Las informaciones, avanzadas este 10 de mayo por el diario O Globo, apuntan a que el policía sigue en activo y se desempeña en el barrio de Olaria (norte de Río de Janeiro), y que el expolicía "pertenece a una milicia que actúa en la región de Ramos (otro barrio de la zona norte de la ciudad)".
Siempre según la versión de O Globo los cuatro identificados por el testigo están siendo investigados por la Policía Civil, y podrían tener conexión con un miliciano, Orlando de Curicica (un expolicía ahora preso) que habría ordenado el crimen.
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De Curicica habría planificado el asesinato de Franco junto con el concejal del Ayuntamiento de Río de Janeiro, Marcello Siciliano, del conservador Partido Humanista de la Solidaridad.
A pesar de querer desvincularse del caso, Siciliano fue de los primeros en ser interrogados por la policía.
Además, un colaborador de su gabinete fue asesinado el mes pasado, y todos los indicios apuntan a que se trató de un acto preventivo para que no revelara información.
El testigo que suministró todas estas informaciones trabajaba para la milicia de De Curicica y aceptó hablar a cambio de recibir protección.
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Las milicias son grupos paramilitares (en su mayoría integrados por expolicías) que extorsionan a vecinos y comerciantes a cambio de ofrecer servicios básicos o seguridad en sus barrios.
Franco pertenecía al izquierdista Partido Socialismo y Libertad, y su trabajo destacó por su defensa de los derechos de las mujeres, de la población negra, del colectivo Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) y de los habitantes más pobres de los suburbios de la ciudad.
Su asesinato causó una fuerte conmoción en Brasil y todos los estamentos políticos, incluyendo el presidente Michel Temer, pidieron una rápida y rigurosa investigación para encontrar a los culpables.