EEUU usaría al narcotráfico como un "enemigo común" para ejercer una política injerencista
EEUU usaría al narcotráfico como un "enemigo común" para ejercer una política injerencista
Sputnik Mundo
El Gobierno de Estados Unidos ha utilizado la proclamada "guerra contra las drogas" como una forma de aplicar su política intervencionista en otros países... 28.09.2024, Sputnik Mundo
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, señaló a mediados de septiembre que la política estadounidense de combate al consumo de drogas es incorrecta pues, en su opinión, no atiende las causas de esta problemática.A decir del mandatario, Washington se queda "a medias en el combate a las drogas, al narcotráfico, porque, una vez que llega la droga a Estados Unidos, ya no hay bandas de distribución de droga. ¿Cómo es eso? ¿No hay cárteles allá?".Para la doctora en sociología Diana Zomera, que ha estudiado los efectos de la violencia en la vida de las personas, cuando el país norteamericano se refiere al narcotráfico como un enemigo común, al que, además, sitúa fuera de sus fronteras, es capaz de instrumentar la política de seguridad de otros países, principalmente de América Latina."Hablar de narcotráfico es una forma de hablar de una especie de enemigo común que le ha permitido a Estados Unidos un cierto intervencionismo en la política de otros países, principalmente en Latinoamérica y, específicamente, en México, por ser su frontera más cercana", analizó la socióloga en entrevista con Sputnik.En contraste, dijo Zomera, reducir el asunto del narcotráfico al interior del país a un problema de consumo, le ha permitido a Washington soslayar que se trata del principal centro de consumo de estupefacientes. Sin embargo, sostuvo que, si hay consumo, eso implica la presencia de drogas en el territorio y, por lo tanto, una red de distribución."¿Cómo se pueden manejar y distribuir estas drogas? Pues hay gente que lo hace. Quizá no en una escala como pensamos nosotros el crimen organizado, pero sí en un grado que le permite mantenerse activo como negocio lucrativo", aseveró.La crítica del presidente López Obrador recuerda a la hipótesis del periodista y académico mexicano Oswaldo Zavala, autor del libro Los cárteles no existen, que sostiene que el combate a las drogas forma parte de un entramado narrativo que le permite a las autoridades militarizar regiones enteras mediante la construcción de un enemigo al que presenta como todopoderoso y capaz de amenazar la soberanía misma.No obstante, diversos analistas y expertos en seguridad coinciden en que la militarización no solo no ha solucionado el problema, sino que lo ha exacerbado.Al respecto, Zomera refirió el ejemplo de Culiacán, Sinaloa (norte), en donde, en 2019, las autoridades mexicanas capturaron al hijo del narcotraficante Joaquín el Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán, en un operativo que desató uno de los episodios más cruentos en la historia reciente de México: el Culiacanazo.En aquel entonces, las imágenes de vehículos incendiados, balaceras y bloqueos de carreteras le dieron la vuelta al mundo, en medio de enfrentamientos entre militares y capos que dejaron varios muertos, por lo que el presidente López Obrador ordenó la liberación de Ovidio, desatando una ola de críticas contra las autoridades."La narrativa de Estados Unidos contra las drogas y lo que, entonces, ha orientado la estrategia [de seguridad] es eliminar capos, cortar cabezas", puntualizó la socióloga.Cuestionada sobre la forma en la que México y los países de la región pueden transformar la narrativa impuesta por Washington y, por ende, la forma de abordar esta problemática, Zomera sostuvo que, además de un cambio en la forma en la que narramos la violencia, es importante entender de qué estamos hablando."No es lo mismo hablar de delincuencia organizada y narcotráfico, aunque una hace parte de la otra (...). En una sociedad capitalista moderna, donde las actividades económicas se han hiperdiversificado, la delincuencia organizada ya no nada más depende del narcotráfico. Hay muchísimas otras actividades económicas ilegales que también están jugándose ahí", señaló.Por último, Zomera apuntó que, en zonas como Culiacán y otras ciudades afectadas por la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico, las personas han adaptado su vida a pesar de estas circunstancias que, desde luego, no eligieron.En ese sentido, la investigadora comentó que también es necesario un cambio de narrativa en cuanto a la normalización de la violencia."Es una disputa de poder que tiene muchas aristas y que hay que entenderlas en profundidad, desde su narrativa hasta su práctica para, más o menos, dimensionar la situación que se vive allá", finalizó.
El Gobierno de Estados Unidos ha utilizado la proclamada "guerra contra las drogas" como una forma de aplicar su política intervencionista en otros países, principalmente de América Latina, provocando un despliegue de violencia que al país norteamericano no le interesa resolver del todo, señalaron analistas entrevistados por Sputnik.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, señaló a mediados de septiembre que la política estadounidense de combate al consumo de drogas es incorrecta pues, en su opinión, no atiende las causas de esta problemática.
