¿Cambio de ciclo en Cataluña tras el hundimiento electoral del bloque independentista?
¿Cambio de ciclo en Cataluña tras el hundimiento electoral del bloque independentista?
Sputnik Mundo
Los partidos soberanistas ya no suman. La vía rupturista podrá debilitarse aún más si los socialistas consiguen formar un Gobierno progresista con apoyos... 14.05.2024, Sputnik Mundo
Liderado por Salvador Illa, exministro de Sanidad del Gobierno de España, el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC, la marca del PSOE en la región) se alzó con la victoria en las elecciones autonómicas catalanas del 12 de mayo, tanto en número de votos como de escaños. El triunfo del PSC, que ganó nueve asientos, contrasta con la caída del bloque independentista, que hasta ahora gobernaba con mayoría absoluta.Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha protagonizado la mayor merma de apoyos al soberanismo, pues ha perdido 13 escaños. Su líder y hasta ahora presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, ya ha anunciado que abandona la política. "Por responsabilidad con mi país y con el partido que represento, he comunicado a ERC que no recogeré el acta de diputado y que, por tanto, no formaré parte del Parlamento de Cataluña y abandonaré la primera línea política", manifestó desde la sede de su partido.El partido de Carles Puigdemont, los conservadores de Junts, ganan votos y escaños (tres más), pero la debacle de ERC lastra a un bloque donde los independentistas de izquierda de la CUP también se han desplomado (pierden cinco diputados). No obstante, Puigdemont ha anunciado que intentará investirse presidente mediante una "mayoría coherente más amplia" que la del candidato socialista. Alude así Puigdemont a la posibilidad de formar un Gobierno en minoría junto a ERC asegurándose la abstención del PSC en la votación, tal vez el precio de seguir sosteniendo al Ejecutivo de Pedro Sánchez en Madrid.Sobre esta presión táctica de Junts, el politólogo Víctor Prieto recuerda a Sputnik que el Gobierno de Pedro Sánchez depende de la "colaboración activa y permiso" de Puigdemont, por lo que la colaboración entre Junts y el PSOE resultará vital, "tanto en Cataluña como en Madrid". Y añade:Para Prieto, la ligera mejora de Junts responde a una "hábil estrategia de distanciamiento" en sus responsabilidades de gobierno en la Generalitat. "El mantenimiento de la tensión con el Estado, si bien meramente retórica desde el anuncio de la amnistía, le ha permitido beneficiarse del reagrupamiento del voto independentista, desplazando el foco del colaboracionismo con Madrid hacia ERC", asegura."El perdedor, clarísimamente, es ERC", declara por su parte a Sputnik Toni Aira, profesor de Comunicación Política de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF-BSM), que califica su resultado de "descalabro" y recuerda que los republicanos han perdido el poder en Cataluña "apenas tres años después de acceder a él". En las elecciones de 2021, Illa y el PSC ya obtuvieron más votos que los republicanos de ERC, pero empataron a número de escaños (33) y la suma conjunta de las fuerzas soberanistas dio una mayoría absoluta y de Gobierno. Ahora ya no.Por primera vez desde el inicio del proceso independentista, el soberanismo catalán no logra la mayoría, la cual se cifra en 68 escaños. El PSC buscará el apoyo de partidos progresistas, sea en coalición o como apoyo externo, de los Comuns y la propia ERC, a cuyo carácter centro-izquierdista apelará. El vuelco permite atisbar un cambio en el proceso soberanista que ha caracterizado la política de la región en los últimos diez años, dominados por mayorías absolutas independentistas que cristalizaban en gobiernos de Junts y ERC.Y el resultado electoral otorga a Pedro Sánchez un triunfo indirecto, pues el presidente del Gobierno español obtiene aparentemente una validación de su política de distensión territorial, luego de impulsar medidas de apaciguamiento, como los indultos a los políticos catalanes encausados y la propia ley de amnistía, de gran coste sociopolítico.¿Fin de las aspiraciones soberanistas?El triunfo del PSC es también un bálsamo para el PSOE a nivel nacional, dados los malos resultados electorales cosechados en los últimos meses en los comicios autonómicos en el País Vasco y, sobre todo, Galicia. Ahora, "la ciudadanía catalana ha avalado la política de concordia de Pedro Sánchez", escribe la vicepresidenta María Jesús Montero en la red X.Pero la cuestión es tratar de comprender si la cuestión catalana se halla ante un punto de inflexión. Si la vía rupturista del independentismo catalán marcó su punto álgido en el referéndum y declaración unilateral de independencia en 2017, ¿queda ahora sepultada tal vía y las reivindicaciones identitarias amortiguadas? La respuesta podría ser afirmativa en caso de prosperar la formación de un Gobierno de orientación progresista; es decir, un ejecutivo de los socialistas favorecido