Macron quiso marcar el inicio de su mandato con la aprobación exprés de su 'Ley para la moralización de la vida pública'. El nuevo presidente pretendía marcar así las distancias con unos predecesores que arrastraban, sin excepción, escándalos más o menos vergonzantes y con una 'clase' política que el nuevo dirigente consideraba marcada por los 'affaires'.
Las investigaciones periodísticas sobre los gastos de la campaña electoral del candidato Macron han jalonado los últimos meses de la acción presidencial, pero su efecto era frenado por la coraza protectora que confiere el rodillo parlamentario y la avalancha de reformas que el gobierno está implementando.
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El escándalo de las cuentas de la campaña presidencial ha vuelto a surgir el jueves [7 de junio] de forma brutal. Tras las primeras investigaciones publicadas hace semanas por Le Monde y la digital Mediapart, ahora la radio pública, France Info, clavaba el rejón más profundo en la supuesta virginidad moral del Jefe del Estado. El equipo de investigación de la emisora ha desvelado los precios de amigo, las rebajas y las componendas que el equipo de campaña del ganador en las urnas obtuvo de empresas organizadoras de eventos, dueños de salas de espectáculos, maquilladores o entrenadores de voz.
Una operación de cientos de miles de euros que podrían ser considerados como financiación oculta a un partido político según la ley, pero que el organismo encargado de velar por la limpieza del juego electoral, la Comisión Nacional de Cuentas de Campaña y Financiación Política (CNCCFP), certificó como válida.
"Escándalo de Estado"
Al otro lado del escenario político, en el partido Reagrupación Nacional, de Marine Le Pen, se afirma que se puede hablar de "affaire Macron". En Francia, "affaire" se traduce como escándalo de corrupción. La formación lepenista ha sido castigada con el rechazo de más de 800.000 euros de sus cuentas electorales y algunos de sus miembros han sido o son investigados judicialmente por financiación oculta.
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La diferencia en la respuesta judicial era ya motivo de protesta, pero las informaciones reveladas por France Info sobre la diferencia de precio que aplicaban ciertas empresas y ciertos profesionales al futuro partido del primer mandatario, las extrañas y someras facturas y los acuerdos que el 'macronleaks' destapó ya hace meses, evidencian hechos que, como mínimo, pueden ser catalogados como trato de favor hacia uno de los aspirantes en liza.
Esa conducta favorable ha tenido premio posteriormente con la obtención de puestos de trabajo. Es el caso del escenógrafo Arnaud Jolens, que fue fichado por el Elíseo y cuyas cuentas por su labor en la campaña también levantan sospechas. Facturó 75.000 euros en tres meses, cuando había firmado un contrato por 6.000 al mes.
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El Gobierno dice que no tiene nada que añadir y envía a los periodistas a preguntar a la Comisión de cuentas. La Comisión dice que los datos son válidos. Y salta otra bomba informativa. El presidente de la Comisión de cuentas de campaña ha visto su salario aumentado en un 57%, —de 4.574 euros al mes, a 7.182, con un plus de 9.500 anual, con efecto retroactivo a enero—. No hacen falta más datos para que la oposición hable de premio a los "servicios prestados".
Dinero público para el asalto al poder
Macron, al que le encanta dar lecciones, y no solo de moral, es el protagonista también de un libro/bomba escrito por el que fuera Secretario de Estado de Presupuesto en el gobierno de Hollande, cuando el actual presidente era ministro de Economía.
El 'macrongate' no invalida, por supuesto, la elección democrática de Emmanuel Macron. Tampoco una eventual denuncia afectaría a un presidente que goza de inmunidad. Emmanuel Macron llegó al poder con la promesa de moralizar la política francesa. Un año después de su llegada al Elíseo, las investigaciones de la prensa ponen en entredicho su compromiso ético y le devuelven la imagen que más puede odiar, la de ser un político como los demás.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK