"Las conferencias funcionarán un tiempo, pero no para siempre; por el momento son un vehículo ideal para fijar agenda cotidiana, para dar avisos, sorpresas, e incluso corregir" el discurso presidencial, dijo Campos, que trabajó una década en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, hasta los años 1990.
En las primeras conferencias "las preguntas ya se han vuelto a modo y las respuestas predecibles", indico el analista.
Su empresa encuestadora, fundada en 2000, fue bautizada en honor al inventor del método de encuestas de boca de urna, o "exit polls", Warren Mitofsky, a quien conoció personalmente y de quien aprendió a hacer estudios demoscópicos.
"Este mecanismo deberá cambiar, y seguramente lo hará; tal vez una conferencia semanal sea suficiente y el resto comunicarlo como el presidente (estadounidense) Donald Trump en redes sociales, pero las mañaneras diarias no son la mejor forma en este tiempo de alta tecnología", puntualizó Campos.
Por lo pronto, las conferencias en las que el mandatario es la principal fuente oficial resultan "muy útiles para mandar mensajes a sus seguidores", anticipó el experto.
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Campos advirtió que la lógica del líder de la izquierda nacionalista observa que "no le conviene que la traducción de sus programas gubernamentales la hagan los analistas".
A sus 65 años, López Obrador prefiere evitar que la agenda pública la marquen los programas de opinión, indicó.
"Él quiere explicarlo personalmente, y así que lo hará", puntualizó Campos.
Pero el desenlace depende de la atención que la radio y la televisión le presten al jefe del Ejecutivo.
"Cada día que pasa le dedican menos tiempo al presidente y más a los analistas", estimó Campos.
Al observar esa reacción en las coberturas periodísticas, insistió en que el método de conferencias diarias "no lo usará todo el sexenio (2018-2024)", solo algunos meses, para anunciar programas en el arranque de su nueva administración.
Componentes del discurso
Básicamente, el discurso de López Obrador consta de tres componentes, según Campos: "reducción de la pobreza concentrada en el sur; reducción de la inseguridad atacando sus causas; y disminuir al extremo la corrupción", que considera generalizada en el sector público y privado.
Por ejemplo, Campos opina que López Obrador "es aplaudido" al vincular la corrupción al modelo económico neoliberal, centrado en disminuir el papel del Estado en la economía y a favor de los actores de los mercados, y el equilibrio fiscal en el gasto público, incluso a costa de recortes al gasto social.
Pero el presidente también se contradice cuando expresa la frase liberal de que "nadie debe estar encima de la ley", porque ofrece poner un "punto final" a los escándalos de sobornos, abriendo la puerta a la impunidad.
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En cuanto a la definición de su mandato, como una "cuarta transformación nacional", al nivel de tres grandes gestas históricas: la independencia de España, la "guerra de reforma" del siglo XIX, que separó la Iglesia del Estado, y la cruenta Revolución Mexicana, que estalló en 1910, Campos estima que López Obrador puede aspirar a lograrla.
En suma, esa retórica configura "un discurso emotivo dirigido hacia su gente", para comprometerse a cumplir las promesas de campaña.
Eso explica las acciones simbólicas, como negarse a habitar en la residencia presidencial de Los Pinos, la venta del avión presidencial, la reducción de salarios, y los pocos agentes de seguridad en su entono, que "simbólicamente lo acercan a la gente".
Al final, lo que se debe evaluar son los tres ejes de sus promesas: "el combate a la pobreza, la corrupción y la inseguridad", puntualizó.
Consulta Mitofsky adelantó que la "percepción del triunfo de AMLO", como se conoce al mandatario por las siglas de su nombre, al inicio del año 2018 era solo del 26 por ciento, pero tres semanas antes de los comicios se disparó a casi el doble: 47 por ciento.
Finalmente, en las urnas obtuvo 30 millones de votos, equivalentes al 53 por ciento de electores.