El fentanilo llega a los delfines del golfo de México: ¿narcotráfico o contaminación farmacéutica?
El fentanilo llega a los delfines del golfo de México: ¿narcotráfico o contaminación farmacéutica?
Sputnik Mundo
El fentanilo no solo es una preocupación para la salud pública de EEUU, donde decenas de miles mueren cada año. Ahora, el opioide está en los océanos de... 18.12.2024, Sputnik Mundo
Los expertos realizaban un examen de rutina para medir los niveles hormonales de esta especie, también conocida como mular. Sin embargo, durante su estudio hallaron que varios ejemplares del cetáceo odontoceto dieron positivo a tres sustancias: fentanilo, el relajante muscular carisoprodol y el ansiolítico meprobamato.En las muestras y su posterior análisis "se confirmó la presencia de fentanilo, carisoprodol o meprobamato en 30 de los 89 delfines evaluados [83 vivos y seis muertos]", se lee en el texto publicado en la revista estadounidense Science.De estos, la mayor concentración de las sustancias se encontró en los ejemplares de diversas áreas del golfo de México —que comparten México y EEUU—, como la bahía Redfish y Laguna Madre, ambos en Texas, al sur de Estados Unidos. Parte de los alimentos que comparten los delfines y los humanos, recuerda el experto, son los camarones y algunos tipos de pescados."Vemos a los mares como una oportunidad para desechar cosas. El problema no es que los océanos sean inmensos, sino que ahí habitan muchos organismos con los que coexistimos y de los que dependemos", puntualiza.Más que un animalLos delfines nariz de botella son considerados bioindicadores, es decir, uno de los seres vivos que, debido a sus características biológicas, ayudan a detectar afectaciones en los ecosistemas, que van desde contaminación hasta variaciones derivadas del cambio climático.Gracias a ello, las autoridades e investigadores pueden establecer planes para atender las necesidades de cada región.En el caso de este tipo de delfín, los contaminantes se almacenan en su grasa, que tiene altos índices de lípidos, lo que ayuda a que se puedan tomar muestras sin ser altamente invasivas. Fue gracias a este elemento que los especialistas de la Universidad de Texas pudieron localizar los medicamentos.En el caso de México, en sus aguas viven 19 de las 32 especies de delfines que existen en el mundo, incluido el de nariz de botella, según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) del país latinoamericano.¿De dónde vienen los contaminantes?En el caso del análisis realizado por los expertos de la Universidad de Texas y la Administración Nacional de Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), el origen de las sustancias halladas en su organismo no es del todo claro.No obstante, Guevara López, quien también es investigador del Instituto de Biología de la UNAM, observa que las posibles fuentes por las que esos medicamentos, incluido el fentanilo, llegaron a los cetáceos pueden ser desde la industria farmacéutica hasta el trasiego ilegal del opiáceo sintético.Ello es aún más preocupante porque, desde hace más de una década, los investigadores han encontrado trazas de fármacos en especies marinas."Encontramos [en 2023] un delfín muerto en la bahía de Baffin, en el sur de Texas, un año después del mayor decomiso de fentanilo líquido en la historia de Estados Unidos en la zona contigua. Y los delfines de Misisipi representaron el 40% de nuestras detecciones farmacéuticas totales, lo que nos lleva a creer que este es un problema de larga data en el entorno marino", declaró la doctora Dara Orbach, quien encabeza el estudio de los cetáceos nariz de botella.El auge del opioide en el territorio estadounidense es uno de los temas que aparece tanto en sus políticas nacionales como internacionales, especialmente en la agenda bilateral con México, país al que culpa por el trasiego de esta droga en su territorio.¿Dónde debe estar el foco?Las secuelas para los seres vivos por el consumo de fentanilo, carisoprodol y meprobamato son de diversa índole. En primer lugar, el experto hace énfasis en que el hecho de que las especies marinas tengan este tipo de sustancias en su cuerpo, puede contaminar a los humanos, debido a que los consumimos como parte de nuestra dieta habitual.De igual manera, el especialista indica que aún se debe explorar en la manera en la que estos elementos impactan a los cetáceos.Sumado a ello, Guevara López no descarta que otros delfines de este tipo, que vivan en otras regiones del mundo, puedan contar con estos fármacos en su organismo.Por esta razón, el investigador de la UNAM indica que es necesario que las instituciones cuenten con más recursos para poder estudiar hasta dónde ha llegado la contaminación y su daño a los ecosistemas, más allá del mundo marino.Otro rubro es que los gobiernos implementen mayores políticas públicas para evitar que este tipo de situaciones ocurran."También hay que tratar de ejercer presión a este tipo de industrias que tienen mucha responsabilidad en la contaminación. Si bien el estudio dice que no hay evidencia exacta de que ellos realmente sean los responsables, es una hipótesis" que se ha cumplido en otras ocasiones, concluye Guevara López.
El fentanilo no solo es una preocupación para la salud pública de EEUU, donde decenas de miles mueren cada año. Ahora, el opioide está en los océanos de Norteamérica, contaminando a los delfines nariz de botella, según una investigación de la Universidad de Texas A&M-Corpus Christi y la Administración Nacional de Oceánica y Atmosférica de EEUU.
