Ambos países dejaron sus diferencias históricas a un lado durante la cumbre entre el 'premier' chino y su homólogo nipón, Shinzo Abe. Y eso que no se producía una reunión entre ambos ministros desde mayo de 2011. Han tenido que pasar siete años y que cundiera el temor a una guerra comercial para que Tokio y Pekín se pusieran de acuerdo, al menos, en cómo arrimar el hombro ante las sanciones del presidente estadounidense, Donald Trump.
A ese paso le seguirá un segundo: abrir un banco en Tokio que gestione cuentas de compensación monetarias, que no son más que cuentas con montos a la espera de ser transferidos a terceras cuentas.
La cooperación económica y monetaria también se verá reforzada con la promesa de ambos países de desencallar las conversaciones necesarias para alcanzar un acuerdo que estabilice el cambio entre yuanes y yenes; uno a medida que satisfaga las necesidades —y los intereses— de las divisas de las dos naciones.
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"En 2002, China y Japón ya firmaron un acuerdo de este tipo. Sin embargo, tras el cambio de Gobierno en Japón de 2013, las disputas territoriales empeoraron y la idea de prorrogar el contrato se guardó en el fondo del cajón", recuerda a Sputnik Chen Fengying, analista del Centro de Investigación Económica del Instituto Chino de Relaciones Internacionales. Chen Fengying añade que el escenario ahora es otro y que, a la luz de la multilateralidad de las finanzas internacionales, se hace más urgente que nunca evitar la volatilidad cambiaria entre ambos países. "Garantizará que los intereses de uno y otro estén protegidos", resume.
El director del Centro de Investigación Financiera del Instituto de Economía y Política Internacional de la Academia China de Ciencias Sociales, Liu Dongming, añade a Sputnik que, si se acaba firmando un acuerdo que ate al yuan y al yen a la estabilidad cambiaria, habrá consecuencias positivas que se percibirán en toda Asia y no solo en China y en Japón. Liu Dongming pone en valor "lo positivo que resulta" que las economías de los países vayan de la mano "para proteger la estabilidad económica en Asia".
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Sin embargo, reconoce que la última palabra la tendrá el mercado, y no Tokio o Pekín.
"Solo el mercado reflejará las exigencias entre ambas divisas en los sistemas financieros de los dos países. En este sentido, tanto China como Japón tienen todavía mucho trabajo por delante. China tiene pendiente reformar y abrir más su sistema financiero. Solo entonces las empresas y el sistema financiero nipón tendrán ganas de utilizar el yuan en sus transacciones comerciales y de invertir en el mercado chino", advierte.
"Problemas para los que se esperaba una solución, ahora por fin se irán solucionando poco a poco", augura Koukichiro Mio.
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