El presidente de EEUU, Donald Trump, no da un paso atrás en su beligerante actitud en las relaciones comerciales con propios y extraños, ni para tomar impulso. Desde que ocupa el Despacho Oval, el déficit de la balanza comercial que tiene su país, con China sobre todo, pero también con sus socios, como lo es la UE con Alemania a la cabeza, es su obsesión. Y ya ha demostrado que no parará.
Esta semana en una conferencia en el Instituto Real de Relaciones Internacionales Egmont en Bruselas, Nathalie Tocci, asesora especial de la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, al comentar las relaciones entre la UE y EEUU, afirmó: "Estas relaciones me recuerdan las relaciones entre padres e hijos; a medida que el hijo crece y conoce la vida… es un período complicado para ambas partes, ya que las relaciones de dependencia se transforman en otro tipo de relaciones".
Para el economista José Luis Carretero Miramar, "el tema de la adolescencia está bien traído, en el sentido de que al fin y al cabo lo que está haciendo EEUU es romper una serie de dinámicas políticas y comerciales puestas en marcha desde la propia emergencia del país norteamericano".
El analista explica que "EEUU en un primer momento cuando conquista su independencia de Inglaterra establece toda una serie de medidas proteccionistas que le permiten desarrollar su propia industria que será la que posteriormente se expandirá por el globo cuando ya está desarrollada, cuando ya ha tenido un mercado propio, eliminando la competencia exterior que le ha permitido un desarrollo industrial endógeno".
Mientras, el portavoz del Ministerio de Comercio chino, Gao Feng, al referirse a la política de Washington, afirmó que "este tipo de terrorismo psicológico en el comercio por medio del garrote de las tarifas arancelarias no se corresponde a las tendencias contemporáneas". Y sentenció que China "no agachará su cabeza ante las amenazas y el chantaje e igualmente será inconmovible su decisión de defender el libre comercio y los mecanismos internacionales del comercio internacional".
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Y como a Europa también se le está atragantando esta guerra, que en el fondo es entre EEUU y China, el FMI rebajó su pronóstico de crecimiento para Alemania en 2018, por lo que la canciller alemana Angela Merkel avisó sobre una inevitable guerra comercial entre EEUU y la UE. Estas discrepancias han empujado al gigante a buscar la complicidad de Europa.
"Aquí el problema fundamental es qué va a hacer la UE en torno a todo esto. Su propio nacimiento está muy vinculado con los intereses del gigante norteamericano, está muy vinculado con la lucha contra otros poderes emergentes que en su momento era la Unión Soviética y el bloque socialista, etc. Entonces la UE ha crecido y se ha desarrollado como un aliado fiel de los norteamericanos", observa Carretero Miramar.
En este sentido, el experto ruso Yuri Rubinski, del Instituto de Europa de la Academia de Ciencias de Rusia, valoró que "La agudización del conflicto entre EEUU y la UE pone a los europeos ante la difícil tarea de proteger sus intereses. Están pensando con quién será más oportuno ponerse de acuerdo sobre las reglas de juego comerciales: con Pekín o con Washington".
Al respecto, Carretero Miramar explica que Europa tiene que encontrar nuevos aliados, y en ese camino tiene una serie de limitaciones por tener aspectos muy imbricados con EEUU: su sociedad, su Ejército y su economía.
"La búsqueda de nuevos aliados, que puede ser China, o de buena vecindad, como podrían ser Rusia o Irán, es una búsqueda complicada porque al fin y al cabo gran parte de la identidad sociopolítica europea de estos momentos ha sido constituida sobre la base de esos países como enemigos y como muy diferenciados desde el punto de vista social y económico", subraya el economista.
En este contexto, otro de los conceptos vertidos por Rubinski es que "China no tiene motivo para sembrar discordia en la UE (…) ya que la Unión es su mayor socio comercial y también la meta final de la entera iniciativa de 'La Nueva Ruta de la Seda'".
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Este proyecto comercial de China, en opinión de Carretero Miramar, el un elemento que Europa no puede perder.
"Realmente resulta cada vez más importante y más interesante para la propia élite europea el estar dentro de eso. Además, teniendo en cuenta la dependencia energética de gran parte de los países de Europa con respecto a Rusia en relación con los oleoductos como el Nord Stream 2, que los norteamericanos no querían que se construyese, incluso han establecido sanciones para las empresas que han trabajado allí, que al fin y al cabo los alemanes han permitido su construcción", concluye el experto.