Seguramente es una acción policial contra una de las plagas del transporte suburbano de la ciudad: los agresores sexuales, conocidos en Francia como 'frotteurs', literalmente, los que se frotan contra las mujeres que utilizan ese medio de transporte.
Francia, que en muchos casos de atención social está en la vanguardia mundial, no ha considerado a los 'frotadores' como agresores sexuales hasta hace poco tiempo. Pero los tiempos cambian y la sensibilidad política hacia el problema ha provocado la toma de decisiones radicales.
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Porque, además, en el caso del metro parisino los depredadores sexuales se han unido a la lista negra de plagas, como las bandas de muchachas carteristas menores de edad llegadas de la Europa suroriental y los vendedores y consumidores de 'crack' que pululan en algunas de sus líneas.
El 'Observatorio nacional de la delincuencia y respuestas penales' cifró en más 226.000 el número de víctimas de acoso sexual en los transportes públicos, en 2014 y 2015. Por supuesto, París y sus alrededores acaparan el 60% del total nacional.
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Pero, aun así, en 2017 consiguieron llevar ante un juez al 80% de los 350 hombres denunciados. La falta de recursos humanos se suple con las 16.000 cámaras de video vigilancia instaladas en la red.
Se trata de un fenómeno hasta hace poco banalizado y considerado casi como una hábito no delictivo. Hasta el momento, cuando se quiere incitar a las víctimas a denunciar a sus acosadores, la mayoría de las mujeres agredidas considera que no merece la pena, pues piensan que —además de perder el tiempo en el procedimiento— los agresores no serán castigados. Solo una de cada 12 se decide a hacerlo.
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La desinformación es hasta ahora flagrante y muchas organizaciones de mujeres se extrañan que mientras en el metro se despliegan anuncios gráficos para alertar sobre el mantenimiento de la limpieza, no exista ninguna advertencia sobre las penas que pueden caer sobre alguien que ha utilizado su mano o su sexo para frotarse contra una mujer.
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La ola de indignación causada por las denuncias de acoso y agresión en Estados Unidos que dieron nacimiento al #MeToo (yo también), y su copia francesa representada por el hastag #BalanceTonPorc (delata a tu cerdo), han contribuido a levantar el velo y a sensibilizar sobre la amplitud del flagelo, aunque la explicación y la respuesta ante este azote han contribuido a la polémica que divide a las mujeres francesas entre las que consideran a los acosadores como uno pobres tipos que sufren de miseria sexual y las que piensan que son delincuentes como los propios violadores.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK