El narcocorrido ha logrado insertarse una vez más en los medios internacionales gracias a las sanciones que EEUU impuso a 'Chucho Pérez', un mexicano acusado de blanquear fondos ilícitos provenientes del narcotráfico, por ejemplo a través de la representación de los principales cantantes de este género.
Para conocer más sobre este fenómeno musical, Sputnik dialogó con la doctora Catherine Héau Lambert, investigadora del Instituto Nacional de Arqueología e Historia de México, quien se ha dedicado al estudio de la música popular mexicana y ha publicado varios artículos sobre el tema.
Según la experta, el corrido es una expresión de la cultura oral del México de fines del siglo XIX, ampliamente extendida hasta la década de 1950 y particularmente popular durante la Revolución mexicana (1910) y los años que siguieron.
Más información: Guerra contra las drogas: una batalla contra los Derechos Humanos
En la Revolución, el corrido se utilizó para "ensalzar" a los héroes que combatieron, como Emiliano Zapata o Pancho Villa y expresar las novedades. Con el advenimiento de la radio y los medios masivos de comunicación a mediados del siglo XX, estas piezas musicales perdieron popularidad durante un período de dos o tres décadas, hasta que el narcotráfico entró en la ecuación.
"El corrido era muy rural y muy propio de los campesinos. Resurgió en los 70, con los Tigres del Norte, originarios de Sinaloa pero que viven en EEUU. Lo utilizaron ya no para ensalzar a héroes o personajes, sino a los narcotraficantes", dijo Héau Lambert.
Existen tres períodos que marcan la historia del narcocorrido. La primera generación, que data de los años 1970 y 1980 "valora mucho al personaje que se atreve a ir contra la policía o que matan a los militares en los controles de las carreteras". No se centran personas particulares, sino en los representantes del Estado.
Los narcocorridos de esa época provenían de Sinaloa, donde el narcotráfico tiene mucho poder. Sin embargo, se propagaron con éxito en los 'barrios bravos' de la Ciudad de México, como Tepito.
"La gente se identifica con esos bravucones que se atreven a ir contra el Estado. Se vendieron millones de copias. El corrido inicial era muy local, pero el narcocorrido ya en cassettes se encontraban en todas las salidas de los metros de México por cientos de miles", comentó la experta.
Artículo vinculado: Poderosas y asesinas: la equidad de género del narcotráfico
De este auge del narcocorrido se entra en la segunda etapa, en la que "se empieza a exaltar al narco que logra vivir muy cómodamente" en una voraz sociedad de consumo. El tráfico de drogas no es el punto central, sino su manera de enriquecerse. En una sociedad tan desigual como la mexicana, es la manera para el pobre "de tener acceso a un consumo que no podría aspirar" de otra manera.
"No importa cómo hacen su fortuna [los personajes de los narcocorridos]: lo importante es que hayan logrado ser millonarios. Se exalta al narco como un hombre exitoso", puntualizó la académica.
Tema relacionado: México, segundo país del mundo en muertes violentas después de Siria
Paralelamente con el inicio de la Guerra contra las Drogas en 2006, ya no se elevan personajes ni se protesta contra el Estado, sino que se le canta a la violencia. Esto, dijo Héau Lambert "es muy problemático y complicado de analizar".
"Pienso que es [popular] en un segmento de la población que no tiene los recursos para adquirir lo que le ofrece sociedad de consumo. Esos jóvenes están expuestos todos los días a un marketing agresivo a través de los medios masivos, pero ellos no pueden comprar. Eso origina una gran frustración y cierta tensión social", opinó la profesora.
Más recientemente, en los llamados 'corridos alterados' es visible una violencia "pura y gratuita", expresada en una exaltación de las armas que no refleja la tensión social, sino que remite al problema "de la impunidad y la libre circulación de armas en México".
"Todas las portadas son cantantes ya con un [rifle A]R-15 bañado en oro y cosas por el estilo. Efectivamente refleja la situación actual de México, donde la violencia avanza sin freno y cada 17 minutos hay un asesinato", indicó.
