El ambivalente estado emocional de los argentinos: el 62% es feliz, pero más del 50% quiere emigrar
El ambivalente estado emocional de los argentinos: el 62% es feliz, pero más del 50% quiere emigrar
Sputnik Mundo
En medio de la compleja situación económica que atraviesa Argentina, inmersa en un incierto escenario electoral, un estudio echa luz sobre la salud mental de... 12.10.2023, Sputnik Mundo
¿Cómo se convive emocionalmente con la incertidumbre que atraviesa un país? La respuesta, como es de esperar, reviste una profunda complejidad.De acuerdo a la última investigación llevada a cabo en Argentina por la Fundación Colsecor, el 62,2% de los entrevistados se considera feliz "la mayor parte del tiempo" o "todo el tiempo". Sin embargo, más de la mitad exhibe preocupación por la coyuntura.El trabajo, realizado en conjunto con Proyección Consultores y Dicen Consultora, echa luz sobre la percepción individual de cada estrato de la sociedad inmerso en un escenario de volatilidad económica —reflejado en la inflación y en las presiones devaluatorias— pero también de incertidumbre electoral, en medio de una reñida carrera presidencial entre tres fuerzas con marcadas diferencias.El poder (adquisitivo) de la felicidadSegún el informe, el 52,3% de los consultados siente preocupación "la mayor parte del tiempo" o "todo el tiempo", mientras que la afección por estrés alcanza al 46,7% de las personas. Sin embargo, los autores del estudio remarcan que "la preocupación disminuye a medida que aumenta el nivel de estudios".Entre quienes completaron estudios superiores —por ejemplo, universitarios—, el malestar es del 48,1%, mientras que dicha sensación trepa hasta el 55,4% entre aquellos que no terminaron la escuela secundaria. En la teoría sociológica, el grado de estudios alcanzados constituye una variable determinante para definir la clase social de pertenenciaDe acuerdo a los especialistas, el poder adquisitivo desempeña un rol insoslayable a la hora de proyectar un futuro y, por ende, de preocuparse por el presente. "La percepción de posibilidades de consumo tiene muchísima incidencia", explica a Sputnik Mario Riorda, politólogo y responsable del estudio desarrollado desde el año 2020.Sin embargo, el propio responsable del trabajo reconoce que "los índices de felicidad internacional no siempre están asociados necesariamente a la satisfacción de las necesidades materiales. La autopercepción puede funcionar como una especie de reacción, de resiliencia y hasta de rebeldía frente a una situación de adversidad".La brecha de géneroAl igual que en múltiples dimensiones de la vida cotidiana, el machismo y la desigualdad de género —crecientemente visibilizados— adquieren una incidencia gravitante en el estudio. Tanto a nivel de estrés como de preocupación, las mujeres reportan indicadores más desfavorables que los varones: el 67,5% de ellas manifiesta este malestar, contra el 58,1% de los hombres.Una de las causas atribuidas a esta disparidad, según los autores de la investigación, remite al uso del tiempo: quizás "tenga que ver con el descanso y la energía y vitalidad", resume el trabajo.En efecto, los varones reportan que el 54,2% de los días se sienten descansados, mientras que el valor desciende hasta el 47,9% en el caso de las mujeres. En cuanto a la energía y vitalidad, la brecha crece: 61,8% en los primeros y apenas 46,2% en las segundas.Los datos reposan sobre una base empírica derivada de otra investigación. Según la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) muestra que el 91,7% de las mujeres realiza trabajo no remunerado al que dedica un promedio de 6:30 horas diarias. Pero solo el 75,1% de los hombres desempeñan estas tareas, dedicándole un promedio de 3:40 horas por día."La brecha en género es una constante que empezamos a medir cuando estábamos entrando a la pandemia y creíamos que era algo que tenía que ver con una asimetría circunstancial, dado el mayor riesgo de exposición a la violencia doméstica durante la cuarentena, por ejemplo, pero luego descubrimos el carácter estructural", señala Riorda.La juventud, sector a atenderEn el marco de una compleja coyuntura económica y de mercado de trabajo —con bajo desempleo pero salarios deteriorados—, la mayoría de los encuestados (57%) se reconoce insatisfecha con los ingresos salariales que perciben en la localidad donde reside. El cuadro empeora entre los más jóvenes: el 65% para las personas de 16 a 24 años; el 62% para las de 25 a 39.Según la investigación de Colsecor, los menores de 39 años reconocen tener menos tiempo de descanso que los mayores. Además, las personas de entre 16 y 25 años se sintieron más estresados que las personas mayores de 60.Consultado al respecto, Riorda sentencia que "un dato concreto que arroja