"La libertad de expresión y de movilización se cuestiona cuando es a favor de la causa palestina"
20:15 GMT 13.05.2024 (actualizado: 20:53 GMT 13.05.2024)
© AP Photo / Nam Y. HuhUn estudiante camina a lo largo de un campamento pro-Palestina en la Universidad de Chicago
© AP Photo / Nam Y. Huh
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Acusar de antisemitas y violentos a los estudiantes que exigen que Israel detenga el genocidio en la Franja de Gaza es la típica estrategia de Tel Aviv para desacreditar la protesta. Asimismo, se trata de la perversión mediática a la que los palestinos se enfrentan todos los días, le dijeron a Sputnik expertos en el conflicto palestino-israelí.
Desde que estallaron las protestas en universidades estadounidenses para exigir el fin de la guerra en Palestina, muchos políticos, periodistas y analistas han calificado a los estudiantes pro-Palestina como antisemitas —incluso si se trata de judíos—, violentos, racistas y hasta "wokes".
El 22 de abril, por ejemplo, pocos días después de que la Universidad de Columbia solicitó la presencia de la Policía de Nueva York para disolver una acampada de estudiantes en sus instalaciones —acción que derivó en más de 100 detenciones y en la suspensión de los jóvenes que participaron—, el presidente Joe Biden hizo un llamado a pronunciarse en contra del "alarmante aumento del antisemitismo en nuestras escuelas, comunidades y en línea".
"Este antisemitismo flagrante es reprensible y peligroso y no tiene absolutamente ningún lugar en los campus universitarios ni en ningún lugar de nuestro país", dijo el mandatario estadounidense durante una declaración por la festividad judía de Pésaj, que conmemora la huida de los israelitas de Egipto.
Al día siguiente, el expresidente Donald Trump le hizo eco a su contrincante demócrata en la carrera presidencial rumbo a las elecciones de 2024 de Estados Unidos, refiriéndose a las manifestaciones como escandalosas y una vergüenza para el país.
En gran parte de los principales medios de comunicación occidentales, paralelamente, columnistas y editores han publicado docenas de textos de análisis, noticias y opiniones en las que retratan a los estudiantes pro-Palestina como rabiosos antisemitas que, a diferencia de aquellos que se manifestaron contra la guerra de Vietnam, abanderan causas "wokes" como el anticolonialismo, la interseccionalidad y el antimperialismo, señal inequívoca de su odio a Occidente.
Para el comentarista británico Allister Heath, por ejemplo, los estudiantes, hoy, están "moralmente a la deriva" y las protestas "son incluso más tóxicas que las de 1968".
"La ideología del despertar de hoy es totalitaria, racista, antisemita, antifamiliar, anticapitalista y colectivista. Rechaza por ilegítimo no solo el conservadurismo, sino también el liberalismo de izquierda y la democracia. Promueve el odio contra los blancos y la israelofobia. Sus partidarios detestan a Occidente y automáticamente respaldan a nuestros enemigos. Demonizan a las minorías exitosas como blancos adyacentes", escribió Heath en su columna para The Telegraph.
"No hay antisemitismo en los estudiantes"
Pero la condena de cualquier manifestación a favor de Palestina no es nueva. Para la filósofa y académica judía Silvana Rabinovich, autora del libro "La biblia y el drone. Sobre usos y abusos de figuras bíblicas en el discurso político de Israel", se trata de la típica táctica de acusar para desacreditar la protesta.
Dicho en otras palabras, Rabinovich apuntó que, debido a la magnitud creciente del movimiento estudiantil, tanto en Estados Unidos como en el mundo entero, "desde arriba se pretende penalizar, castigar y acusar con patrañas y toda una serie de descalificaciones imprecisas" a los jóvenes.
No obstante, la profesora adscrita al Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM observó que los señalamientos de antisemitismo y el lenguaje utilizado por los medios "que se pliegan de esa manera descarada" al discurso de Israel es muy delicado, toda vez que tergiversa que, en realidad, el adjetivo semita se refiere a los descendientes de Noé: Sem, Cam y Jafet, cuya descendencia, a su vez, incluye a los musulmanes y a los judíos.
Adicionalmente, la filósofa distinguió entre judaísmo y sionismo y explicó que el segundo nació en el siglo XIX como movimiento nacional al que muchos judíos decidieron no adscribirse. Tal es el caso del movimiento político judío de corte socialista y revolucionario de los bundistas, que no eran religiosos, pero también judíos ortodoxos se mantuvieron al margen del sionismo. Otros, en tanto, se sumaron al movimiento sionista y posteriormente lo abandonaron, decepcionados por los "actos perversos y de colonización [llevados a cabo por Israel en contra de los palestinos], que no tenían nada que ver con las enseñanzas de los profetas y las herencias judías".
"Entonces, calificar de antisemita, por ejemplo, a un musulmán, un palestino, un árabe, es simplemente un desatino. Es algo, por decir lo menos, impreciso, por no decir que es algo perverso. Se confunde antisemita con judeofóbico o antijudío", señaló Rabinovich en entrevista con Sputnik.
"Tenemos una academia profundamente arrodillada"
Con ella coincide el médico, trabajador humanitario y exembajador de Colombia en Emiratos Árabes Unidos, Víctor de Currea, quien, en entrevista con Sputnik, observó que tratar de ver lo que no hay, es decir, antisemitismo y violencia en las manifestaciones pro-Palestina, "es parte de la perversión mediática a la que nos enfrentamos todos los días".
"La libertad de expresión, la libertad de movilización, todo eso se cuestiona cuando es a favor de la causa palestina", estimó De Currea, autor del libro Palestina, genocidio y resistencia, que se presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
"Allí no hay, de ninguna manera, un rechazo al pueblo, a la religión judía —de hecho, varios judíos están participando en este tipo de manifestaciones—, lo que hay es una protesta contra una cosa que está sucediendo, que es genocidio", añadió el activista por la paz.
Ahora bien, para el escritor y periodista colombiano, uno de los problemas de nuestra época es el problema de la alteridad o, dicho en otras palabras, el otro. En ese sentido, De Currea evaluó que, en la actualidad, tener un profesor sionista que haga apología del genocidio o que justifique lo que está haciendo Israel en la Franja de Gaza, "no es visto de mala manera, eso lo vemos como algo normal".
"Hemos normalizado en la academia el aplauso a Occidente, pero hemos satanizado cualquier cosa que nos parezca diferente", ponderó el ex embajador.
"Pero esa persecución [la que ejerce Israel contra los palestinos] fue la misma que sufrieron los judíos (...), lo que estamos viendo es más de lo mismo y, por supuesto, uno rechaza la persecución de que fueron víctimas los judíos, de la misma manera en que yo rechazo la forma en que ahora se persigue a los palestinos. Lo que pasa es que tenemos una academia profundamente arrodillada, profundamente cooptada (...), sometida al sionismo, es una academia donde no buscamos la verdad, sino buscamos el acomodo", añadió De Currea.
EEUU pretende ampliar la definición de antisemitismo
Con todo, en pleno estallido del movimiento estudiantil, la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos aprobó el 2 de mayo un proyecto de ley para ampliar la definición de antisemitismo basándose en la propuesta por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por su sigla en lengua inglesa), que considera antisemitas expresiones como la afirmación de que la existencia del Estado de Israel es racista, así como comparar las acciones del país hebreo en Palestina con las de la Alemania nazi en contra de los judíos.
Al respecto, De Currea estimó que es falso creer que toda ley, por cumplir cierta formalidad, es justa e ironizó que "también es legal, para el derecho israelí, la construcción del muro. También es legal, para el derecho israelí y para algunos sectores de Estados Unidos, los asentamientos que son todos ilegales. También es legal Guantánamo".
En ese sentido, el activista por la paz señaló que hemos pasado a un momento en el que criticar a Israel nos convierte en antisemitas. No obstante, en sintonía con Rabinovich, De Currea aseveró que "no hay mayor antisemitismo que el asesinato de miles de palestinos en la Franja de Gaza y Jordania".
Finalmente, el diplomático apuntó que "los jóvenes siguen marcando coyunturas políticas importantes". Sin embargo, hizo un llamado a entender que, pese a ser un gesto de solidaridad muy desafiante —toda vez que nació en un país profundamente capturado por el sionismo, desde Hollywood hasta las universidades—, el siguiente paso es acompañar las acciones de los estudiantes.
"Algunos sindicatos han tomado decisiones de no cargar ni descargar barcos donde haya armamento para Israel. Ese tipo de medidas de solidaridad ayuda a crear un bloque, entonces, los estudiantes también tienen que sentir que no están solos", mencionó De Currea.
Por su parte, Rabinovich enfatizó que las protestas a favor de Palestina no están movidas por el antisemitismo ni el odio hacia los judíos, sino que se trata de un movimiento crítico frente a las acciones de Israel —cuyos bombardeos han asesinado, desde el 7 de octubre, a más 34.000 personas en la Franja de Gaza— y para exigir a las universidades honrar la tarea humanista de la que son responsables y convertirse en espacios libres de apartheid.
"Una cosa es la crítica y otra cosa es el odio (...), la crítica no es desautorizar y denostar completamente", puntualizó Rabinovich.
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