David Hingst, un ingeniero de 56 años oriundo de Melbourne, denunció que Greg Short, el supervisor de la empresa constructora para la que el denunciante trabajaba, utilizaba sus flatulencias "como una forma de acoso".
"Me encontraba sentado con mi cara hacia la pared y él entraba a la habitación, que era pequeña y no tenía ventanas. Él comenzaba a expulsar flatulencias detrás de mí y se iba. Lo hacía cinco o seis veces por día", contó Hingst a la agencia de noticias australiana AAP.
Hingst también denunció que su jefe también lo acosaba a través del teléfono y se burlaba con gestos.
El acusado, por su parte, había dicho que expulsaba flatulencias a lo sumo "una o dos veces" y que no pretendían acosar a Hingst.
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En primera instancia, la Justicia australiana rechazó que las flatulencias fueran parte del juicio por acoso, intentando centrarse exclusivamente en las llamadas telefónicas y los gestos.
Sin embargo, Hingst apeló y espera un nuevo fallo para la próxima semana. El denunciante reclama una indemnización de 1,8 millones de dólares australianos (1,28 millones de dólares estadounidenses).