"Esperamos que dentro de tres años haya una nueva administración que cree un ambiente positivo en ese sentido, porque la música y los músicos cubanos son de una calidad increíble, este tipo de intercambio aporta a todos", dijo Henríquez en una rueda de prensa celebrada en el Hotel Nacional.
Valorado por la crítica especializada como un virtuoso del instrumento, el contrabajista llegó esta vez a La Habana acompañado por el ensamble 8 y Más, agrupación integrada por reconocidos músicos que trabajan con sonoridades marcadas por ritmos de origen cubano y comercializadas en el mundo bajo la denominación de salsa.
Al referirse en particular a su campo de trabajo, el músico de origen puertorriqueño que conoció a Cuba en 2010 como integrante de la Orquesta de Jazz del Lincoln Center comentó que a pesar de las diferencias siempre ha existido un puente que ha beneficiado a las dos partes.
"En años anteriores existió un mejor clima para el intercambio cultural que posibilitó una importante afluencia de músicos en las dos direcciones, ahora ese vínculo se ve dañado por nuevas políticas que no aportan en ningún sentido", acotó el artista, quien en el segundo mandato del presidente Barack Obama (2009-2017) regresó a la Isla como integrante del proyecto Horns to Havana, el cual impartió clases magistrales y talleres en escuelas de arte, a las que además donó instrumentos valorados en miles de dólares.
Henríquez y la agrupación 8 y Más trabajan en la producción de su tercer fonograma al cual invitaron a varios cantantes latinos de renombre como el panameño Rubén Blades, el puertorriqueño Tito Nieves, el dominicano José Alberto El Canario y los cubanos Haila María Mompié y Alain Pérez.
Según el comité organizador de este festival, a lo mejor del talento de la mayor de las Antillas se unen este año 50 agrupaciones foráneas de varios países del mundo por lo cual fue necesario conformar una programación en varios escenarios de La Habana y la oriental provincia de Santiago de Cuba.
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Una prueba del interés internacional que despierta este acontecimiento cultural es la participación en él de más de 60 ejecutivos de la compañía discográfica Blue Note, que controla todo el circuito mundial de los festivales de jazz.