O también 'El Caballo R-15', de 'Los Reales del Valle'. Una escucha inocente llevaría a pensar que se le canta al corcel de un capo llamado Javier, cuyo "pelaje bien le brilla con los rayos de la luna donde Javier ha jugado, ha ganado una fortuna. Su reloj chapeado de oro, de plata, sus herraduras". Pero al final, si cabía algún tipo de duda, aclara que es un rifle AR-15, "por todos muy conocido: el orgullo de Javier amigo de los amigos".
Y si en 1910 se narraba cómo los héroes de la Revolución se batían en el campo por el país, 'Los Tigres del Norte' cantaron en 'Muerte Anunciada' la muerte de Pablo Escobar, un sarcástico homenaje (tal vez una celebración) de la muerte del narco colombiano en 1993.
En respuesta, los Gobiernos estatales han tomado medidas como sanciones a quienes los escuchan y prohibiciones de transmitirlos en radios o de presentarlos en espectáculos. Pero esto genera aún más interés y no es difícil encontrar listas de reproducción en Spotify o clips en YouTube.
"El narcocorrido es contra el Estado. Si me lo prohíben, pues con más razón lo voy a escuchar. Hay mucha frustración, es una sociedad muy desigual. Para muchos, hacer dinero solo es posible mediante el tráfico de drogas. No hay empleo y cuando hay, está mal pago. La única salida es totalmente marginal, pero es la que hay", comentó.
Y en México, "mucha gente vive de eso", no solo quienes se dedican al narcomenudeo y no ven reparos morales en esta actividad, que ven apenas como un medio para llegar al éxito a través del consumo. Como ejemplo, la investigadora puso a la industria turística.
"Si empezamos a atacar a los narcotraficantes tumbamos toda la construcción de hoteles. Va mucho más allá del puro corrido. Es muy complejo, en sí no es una historia de consumo de drogas sino un problema social", afirmó.
En las calles de México, los narcocorridos suenan a todo volumen de los parlantes de los autos. Un gesto que es de por sí una protesta, más allá de la letra "estéril" de cada canción, según Héau Lambert.
"Se tratan de tener acceso al dinero y al poder, pero no transformando la sociedad, porque no gritan la injusticia. La resienten y la expresan virtualmente, pero sin realmente denunciarla. (…) Es decir solamente 'Quiero mi parte del pastel', pero ahí no hay ninguna crítica", comentó.
"Los cantantes se pelean entre sí y se matan. Por ejemplo, si uno de Sinaloa va a Tamaulipas y le canta a un narco de su región, a la salida lo matan. Hay varios cantantes que han terminado en esta situación porque se equivocan territorio. Es tremendo, porque es totalmente feudal", describió.
Cuando se mueren quienes están en el vértice de esta pirámide, quienes están por debajo "recuperan espacios de poder pequeños". Así, se vuelven capos que quieren expandir su influencia, dando origen a "una guerra imposible", tanto en la campo —donde se cultiva la droga— como en la ciudad —donde se disputan la provisión al menudeo—. En medio, está la gente, víctima de las balas perdidas.
Recomendado: Fin de semana violento: 80 personas muertas en México
"Es una relación feudal. Uno se pregunta para qué sirvió la democracia, el siglo XIX, implementar una República, cuando volvemos una situación casi medieval donde rige la violencia y el que tiene el poder de las armas tiene el control de los territorios", aseveró.
Según la experta, el fenómeno de los narcocorridos es importante para poner el énfasis en la cultura popular al momento de hacer sociología historia o antropología, ya que este factor no se suele tomar en cuenta.
"Tenemos una tendencia de ir a 'lo culto', descuidando justamente lo que pasa abajo nos habla mucho de la situación real. Yo creo que hay que estar muy atentos a los movimientos culturales populares, que vienen de abajo", concluyó.