En los últimos años, la importancia de China para las economías latinoamericanas ha crecido, y Pekín se ha posicionado como uno de los principales socios comerciales —si no el primero— de muchos países de la región. Con la creciente relevancia del gigante asiático en el ámbito internacional, la región tiene el desafío de prepararse mejor para los desafíos geopolíticos que se vienen.
En concreto, la UNLa y la SWUST lanzaron dos tomos: 'China, América Latina y la geopolítica de la Nueva Ruta de la Seda' y 'China y Argentina: cooperación e intercambio en la Nueva Era de la reforma china', con una serie de ensayos académicos que analizan la actualidad de la relación birregional, pero también los desafíos que se presentan.
"Si hay algo que traducirles a los hacedores de políticas, esa es justamente nuestra tarea: acercarlos a través del trabajo intelectual que pueden hacer las universidades. Nosotros, desde América Latina, informándoles a las universidades chinas cuál es nuestra mirada sobre los procesos en los que China se está involucrando", expresó el sinólogo argentino.
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"Desde China, a su vez, tratando de comprender cómo es que nosotros tenemos tantas facetas o alternativas cambiantes, de manera que no nos miren como un todo homogéneo, ya que somos una realidad con una miríada de diferencias", agregó.
Al momento de dialogar, China ha buscado un único interlocutor, "porque distintas voces le resultan confusas para poder comprender los procesos políticos", indicó el experto. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) "había aparecido como el emergente político regional" para representar a la región.
En 2015 se celebró un foro China-Celac en Pekín, y luego en 2018 otro en Santiago de Chile. En las dos reuniones, por un lado China se presentó con "una agenda perfectamente clara, decidida y definida respecto de lo que pretende de América Latina". Sin embargo, los interlocutores latinoamericanos presentaron "una desconexión y una falta de fijación de una agenda común".
Estas particularidades hacen que a China deba tener más paciencia para tratar con la región de una manera "más ordenada, y poder hacer política preventiva". Los trabajos como los que acaban de publicar la UNLa y la SWUST son "un canal de diálogo" para poder decodificar las diferencias culturales y poder avanzar en el relacionamiento mutuo.
Ambos centros de estudios suscribieron un convenio marco, dentro del cual se insertan las dos nuevas publicaciones. El tomo dedicado a la relación bilateral entre China y Argentina es bilingüe castellano-mandarín, y cada capítulo comienza con una expresión literaria de un argentino y un investigador chino.
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El tomo sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta está enteramente en castellano, y hay intervenciones de integrantes del Comité Académico Honorífico de la Especialización en Estudios Chinos de la UNLa, entre quienes se cuenta Xulio Ríos, uno de los sinólogos más importantes de habla hispana.
También intervienen los investigadores Romer Cornejo (El Colegio de México) y Jorge Malena (Universidad del Salvador), así como especialistas chinos, tanto de la SWUST como de otros centros de estudio. El hilo conductor es el mismo: las distintas miradas sobre el eventual impacto en América Latina de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
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El proyecto de la Franja y la Ruta "tiene un claro sentido geopolítico y estratégico, que vincula a China más estrechamente con toda su región de inmediata influencia en Eurasia, luego se extiende en la ruta marítima por el océano Índico y va hasta el cuerno de África".
"América Latina permanecía y permanece alejada de esto, pero hay algunos planos que los chinos intentan destacar: por un lado, el exceso de tecnología, capacidad de financiamiento y de infraestructura que tiene China; y por otro la escasez que hay en América Latina en cuestiones de comunicación, como puertos, desarrollo ferroviario y los medios que pueden eventualmente acercarse aprovechando las rutas marítimas", dijo Girado.
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"Nuestra canasta clásica de exportaciones tendría más canales para vehiculizar nuestros envíos. Eso es cierto, pero también se abre una puerta que no estaba antes: si América Latina tiene una infraestructura más conveniente para exportar otro tipo de productos, esto redunda en una reducción del costo y en una mayor eficiencia y eficacia en el eventual envío de productos que tengan mayor valor agregado", destacó el analista.
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"Argentina puede hacer eventualmente satélites o trabajar en energía nuclear, pero no somos competitivos pensando en el mercado de la República Popular China. Vis a vis, en el caso de Brasil es excelente para el mineral de hierro, Bolivia con el estaño, Chile con el cobre, Perú con el oro o Venezuela con el petróleo", indicó Girado.
"Pero habiendo un mayor desarrollo de infraestructura en los canales comerciales —mejores puertos, mejores aeropuertos— y desarrollos logísticos mucho más potentes con intervención de capitales chinos en américa latina abre claramente canales de vehiculización para el envío o la recepción de productos más sofisticados", concluyó.