Historiadores, estadistas, biólogos y sociólogos están de acuerdo en que esta característica del pueblo ruso es una realidad y sus inicios datan de varios siglos atrás, informa el medio RBTH.
Aspecto histórico
Desde el punto de vista de la historia, ya en el siglo XII se pueden encontrar indicios del apego del pueblo ruso a la bebida. Según las crónicas, cuando el príncipe Vladímir estaba buscando una religión para la antigua Rus, desecho el Islam por ser una religión que prohibía el consumo de alcohol.
"Beber es la alegría de toda Rus. No podemos existir sin ella", declaró el entonces príncipe.
El vodka, por su parte, llegó a Rusia en el siglo XVI y ganó ventaja a través de las regulaciones de la época. En ese entonces, el zar creo un sistema de tabernas estatales que debían pagar tributo al Estado de acuerdo a la cantidad de alcohol vendido. En pocas palabras, cuanto más alcohol se vendiera, más dinero recibía los dueños de la taberna y la monarquía. Así, los rusos se acostumbraron a beber grandes cantidades de alcohol.
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Al llegar el siglo XX, la bebida se había convertido en un problema de salud pública, razón por la cual Nicolás II prohibió el consumo del alcohol, medida que se mantuvo durante la Revolución rusa hasta el año 1923. Ya en la época soviética, Mijaíl Gorbachov emprendió una fuerte campaña contra el alcohol entre 1985 y 1990. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados.
Aspecto genético
Además de la historia y la economía, desde el punto de vista de la genética, los rusos tienen una mayor tolerancia al alcohol, gracias a que poseen un metabolismo más lento que el de otros pueblos.
En ese sentido, aunque los genes no hacen que los rusos beban más, ciertamente les permite ser más hábiles a la hora de hacerlo, en comparación con los pueblos de Asia, conocidos por su baja tolerancia al alcohol.
No obstante, la estadística reciente, aunque confirma que los rusos 'beben mucho', demuestra que lo hacen cada vez menos.
Los retos de la actualidad
Rusia fue el cuarto país más 'bebedor' del mundo en el 2010, adelantado solo por Lituania, Moldavia y Bielorrusia, con un promedio de 15,1 litros de alcohol por persona al año.
Los expertos vinculan esta tendencia positiva con el gradual cambio de la cultura nacional en el consumo de alcohol, impulsada a la vez por las restricciones impuestas en 2006 y la creciente popularidad de un modo de vida más saludable.
No obstante, la Organización Mundial de la Salud advierte que un consumo mayor a 8 litros anuales por persona es índice de un problema de salud pública, por lo que Rusia debe seguir trabajando en este aspecto hasta que el infame estereotipo se quede en la historia.