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El fin del liberalismo es "un preludio necesario a la instauración del Imperio del Espíritu"
El fin del liberalismo es "un preludio necesario a la instauración del Imperio del Espíritu"
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El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel entiende el liberalismo precisamente como un momento, que sigue a la disolución de los antiguos Estados y... 30.11.2024, Sputnik Mundo
2024-11-30T18:31+0000
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El concepto de fin de la historia fue introducido por Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Tanto el filósofo alemán Karl Marx como el politólogo estadounidense Francis Fukuyama (a través del hegeliano ruso-francés Alexandr Kojev) lo tomaron prestado de Hegel. Pero tanto Marx como los liberales sometieron a Hegel a una especie de vivisección.En el modelo de Hegel, el fin de la historia es inseparable de su principio. Y en su comienzo está Dios oculto en sí mismo. Por lo tanto, él pasa (a través de la negación de sí mismo) a la naturaleza, y entonces la naturaleza, puesto que tiene la presencia dialéctica de Dios (aunque alejada) pasa a la historia. La historia es el despliegue del Espíritu.Poco a poco en la historia se han ido creando diferentes tipos de sociedades. Primero, las monarquías tradicionales. Luego, las democracias y las sociedades civiles, y después llega la época del gran Imperio del Espíritu. En cada etapa, Dios se manifiesta en la historia y en la política de forma cada vez más clara. El fin de la historia, en palabras de Hegel, es cuando Dios se manifiesta lo más plenamente posible en el Estado. Pero no en un Estado ordinario, sino en el Estado de los filósofos, en el Estado del Espíritu.Esta manifestación está precedida por la creación de una sociedad civil dispersa y atomizada (y este es nuestro liberalismo), en la que la naturaleza ya ha sido completamente superada y el Espíritu aún no ha encontrado su manifestación más elevada, que solo es posible en el Imperio. Ahora bien, está claro que Hegel entiende el liberalismo precisamente como un momento. Sigue a la disolución de los viejos Estados y precede a la creación del nuevo, el verdadero, en el que termina la historia.Los marxistas y los liberales no creen en Dios, por lo que truncan la doctrina de Hegel, rechazando su primer comienzo: Dios-en-sí. Y ellos mismos empiezan a contar a partir de la naturaleza. La propia naturaleza (por alguna razón, no está claro por qué) se desarrolla y da origen a la sociedad. Entonces, la sociedad entra en la historia y llega a la sociedad civil, es decir, al liberalismo. Los liberales se detienen ahí (según Fukuyama, el fin de la historia llega cuando toda la población de la Tierra se convierte en sociedad civil).Los marxistas van más allá y sostienen que dentro de la propia sociedad civil (¡pero sin ir más allá!) hay una fase de orden capitalista clasista y otra de orden comunista sin clases. Pero, en ambos casos, el fin de la historia es precisamente la sociedad civil. En ninguno de los dos casos hay un Imperio del Espíritu al final de la historia. Esto es lógico, porque al cortar el principio (Dios) de la teoría de Hegel, niegan el final (el Imperio del Espíritu). Habiendo comenzado con la naturaleza (el segundo momento de Hegel, no el primero), concluyen con la sociedad civil (el de Hegel no es el final de la historia, sino la fase precedente, es decir, el "momento liberal" propiamente dicho).Y aunque el liberalismo es solo un momento para los marxistas, no deja de ser algo preliminar en la interpretación más general (hegeliana) de la sociedad civil, sobre todo porque el propio Hegel no estaba familiarizado con la interpretación distorsionada que hizo Marx de su propia doctrina (no se sabe qué clase de discípulos tienen los grandes filósofos).Así, en el contexto de la filosofía de Hegel, el momento liberal abarca toda la sociedad civil (incluida la sociedad comunista, que, como resultado del siglo XX, resultó ser solo una desviación del liberalismo y en la década de 1990 volvió a su matriz burguesa capitalista).Aplicando el modelo completo (no truncado, ni reducido) de la filosofía de la historia de Hegel a la cuestión que nos ocupa, obtenemos la aclaración que nos faltaba sobre qué es exactamente lo que puede venir después del liberalismo, cuyo final Hegel preveía y, además, consideraba inevitable, porque si Dios (alfa) está al principio de todo, también debe estar al final de todo (omega). Hegel consideraba que esta encarnación de Dios al final de la historia era algo análogo a lo que hoy se suele llamar el Estado-Civilización. Es decir, el fin del liberalismo no es el fin de la historia, sino el fin de una determinada etapa, que tiene su propio significado en el contexto general del cambio de ciclos y épocas, y que es un preludio necesario (aunque negativo) a la instauración del Imperio del Espíritu.Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción.
