Muchos de los familiares de las personas aún no encontradas (según la última lista actualizada son 305 personas), se agolpan en busca de información en unas instalaciones educativas de la empresa minera Vale a las afueras de Brumadinho, donde se ha improvisado un centro de atención a las víctimas.
“Lo que podemos hacer en este momento es escuchar, ofrecer un hombro y un abrazo, las personas necesitan sacar la angustia que llevan dentro”, comentaba a Sputnik Camila Dias, una psicóloga que viajó desde Belo Horizonte, la capital del estado, para ayudar en cuanto se enteró de la tragedia.
Dias asegura que el sentimiento generalizado de los familiares es de negación de la realidad, porque muchos de ellos aún confían en que sus seres queridos pueden estar con vida, a pesar de que las probabilidades disminuyen con el paso del tiempo.
En ese centro de atención a las víctimas los familiares pueden verificar si sus seres queridos han sido encontrados y están en algún hospital de la región o si siguen desaparecidos, pero no reciben noticias sobre fallecidos.
Al margen de las psicólogas que atienden a los familiares, otras decenas de vecinos y voluntarios llegados de otras partes de Brasil ayudan en la distribución de agua y alimentos para los evacuados.
Este domingo por la mañana los bomberos y la Defensa Civil empezaron a desalojar a alrededor de 3.000 personas ante el riesgo inminente de rotura de una segunda represa, aunque la operación fue interrumpida a media tarde, cuando se detectó que el peligro había bajado.
La tragedia de Brumadinho desató una ola de solidaridad en todo Brasil, con decenas de ciudades recopilando víveres para las víctimas, pero el Gobierno de Minas Gerais informó este domingo que ya hay material suficiente para socorrer a las personas afectadas.
Temas relacionados: Paralizan evacuación de vecinos tras bajar riesgo de rotura de segunda presa en Brumadinho
Nueve integrantes de la ONG Arca da Fé Resgate Animal, formada en parte por estudiantes de veterinaria, llegaron desde Bauru (estado de São Paulo), a 700 kilómetros de distancia.
“Hemos venido para sumar, para rescatar al mayor número posible de animales”, aseguró a Sputnik Deborah Lopes, una de las voluntarias, que es consciente de los desafíos de su trabajo.
La mayoría de animales afectados son vacas de gran porte de las haciendas de la región y para sacarlas del barro serán necesarios equipamientos especiales, lo que dificulta aún más las tareas de rescate.