En los últimos días, un informe del Consejo de Control de Actividades Financieras (Coaf) notó movimientos sospechosos por más de 1,2 millones de reales (309.000 dólares) en una cuenta bancaria a nombre de Fabrício Queiroz, un antiguo chofer de Flávio Bolsonaro, hijo del presidente electo y diputado estatal de Río de Janeiro.
Parte de estos movimientos de dinero involucran además a personas vinculadas a los funcionarios investigados. Según la investigación, en algunos casos como el de Queiroz, los movimientos de dinero no se condicen con la capacidad financiera de algunos sospechosos. Los 1,2 millones de reales no se pueden explicar, según la Coaf, con sus rentas de 23.000 reales mensuales.
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A pesar de las sospechas que generan los movimientos, el ministerio Público indicó que no necesariamente son ilícitos. Pero es un dolor más de cabeza para el presidente entrante, a unas tres semanas de asumir el cargo para el que fue electo el 28 de octubre.
Clayton Mendonça Cunha Filho, politólogo y profesor de la Universidad Federal de Ceará, indicó en diálogo con Sputnik que estos hallazgos tienen que ver "con la gran autonomización que han tenido los poderes judiciales en los últimos años, que les ha dado un gran protagonismo y capacidad de iniciativa en torno a las cuestiones de corrupción".
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"Se ha vuelto uno de los temas centrales en el debate público brasileño, impulsado por la actuación cada vez más incisiva y en muchos casos politizada de los poderes judiciales. El mismo Bolsonaro en su campaña jugó con ese tema, acusando al Partido de los Trabajadores (PT) de ser el único partido corrupto", dijo el analista respecto de la retórica del capitán retirado del Ejército sobre los mandatos de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) y Dilma Rousseff (2011-2016).
En campaña, hubo sectores más moderados de la derecha brasileña (igualmente afectados por los escándalos de corrupción de la Operación Lava Jato) que apoyaron a Bolsonaro "de manera más oportunista que entusiasta" cuando "ya estaba claro que tenía muchas posibilidades de victoria". Si reaccionaran ante casos como este, pueden "volverlo más débil y por ende más controlable".
Tras la revelación de estos casos, Bolsonaro redujo su participación en la esfera pública aduciendo reposo por cuestiones médicas a raíz del ataque que sufrió en campaña a inicios de septiembre, en el que fue acuchillado por un manifestante durante un mitin. La semana anterior, el presidente electo fue a recibir el trofeo del Campeonato Brasileño 2018, ganado por su equipo, el Palmeiras.
"Él viene utilizando eso como una excusa: ya lo había utilizado para poder no participar de los debates en segunda vuelta. Pero cuando ganó su equipo el campeonato brasileño fue allá y levantó el trofeo. Pone esas cuestiones cuando le es conveniente y creo que va a intentar seguir haciéndolo. Cuánto lo va a conseguir mantener, eso sí es dudable porque en su base de apoyo hay muchas contradicciones", dijo Clayton Mendonça Filho.
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"Hay sectores que lo apoyaron y terminaron sin tanta participación ministerial, hay elementos contradictorios que pueden reflotar en cualquier momento y en la medida en que aparezcan más grietas como estas acusaciones de corrupción o algún otro escándalo, esas contradicciones se van a hacer más fuertes y la factura que le van a cobrar por el apoyo será más grande", agregó el politólogo.
"Si algo estuviera errado, ya sea conmigo, con mi hijo o con Queiroz, pagaremos la cuenta de este error, porque no podemos comulgar con el error de nadie", dijo Jair Bolsonaro.
Uno de los miembros del nuevo Gobierno es Sérgio Moro, el juez federal que envió en abril de 2018 al expresidente Lula a prisión, tras una polémica condena por corrupción y lavado de activos. La nominación de Moro como ministro de Justicia causó controversias, debido a sus afirmaciones respecto de que nunca aceptaría un cargo político, al tiempo que fortaleció el discurso del nuevo presidente respecto a la corrupción.
"Moro es una figura que antes era mucho más popular que Bolsonaro y también más aceptada por los sectores del establishment. Entonces al indicarlo como juez, Bolsonaro se ha puesto a alguien popular para fortalecer la aceptación de su Gobierno", dijo Mendonça Cunha filho.
"Pero al hacerlo, también corre un riesgo, porque Moro es tan popular y poderoso que si en algún momento entran en divergencia y Bolsonaro quiere sacarlo, podría cobrarle una factura política muy elevada", agregó.