La noticia llega en forma poco llamativa. La agencia Reuters informó que la Administración Trump había ordenado cerrar el proyecto de la fábrica de combustible nuclear MOX ubicada en Savannah River Site, Carolina del Norte.
En cambio, las autoridades estadounidenses prevén convertir Savannah River Site en un almacén de plutonio, gastando para ello unos 20.000 millones de dólares en un plazo de dos décadas.
Además: Alertan de un colapso nuclear: EEUU está "dormido al volante" de su industria
Pero son los detalles no mencionados por Reuters y el Departamento de Energía que generan un mayor interés.
Contamos lo que otros callan
Lo que no les dicen a sus audiencias los medios y las autoridades estadounidenses es que esta planta iba construyéndose en cumplimiento del Acuerdo de Gestión y Disposición de Plutonio (PMDA, por sus siglas en inglés) entre Rusia y EEUU.
Según el PMDA, firmado en el 2000 y vigente hasta el 2025, Rusia y EEUU se comprometieron a convertir 34 toneladas de plutonio de uso militar cada uno en combustible nuclear para las centrales atómicas.
La conversión del plutonio en un combustible nuclear es posible a través de la mezcla de óxidos MOX —mezcla de óxido de uranio natural, uranio reprocesado o uranio empobrecido, y óxido de plutonio— que puede usarse como combustible en ciertos tipos de reactores nucleares.
Y es más, un anexo para el PMDA firmado en 2010 establece que el plutonio en cuestión debe quemarse en las centrales atómicas para garantizar la irreversibilidad del proceso.
¿Y qué hace EEUU?
Tras lanzar el proyecto de la planta en 2007 con la participación de la empresa francesa Orano (en la época conocida como Areva, uno de los líderes globales en el ámbito nuclear), EEUU no tuvo mucho éxito.
Rusia en reiteradas ocasiones señaló que esta interpretación viola el PMDA. El argumento clave de Moscú es que el proceso de almacenamiento no es irreversible: será posible extraer el material radioactivo y restablecer su potencial para el uso militar.
Y aunque el acuerdo sí prevé cambiar la forma de su cumplimiento, esto debe ser pactado con la otra parte. Según los diplomáticos rusos, EEUU jamás propuso negociar el tema.
En 2016, tras las denuncias de Moscú que no obtuvieron una respuesta satisfactoria y las crecientes tensiones diplomáticas con Washington, Vladímir Putin decidió suspender la vigencia del acuerdo.
Análisis: Plutonio de la discordia: ¿qué conlleva la suspensión del acuerdo Rusia-EEUU?
'Vergüenza nuclear' de EEUU
Cualquiera que sea la cobertura mediática de esta historia en el país norteamericano, la decisión formal de EEUU de abandonar el proyecto del combustible MOX pone de relieve un hecho poco agradable para Washington.
Aparte de poder cumplir con las cláusulas del acuerdo con Rusia, dominar estas tecnologías es también un asunto de prestigio y de experticia científica en el ámbito nuclear. Resulta que estos niveles están fuera del alcance de Washington.
Peor aún, los 'malditos rusos' lo hicieron con facilidad. Rusia construyó su planta en menos de tres años por unos 250 millones de dólares, y empezó a fabricar el combustible MOX en 2015.
Así, detrás de una noticia rutinaria sobre el cierre del proyecto de una fábrica se esconde una realidad desagradable para EEUU: su incompetencia tecnológica le obliga a burlar un acuerdo internacional clave para la seguridad mundial.
Claro está, pedir ayuda a los rusos para que construyan la fábrica necesaria o acuerden otro modo de destruir el plutonio de una manera irreversible, está fuera de la agenda de la Casa Blanca.