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El fin del liberalismo es "un preludio necesario a la instauración del Imperio del Espíritu"
18:31 GMT 30.11.2024 (actualizado: 10:13 GMT 01.12.2024) El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel entiende el liberalismo precisamente como un momento, que sigue a la disolución de los antiguos Estados y precede a la creación de uno nuevo, explica el politólogo ruso Alexandr Duguin. No obstante, su fin no es el fin de la historia, es un preludio de la instauración del Imperio del Espíritu.
El concepto de fin de la historia fue introducido por Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Tanto el filósofo alemán Karl Marx como el politólogo estadounidense Francis Fukuyama (a través del hegeliano ruso-francés Alexandr Kojev) lo tomaron prestado de Hegel. Pero tanto Marx como los liberales sometieron a Hegel a una especie de vivisección.
En el modelo de Hegel, el fin de la historia es inseparable de su principio. Y en su comienzo está Dios oculto en sí mismo. Por lo tanto, él pasa (a través de la negación de sí mismo) a la naturaleza, y entonces la naturaleza, puesto que tiene la presencia dialéctica de Dios (aunque alejada) pasa a la historia. La historia es el despliegue del Espíritu.
Poco a poco en la historia se han ido creando diferentes tipos de sociedades. Primero, las monarquías tradicionales. Luego, las democracias y las sociedades civiles, y después llega la época del gran Imperio del Espíritu. En cada etapa, Dios se manifiesta en la historia y en la política de forma cada vez más clara. El fin de la historia, en palabras de Hegel, es cuando Dios se manifiesta lo más plenamente posible en el Estado. Pero no en un Estado ordinario, sino en el Estado de los filósofos, en el Estado del Espíritu.
Esta manifestación está precedida por la creación de una sociedad civil dispersa y atomizada (y este es nuestro liberalismo), en la que la naturaleza ya ha sido completamente superada y el Espíritu aún no ha encontrado su manifestación más elevada, que solo es posible en el Imperio. Ahora bien, está claro que Hegel entiende el liberalismo precisamente como un momento. Sigue a la disolución de los viejos Estados y precede a la creación del nuevo, el verdadero, en el que termina la historia.

29 de noviembre 2024, 16:23 GMT
Los marxistas y los liberales no creen en Dios, por lo que truncan la doctrina de Hegel, rechazando su primer comienzo: Dios-en-sí. Y ellos mismos empiezan a contar a partir de la naturaleza. La propia naturaleza (por alguna razón, no está claro por qué) se desarrolla y da origen a la sociedad. Entonces, la sociedad entra en la historia y llega a la sociedad civil, es decir, al liberalismo. Los liberales se detienen ahí (según Fukuyama, el fin de la historia llega cuando toda la población de la Tierra se convierte en sociedad civil).
Los marxistas van más allá y sostienen que dentro de la propia sociedad civil (¡pero sin ir más allá!) hay una fase de orden capitalista clasista y otra de orden comunista sin clases. Pero, en ambos casos, el fin de la historia es precisamente la sociedad civil. En ninguno de los dos casos hay un Imperio del Espíritu al final de la historia. Esto es lógico, porque al cortar el principio (Dios) de la teoría de Hegel, niegan el final (el Imperio del Espíritu). Habiendo comenzado con la naturaleza (el segundo momento de Hegel, no el primero), concluyen con la sociedad civil (el de Hegel no es el final de la historia, sino la fase precedente, es decir, el "momento liberal" propiamente dicho).
Y aunque el liberalismo es solo un momento para los marxistas, no deja de ser algo preliminar en la interpretación más general (hegeliana) de la sociedad civil, sobre todo porque el propio Hegel no estaba familiarizado con la interpretación distorsionada que hizo Marx de su propia doctrina (no se sabe qué clase de discípulos tienen los grandes filósofos).
Así, en el contexto de la filosofía de Hegel, el momento liberal abarca toda la sociedad civil (incluida la sociedad comunista, que, como resultado del siglo XX, resultó ser solo una desviación del liberalismo y en la década de 1990 volvió a su matriz burguesa capitalista).
Aplicando el modelo completo (no truncado, ni reducido) de la filosofía de la historia de Hegel a la cuestión que nos ocupa, obtenemos la aclaración que nos faltaba sobre qué es exactamente lo que puede venir después del liberalismo, cuyo final Hegel preveía y, además, consideraba inevitable, porque si Dios (alfa) está al principio de todo, también debe estar al final de todo (omega). Hegel consideraba que esta encarnación de Dios al final de la historia era algo análogo a lo que hoy se suele llamar el Estado-Civilización. Es decir, el fin del liberalismo no es el fin de la historia, sino el fin de una determinada etapa, que tiene su propio significado en el contexto general del cambio de ciclos y épocas, y que es un preludio necesario (aunque negativo) a la instauración del Imperio del Espíritu.
Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción.
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