezolano recibió el de Medicina en 1980). A esos tres premios, se deben sumar otros dos a la Paz: en 1936 (Carlos Saavedra Lamas) y 1980 (Adolfo Pérez Esquivel).

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Houssay fue el primer presidente del organismo, que manejaba su propio presupuesto pero dependía administrativamente de la Presidencia de la Nación. Posteriormente pasaría a depender del Ministerio de Ciencia, que en los últimos años fue degradado a Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

Desde esa época y hasta el presente, el Conicet funciona en torno a la carrera de 'investigador científico y tecnológico', cuyos seleccionados constituyen la ‘plantilla permanente' de científicos dedicados a la investigación. El Conicet realiza convocatorias cada año para que los jóvenes investigadores que ya completaron sus becas puedan aspirar a integrar el organismo de forma estable.

En sus últimos dos años, el Gobierno de Cristina Fernández había dispuesto cupos de 900 ingresos. Incluso en esas oportunidades, la cantidad prevista no abarcaba el total de solicitudes. Pero la comunidad científica del país suramericano se alarmó aún más cuando la gestión de Mauricio Macri redujo el cupo a 450 en 2017. Tras un incremento a 600 en 2018, la convocatoria de 2019 volvió a admitir solamente 450 investigadores.

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Nogueira advirtió que, más allá de la cantidad de ingresos de cada año, a los científicos les preocupa la existencia de un cupo "que no contempla quiénes son los investigadores que vienen trabajando". Así, algunos becarios deben interrumpir líneas de investigación al no poder renovar su presencia en el Conicet.

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La científica, que también integra la Agrupación de Docentes e Investigadores de Izquierda, también cuestionó que el cupo se utilice para discriminar algunas áreas del conocimiento. Según apuntó, en la última convocatoria el 93% de los postulantes en Ciencias Sociales fue rechazado.

Los 'objetivos estratégicos' definidos por la Secretaría de Ciencia también despiertan las sospechas de los científicos. Al respecto, Nogueira aseguró que la decisión de vincular el desarrollo científico a la inversión privada, y no a la pública, provocó que todas las metas apunten "al agronegocio, la megaminería y la renta petrolera".

Si bien esta tendencia se arrastra incluso desde el final del Gobierno anterior, Nogueira aseguró que "desde que asumió 'Cambiemos' hay un ajuste brutal y cruel, pero sigue esa perspectiva de desarrollo científico para beneficio de las grande corporaciones y limitando el beneficio de las grandes mayorías".

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La acumulación de científicos rechazados por el Conicet plantea un problema importante para la comunidad científica argentina. Nogueira dividió el triste derrotero de ellos en tres grandes grupos:

"Hay un sector que se va al exterior a intentar una salida laboral como científico en otro país. Otro sector se dedica a la docencia en universidades o enseñanza media. Y otro, de carreras que no tienen mucha salida laboral, se rebuscan dando clases particulares u ofreciendo apoyo a otros investigadores en trabajos puntuales".

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Un cuarto grupo directamente debe enfrentar el desempleo, lamentó, algo que comienza a reiterarse con mayor frecuencia en Argentina.

La exclusividad que el Conicet exige a los becarios también implica un obstáculo para su reinserción en el mundo laboral, dado que al no poder desempeñarse profesionalmente en el sector privado mientras son becarios, se ven obligados a "empezar de cero" cuando son rechazados por el organismo.

De cara a un nuevo Día de la Ciencia en Argentina, conmemoración fijada para el 10 de abril por el nacimiento de Houssay, Nogueira consideró que "la capacidad de organización y movilización" de los trabajadores y científicos del Conicet es lo único que puede revertir los perjuicios al sector.

La investigadora recordó que las movilizaciones realizadas por científicos evitaron que el cupo se redujera ya en 2016.

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De todos modos, admitió que el interés de los nuevos científicos por acercarse al Conicet va disminuyendo, producto de la pérdida del poder adquisitivo de las becas otorgadas a los jóvenes investigadores, que además no tienen derechos laborales de ningún tipo.

"Lo que vemos es que si se potencia y se coordina con otros sectores, depende de los propios trabajadores torcer esta línea", aventuró.

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