por Comuns y ERC, el cual entrañaría que el muro entre el independentismo y el unionismo se hace poroso y que las posiciones identitarias se desenquistan.En sus primeras palabras tras el recuento electoral, Salvador Illa afirmó que "ningún catalán se quedará fuera" de la "nueva etapa" que, a su juicio, se abre. "Piensen lo que piensen, hablen la lengua que hablen, vivan donde vivan y vengan de donde vengan", dijo."Los resultados arrojan una recomposición del sistema de partidos y una redefinición de los espacios políticos", subraya V. Prieto, para quien Cataluña ya atraviesa una "situación de transición" sin rumbo especialmente definido. "El fracaso de la salida catalana a la crisis de representación general marca el momento político actual, pues es con los restos de este naufragio con los que hay que construir una balsa mínimamente estable para la gobernabilidad del Estado", afirma. Y apunta una paradoja:Sobre la fuerza actual del independentismoOtra pista sobre la vitalidad de las aspiraciones soberanistas, en caso de vincularlas a las sucesivas elecciones, la ofrece el dato de la participación en la jornada electoral: apenas el 58% del electorado acudió a votar. Es un porcentaje muy alejado de las cifras registradas en los años candentes del proceso independentista y tal vez un reflejo del hastío en la sociedad. "Hace años que la idea de un bloque independentista solo se mantiene viva como ilusión óptica de la contienda política en Madrid. Si Puigdemont pretende estirar el relato, será para acumular fuerza negociadora con los partidos de Estado", explica Víctor Prieto, para quien es plausible "la vuelta de la derecha catalana a redil de la dirección del Estado" en un futuro no muy lejano y "posiblemente ya sin Puigdemont".¿Un Parlamento de dos bandos en paridad ideológica?Otra lectura de los resultados es el alza de la derecha en general. Sube Junts, el PP ha quintuplicado su representación (seguramente beneficiado de la desaparición de C's), Vox mantiene la suya e incrementa sus votos. Además, un nuevo partido de ultraderecha aparece en escena: los independentistas de Aliança Catalana (AC). Es decir, tanto en campo soberanista como en el unionista hay socialdemócratas (ERC y PSC), conservadores (Junts y PP), izquierda alternativa (CUP y Comuns) y extrema derecha (AC y Vox).Pero con el surgimiento de AC, formación de corte xenófobo y discurso antiinmigración, el espectro político catalán añade un nuevo vector en el terreno del independentismo. "Faltaba una fuerza que fuera nítidamente de obediencia catalana y que también respondiera a este patrón; en ese sentido, el mapa político catalán ya no es exótico", explica Toni Aira, que si bien señala aquí una "tendencia que también es europea", añade que la aparición de AC no ha sido casual.Se refiere este analista a las frecuentes apariciones de la líder de AC, Silvia Orriols, en el canal privado 8 TV, consciente de que sus intervenciones incrementaban la audiencia y, sobre todo, a la notoriedad que han reportado a este partido varios medios de comunicación españoles de orientación conservadora, sabedores de que Orriols competía por el mismo electorado que Puigdemont.Por último, es destacable el sentido del voto en las zonas de mayor renta per cápita. Los socialistas han cosechado la mayoría de sus votos en Barcelona y su área metropolitana, la zona más poblada de Cataluña. No obstante, el PP se ha impuesto en los distritos más ricos de la capital, como Sarrià-Sant Gervasi o Pedralbes.
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¿Cambio de ciclo en Cataluña tras el hundimiento electoral del bloque independentista?
Los partidos soberanistas ya no suman. La vía rupturista podrá debilitarse aún más si los socialistas consiguen formar un Gobierno progresista con apoyos externos. Todas las derechas, unionistas e independentistas, ganan votos e incluso aparece un segundo partido de ultraderecha. ¿Tenía razón Pedro Sánchez con su política de apaciguamiento?
Liderado por Salvador Illa, exministro de Sanidad del Gobierno de España, el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC, la marca del PSOE en la región) se alzó con la victoria en las elecciones autonómicas catalanas del 12 de mayo, tanto en número de votos como de escaños. El triunfo del PSC, que ganó nueve asientos, contrasta con la caída del bloque independentista, que hasta ahora gobernaba con mayoría absoluta.
Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha protagonizado la mayor merma de apoyos al soberanismo, pues ha perdido 13 escaños. Su líder y hasta ahora presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, ya ha anunciado que abandona la política. "Por responsabilidad con mi país y con el partido que represento, he comunicado a ERC que no recogeré el acta de diputado y que, por tanto, no formaré parte del Parlamento de Cataluña y abandonaré la primera línea política", manifestó desde la sede de su partido.
