El columnista del medio belga RTBF, Fabrice Grossfilley, sugiere "acabar con los clichés" y analizar la experiencia de Moscú en su lucha contra este problema.
"El vodka ya no es lo que era. Los rusos consumen hoy en día menos alcohol que los belgas", afirmó el autor citando los datos de la Organización Mundial de Salud.
Aunque es posible dudar de las estadísticas oficiales, admite Grossfilley, cabe reconocer un importante "cambio de conciencia" de los rusos frente al alcohol.
"Este resultado es una prueba de que una acción enérgica por parte de las autoridades puede traer sus frutos", reconoce.
Primero, el esfuerzo personal del presidente Vladímir Putin. El líder ruso convirtió la salud en una prioridad nacional y personalmente hizo su aportación a esta imagen, siendo una figura muy en contraste con el expresidente Borís Yeltsin, conocido por su adicción al alcohol.
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En segundo lugar, la legislación contra el alcohol que ha ido introduciéndose desde el año 2006. La prohibición de la publicidad y de la venta nocturna, así como la introducción del límite sobre el precio mínimo del vodka causaron que se dispararan los precios del alcohol.
Pero sin duda alguna, "el ejemplo ruso demuestra que sí es posible hacer disminuir el consumo" a nivel estatal.
"Se requiere voluntad legislativa y enfrentarse con los productores de vodka… o de cerveza", concluye evocando la 'especialidad' nacional de Bélgica.
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