A decir del mandatario, Washington se queda "a medias en el combate a las drogas, al narcotráfico, porque, una vez que llega la droga a Estados Unidos, ya no hay bandas de distribución de droga. ¿Cómo es eso? ¿No hay cárteles allá?".
"Por eso digo que a medias, están pensando que los narcotraficantes están en México, están en Colombia, están en Ecuador, están en Guatemala, están en otras partes. [Pero] ahí no hay, en Estados Unidos, imagínense, si es el centro de consumo más importante en el mundo, ¿quién distribuye la droga? Pero los políticos, los legisladores, los de las agencias de Gobierno, no hablan de eso. ¿Cuándo se da a conocer que detuvieron a una banda de distribución de fentanilo?", continuó López Obrador.
Para la doctora en sociología Diana Zomera, que ha estudiado los efectos de la violencia en la vida de las personas, cuando el país norteamericano se refiere al narcotráfico como un enemigo común, al que, además, sitúa fuera de sus fronteras, es capaz de instrumentar la política de seguridad de otros países, principalmente de América Latina.
"Hablar de narcotráfico es una forma de hablar de una especie de enemigo común que le ha permitido a Estados Unidos un cierto intervencionismo en la política de otros países, principalmente en Latinoamérica y, específicamente, en México, por ser su frontera más cercana", analizó la socióloga en entrevista con Sputnik.
"Desde que inició Estados Unidos, en su política exterior, a tratar el tema de las drogas como la nombrada guerra contra las drogas, siempre su política ha sido intervencionista hacia Latinoamérica", añadió.
En contraste, dijo Zomera, reducir el asunto del narcotráfico al interior del país a un problema de consumo, le ha permitido a Washington soslayar que se trata del principal centro de consumo de estupefacientes. Sin embargo, sostuvo que, si hay consumo, eso implica la presencia de drogas en el territorio y, por lo tanto, una red de distribución.
"¿Cómo se pueden manejar y distribuir estas drogas? Pues hay gente que lo hace. Quizá no en una escala como pensamos nosotros el crimen organizado, pero sí en un grado que le permite mantenerse activo como negocio lucrativo", aseveró.
La crítica del presidente López Obrador recuerda a la hipótesis del periodista y académico mexicano Oswaldo Zavala, autor del libro Los cárteles no existen, que sostiene que el combate a las drogas forma parte de un entramado narrativo que le permite a las autoridades militarizar regiones enteras mediante la construcción de un enemigo al que presenta como todopoderoso y capaz de amenazar la soberanía misma.
No obstante, diversos analistas y expertos en seguridad coinciden en que la militarización no solo no ha solucionado el problema, sino que lo ha exacerbado.
Al respecto, Zomera refirió el ejemplo de Culiacán, Sinaloa (norte), en donde, en 2019, las autoridades mexicanas capturaron al hijo del narcotraficante Joaquín el Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán, en un operativo que desató uno de los episodios más cruentos en la historia reciente de México: el Culiacanazo.
En aquel entonces, las imágenes de vehículos incendiados, balaceras y bloqueos de carreteras le dieron la vuelta al mundo, en medio de enfrentamientos entre militares y capos que dejaron varios muertos, por lo que el presidente López Obrador ordenó la liberación de Ovidio, desatando una ola de críticas contra las autoridades.
"La narrativa de Estados Unidos contra las drogas y lo que, entonces, ha orientado la estrategia [de seguridad] es eliminar capos, cortar cabezas", puntualizó la socióloga.
Y añadió que, "en lo que ha devenido [la guerra contra el narcotráfico], es un despliegue de violencia que no está presupuestado en la estrategia estadounidense porque, precisamente, no les interesa".
Cuestionada sobre la forma en la que México y los países de la región pueden transformar la narrativa impuesta por Washington y, por ende, la forma de abordar esta problemática, Zomera sostuvo que, además de un cambio en la forma en la que narramos la violencia, es importante entender de qué estamos hablando.
"No es lo mismo hablar de delincuencia organizada y narcotráfico, aunque una hace parte de la otra (...). En una sociedad capitalista moderna, donde las actividades económicas se han hiperdiversificado, la delincuencia organizada ya no nada más depende del narcotráfico. Hay muchísimas otras actividades económicas ilegales que también están jugándose ahí", señaló.
Por último, Zomera apuntó que, en zonas como Culiacán y otras ciudades afectadas por la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico, las personas han adaptado su vida a pesar de estas circunstancias que, desde luego, no eligieron.
En ese sentido, la investigadora comentó que también es necesario un cambio de narrativa en cuanto a la normalización de la violencia.
"Habría que hacer un cambio de narrativa para, entonces, el resto de la gente, los que están afuera, puedan entender y dimensionar un poco más la complejidad de este tema, porque, al final, sí es una disputa de poder, pero no es así de simple", argumentó.
"Es una disputa de poder que tiene muchas aristas y que hay que entenderlas en profundidad, desde su narrativa hasta su práctica para, más o menos, dimensionar la situación que se vive allá", finalizó.
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