El PSC ha obtenido 42 asientos y el 28% de los votos
Junts, 35 (21,6%)
ERC, 20 (13,7%)
El PP, 15 (11%)
Vox, 11 (8%)
Comuns, 6 (5,8%)
CUP, 4 (4,1%)
AC, 2 (3,8%)
El partido de Carles Puigdemont, los conservadores de Junts, ganan votos y escaños (tres más), pero la debacle de ERC lastra a un bloque donde los independentistas de izquierda de la CUP también se han desplomado (pierden cinco diputados). No obstante, Puigdemont ha anunciado que intentará investirse presidente mediante una "mayoría coherente más amplia" que la del candidato socialista. Alude así Puigdemont a la posibilidad de formar un Gobierno en minoría junto a ERC asegurándose la abstención del PSC en la votación, tal vez el precio de seguir sosteniendo al Ejecutivo de Pedro Sánchez en Madrid.
Sobre esta presión táctica de Junts, el politólogo Víctor Prieto recuerda a Sputnik que el Gobierno de Pedro Sánchez depende de la "colaboración activa y permiso" de Puigdemont, por lo que la colaboración entre Junts y el PSOE resultará vital, "tanto en Cataluña como en Madrid". Y añade:
"Las apelaciones rápidas a un tripartito de izquierdas resultan vanas si no tienen en cuenta este hecho, pues el peligro es hacer descarrilar la legislatura en Madrid".
Para Prieto, la ligera mejora de Junts responde a una "hábil estrategia de distanciamiento" en sus responsabilidades de gobierno en la Generalitat. "El mantenimiento de la tensión con el Estado, si bien meramente retórica desde el anuncio de la amnistía, le ha permitido beneficiarse del reagrupamiento del voto independentista, desplazando el foco del colaboracionismo con Madrid hacia ERC", asegura.
"El perdedor, clarísimamente, es ERC", declara por su parte a Sputnik Toni Aira, profesor de Comunicación Política de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF-BSM), que califica su resultado de "descalabro" y recuerda que los republicanos han perdido el poder en Cataluña "apenas tres años después de acceder a él". En las elecciones de 2021, Illa y el PSC ya obtuvieron más votos que los republicanos de ERC, pero empataron a número de escaños (33) y la suma conjunta de las fuerzas soberanistas dio una mayoría absoluta y de Gobierno. Ahora ya no.
"Junts ha sido la única formación independentista del Parlament que ha subido, porque la CUP también ha caído. Por tanto, quien está mejor dentro del espectro independentista es Puigdemont. Tiene difícil investirse, pero también lo tiene difícil Illa, aun habiendo ganado. Hace tres años también ganó y no fue presidente", sostiene Aira.
Por primera vez desde el inicio del proceso independentista, el soberanismo catalán no logra la mayoría, la cual se cifra en 68 escaños. El PSC buscará el apoyo de partidos progresistas, sea en coalición o como apoyo externo, de los Comuns y la propia ERC, a cuyo carácter centro-izquierdista apelará. El vuelco permite atisbar un cambio en el proceso soberanista que ha caracterizado la política de la región en los últimos diez años, dominados por mayorías absolutas independentistas que cristalizaban en gobiernos de Junts y ERC.
Y el resultado electoral otorga a Pedro Sánchez un triunfo indirecto, pues el presidente del Gobierno español obtiene aparentemente una validación de su política de distensión territorial, luego de impulsar medidas de apaciguamiento, como los indultos a los políticos catalanes encausados y la propia ley de amnistía, de gran coste sociopolítico.
"Teníamos razón, el perdón tiene un efecto sanador", ha declarado Sánchez durante una reunión de la Dirección Ejecutiva del PSOE, según adelantó el diario El País.
¿Fin de las aspiraciones soberanistas?
El triunfo del PSC es también un bálsamo para el PSOE a nivel nacional, dados los malos resultados electorales cosechados en los últimos meses en los comicios autonómicos en el País Vasco y, sobre todo, Galicia. Ahora, "la ciudadanía catalana ha avalado la política de concordia de Pedro Sánchez", escribe la vicepresidenta María Jesús Montero en la red X.
Pero la cuestión es tratar de comprender si la cuestión catalana se halla ante un punto de inflexión. Si la vía rupturista del independentismo catalán marcó su punto álgido en el referéndum y declaración unilateral de independencia en 2017, ¿queda ahora sepultada tal vía y las reivindicaciones identitarias amortiguadas?