Los expertos realizaban un examen de rutina para medir los niveles hormonales de esta especie, también conocida como mular. Sin embargo, durante su estudio hallaron que varios ejemplares del cetáceo odontoceto dieron positivo a tres sustancias: fentanilo, el relajante muscular carisoprodol y el ansiolítico meprobamato.
En las muestras y su posterior análisis "se confirmó la presencia de fentanilo, carisoprodol o meprobamato en 30 de los 89 delfines evaluados [83 vivos y seis muertos]", se lee en el texto publicado en la revista estadounidense Science.
De estos, la mayor concentración de las sustancias se encontró en los ejemplares de diversas áreas del golfo de México —que comparten México y EEUU—, como la bahía Redfish y Laguna Madre, ambos en Texas, al sur de Estados Unidos.
"Al parecer, los delfines fueron contaminados por [los fármacos] a través de lo que comen, lo cual es interesante y preocupante, ya que ingerimos parte de estos organismos; compartimos dieta. El hecho de que encuentren estos [elementos] es una llamada de atención a lo que consumimos", reflexiona en entrevista para Sputnik, el doctor en ciencias biológicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Lázaro Guevara López.
Parte de los alimentos que comparten los delfines y los humanos, recuerda el experto, son los camarones y algunos tipos de pescados.
"Vemos a los mares como una oportunidad para desechar cosas. El problema no es que los océanos sean inmensos, sino que ahí habitan muchos organismos con los que coexistimos y de los que dependemos", puntualiza.
Los delfines nariz de botella son considerados bioindicadores, es decir, uno de los seres vivos que, debido a sus características biológicas, ayudan a detectar afectaciones en los ecosistemas, que van desde contaminación hasta variaciones derivadas del cambio climático.
Gracias a ello, las autoridades e investigadores pueden establecer planes para atender las necesidades de cada región.
En el caso de este tipo de delfín, los contaminantes se almacenan en su grasa, que tiene altos índices de lípidos, lo que ayuda a que se puedan tomar muestras sin ser altamente invasivas. Fue gracias a este elemento que los especialistas de la Universidad de Texas pudieron localizar los medicamentos.
De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), hasta 2019 existía una población mundial de poco más de 500.000 ejemplares de este delfín. De ellos, 97.964 estaban en el norte del golfo de México.
En el caso del análisis realizado por los expertos de la Universidad de Texas y la Administración Nacional de Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), el origen de las sustancias halladas en su organismo no es del todo claro.
No obstante, Guevara López, quien también es investigador del Instituto de Biología de la UNAM, observa que las posibles fuentes por las que esos medicamentos, incluido el fentanilo, llegaron a los cetáceos pueden ser desde la industria farmacéutica hasta el trasiego ilegal del opiáceo sintético.
"En los lugares donde se producen los fármacos legales, no saben o no están siguiendo los protocolos adecuados de desecho y, al final, [las sustancias] llegan al mar (...). Otra vertiente puede relacionarse con el tráfico y producción de fentanilo de manera ilegal que, claramente, no tiene regulación y arroja todo a los mares", pondera.
Ello es aún más preocupante porque, desde hace más de una década, los investigadores han encontrado trazas de fármacos en especies marinas.
"Encontramos [en 2023] un delfín muerto en la bahía de Baffin, en el sur de Texas, un año después del mayor decomiso de fentanilo líquido en la historia de Estados Unidos en la zona contigua. Y los delfines de Misisipi representaron el 40% de nuestras detecciones farmacéuticas totales, lo que nos lleva a creer que este es un problema de larga data en el entorno marino", declaró la doctora Dara Orbach, quien encabeza el estudio de los cetáceos nariz de botella.
De acuerdo con los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés), en lo que va del año se han contabilizado cerca de 97.000 sobredosis por fentanilo entre los estadounidenses, es decir, un descenso de 14% respecto a 2023, cuando ocurrieron 113.000 decesos por el consumo de este enervante.
Las secuelas para los seres vivos por el consumo de fentanilo, carisoprodol y meprobamato son de diversa índole.
En primer lugar, el experto hace énfasis en que el hecho de que las especies marinas tengan este tipo de sustancias en su cuerpo, puede contaminar a los humanos, debido a que los consumimos como parte de nuestra dieta habitual.
En el caso de los delfines nariz de botella, por ejemplo, "los efectos a corto plazo pueden ser somnolencia, cambios conductuales, que sean susceptibles a otras presas, como cualquier droga. Pero también pueden darse secuelas a largo plazo, como cáncer, lo que elevaría la tasa de mortalidad. Es un círculo que debe cerrarse con nosotros, con los humanos", expone.
Sumado a ello, Guevara López no descarta que otros delfines de este tipo, que vivan en otras regiones del mundo, puedan contar con estos fármacos en su organismo.
Por esta razón, el investigador de la UNAM indica que es necesario que las instituciones cuenten con más recursos para poder estudiar hasta dónde ha llegado la contaminación y su daño a los ecosistemas, más allá del mundo marino.
Otro rubro es que los gobiernos implementen mayores políticas públicas para evitar que este tipo de situaciones ocurran.
"También hay que tratar de ejercer presión a este tipo de industrias que tienen mucha responsabilidad en la contaminación. Si bien el estudio dice que no hay evidencia exacta de que ellos realmente sean los responsables, es una hipótesis" que se ha cumplido en otras ocasiones, concluye Guevara López.
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