La respuesta podría ser afirmativa en caso de prosperar la formación de un Gobierno de orientación progresista; es decir, un ejecutivo de los socialistas favorecido por Comuns y ERC, el cual entrañaría que el muro entre el independentismo y el unionismo se hace poroso y que las posiciones identitarias se desenquistan.
"Salvador Illa tiene ahora más margen, pero la suma que podría darle la presidencia es la de un nuevo tripartito de izquierdas que para ERC no puede repetirse tal cual lo practicó de 2003 a 2010, porque para ellos luego tuvo una penalización electoral muy importante", explica Aira, que basa el desgaste de ERC en "no saber liderar el ámbito independentista". En su opinión, un ulterior apoyo a Illa sería contumaz: "Sería incidir en el error", subraya.
En sus primeras palabras tras el recuento electoral, Salvador Illa afirmó que "ningún catalán se quedará fuera" de la "nueva etapa" que, a su juicio, se abre. "Piensen lo que piensen, hablen la lengua que hablen, vivan donde vivan y vengan de donde vengan", dijo.
"Los resultados arrojan una recomposición del sistema de partidos y una redefinición de los espacios políticos", subraya V. Prieto, para quien Cataluña ya atraviesa una "situación de transición" sin rumbo especialmente definido. "El fracaso de la salida catalana a la crisis de representación general marca el momento político actual, pues es con los restos de este naufragio con los que hay que construir una balsa mínimamente estable para la gobernabilidad del Estado", afirma. Y apunta una paradoja:
"Cataluña, escenario principal de la quiebra del sistema político español desde 2017, se erige ahora como condición de posibilidad para estabilizar ese sistema".
Víctor Prieto
Politólogo
Sobre la fuerza actual del independentismo
Otra pista sobre la vitalidad de las aspiraciones soberanistas, en caso de vincularlas a las sucesivas elecciones, la ofrece el dato de la participación en la jornada electoral: apenas el 58% del electorado acudió a votar. Es un porcentaje muy alejado de las cifras registradas en los años candentes del proceso independentista y tal vez un reflejo del hastío en la sociedad.
En 2024, los separatistas pierden 720.000 votos en comparación con los momentos álgidos del proceso independentista. La desmovilización de ese electorado se ha traducido mayormente en abstención. El independentismo ha pasado del 52% de los votos al 43,6%.
"Hace años que la idea de un bloque independentista solo se mantiene viva como ilusión óptica de la contienda política en Madrid. Si Puigdemont pretende estirar el relato, será para acumular fuerza negociadora con los partidos de Estado", explica Víctor Prieto, para quien es plausible "la vuelta de la derecha catalana a redil de la dirección del Estado" en un futuro no muy lejano y "posiblemente ya sin Puigdemont".
¿Un Parlamento de dos bandos en paridad ideológica?
Otra lectura de los resultados es el alza de la derecha en general. Sube Junts, el PP ha quintuplicado su representación (seguramente beneficiado de la desaparición de C's), Vox mantiene la suya e incrementa sus votos. Además, un nuevo partido de ultraderecha aparece en escena: los independentistas de Aliança Catalana (AC).
Es decir, tanto en campo soberanista como en el unionista hay socialdemócratas (ERC y PSC), conservadores (Junts y PP), izquierda alternativa (CUP y Comuns) y extrema derecha (AC y Vox).
Pero con el surgimiento de AC, formación de corte xenófobo y discurso antiinmigración, el espectro político catalán añade un nuevo vector en el terreno del independentismo. "Faltaba una fuerza que fuera nítidamente de obediencia catalana y que también respondiera a este patrón; en ese sentido, el mapa político catalán ya no es exótico", explica Toni Aira, que si bien señala aquí una "tendencia que también es europea", añade que la aparición de AC no ha sido casual.
"Ha sido promovida interesadamente por algunos sectores político-mediáticos que querían precisamente dar aire a esta opción política para desgastar las opciones de otros partidos, especialmente los independentistas", asegura Aira.
Se refiere este analista a las frecuentes apariciones de la líder de AC, Silvia Orriols, en el canal privado 8 TV, consciente de que sus intervenciones incrementaban la audiencia y, sobre todo, a la notoriedad que han reportado a este partido varios medios de comunicación españoles de orientación conservadora, sabedores de que Orriols competía por el mismo electorado que Puigdemont.
Por último, es destacable el sentido del voto en las zonas de mayor renta per cápita. Los socialistas han cosechado la mayoría de sus votos en Barcelona y su área metropolitana, la zona más poblada de Cataluña. No obstante, el PP se ha impuesto en los distritos más ricos de la capital, como Sarrià-Sant Gervasi o Pedralbes.
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