el trabajo es que los jóvenes constituyen el sector que más está sufriendo. La falta de contención es notable: en nuestras mediciones se mantiene la percepción de una falta de perspectivas de futuro, quizás no siempre explícitas, pero con un peso creciente".Dentro del cúmulo de consecuencias identificables de tan crudo diagnóstico destaca un fenómeno que —si bien se mantiene estable y hasta en descenso— despierta la atención de los especialistas: el 51,6% de los consultados quisiera emigrar. En el caso de los más jóvenes, el porcentaje trepa hasta el 65,7% de respuestas afirmativas.Los servicios públicos, bajo la lupa"La conformidad con la oferta de educación y de salud continúa bajando de modo constante desde hace cuatro años", sentencia el informe. Apenas el 41% de los consultados se mostró satisfecho con la provisión de servicios elementales, cifra que contrasta con el 59% del 2022, el 64% del 2021 y el 73% del 2020.En espejo, consultados acerca del funcionamiento de servicios públicos el 40,6% de los encuestados declaró sentirse insatisfecho: en 2022 el valor alcanzaba al 41%; en 2021 al 38% y en 2020 al 31%. A su vez, dos de cada 10 personas residentes en grandes localidades reportan que el transporte público no llega a su ubicación."La percepción imperante es la de una merma en la calidad de los servicios, centralmente los esenciales como la educación o la salud. El problema consiste en que eso le quita al Estado la legitimidad para ser el garante protagónico del desarrollo individual y social, casi quedando a la par del mercado", sostiene Riorda.
En medio de la compleja situación económica que atraviesa Argentina, inmersa en un incierto escenario electoral, un estudio echa luz sobre la salud mental de la población. Si bien la mayoría exhibe preocupación, el malestar se profundiza entre los jóvenes, las mujeres y las personas con menores estudios académicos.
¿Cómo se convive emocionalmente con la incertidumbre que atraviesa un país? La respuesta, como es de esperar, reviste una profunda complejidad.
De acuerdo a la última investigación llevada a cabo en Argentina por la Fundación Colsecor, el 62,2% de los entrevistados se considera feliz "la mayor parte del tiempo" o "todo el tiempo". Sin embargo, más de la mitad exhibe preocupación por la coyuntura.
El trabajo, realizado en conjunto con Proyección Consultores y Dicen Consultora, echa luz sobre la percepción individual de cada estrato de la sociedad inmerso en un escenario de volatilidad económica —reflejado en la inflación y en las presiones devaluatorias— pero también de incertidumbre electoral, en medio de una reñida carrera presidencial entre tres fuerzas con marcadas diferencias.
El poder (adquisitivo) de la felicidad
Según el informe, el 52,3% de los consultados siente preocupación "la mayor parte del tiempo" o "todo el tiempo", mientras que la afección por estrés alcanza al 46,7% de las personas. Sin embargo, los autores del estudio remarcan que "la preocupación disminuye a medida que aumenta el nivel de estudios".
Entre quienes completaron estudios superiores —por ejemplo, universitarios—, el malestar es del 48,1%, mientras que dicha sensación trepa hasta el 55,4% entre aquellos que no terminaron la escuela secundaria. En la teoría sociológica, el grado de estudios alcanzados constituye una variable determinante para definir la clase social de pertenencia
De acuerdo a los especialistas, el poder adquisitivo desempeña un rol insoslayable a la hora de proyectar un futuro y, por ende, de preocuparse por el presente. "La percepción de posibilidades de consumo tiene muchísima incidencia", explica a Sputnik Mario Riorda, politólogo y responsable del estudio desarrollado desde el año 2020.
"La menor preocupación de los estratos sociales más altos está vinculada con algún otro tipo de consumos que pueden ser bienes simbólicos", sostiene el investigador.
Sin embargo, el propio responsable del trabajo reconoce que "los índices de felicidad internacional no siempre están asociados necesariamente a la satisfacción de las necesidades materiales. La autopercepción puede funcionar como una especie de reacción, de resiliencia y hasta de rebeldía frente a una situación de adversidad".
La brecha de género
Al igual que en múltiples dimensiones de la vida cotidiana, el machismo y la desigualdad de género —crecientemente visibilizados— adquieren una incidencia gravitante en el estudio. Tanto a nivel de estrés como de preocupación, las mujeres reportan indicadores más desfavorables que los varones: el 67,5% de ellas manifiesta este malestar, contra el 58,1% de los hombres.
Una de las causas atribuidas a esta disparidad, según los autores de la investigación, remite al uso del tiempo: quizás "tenga que ver con el descanso y la energía y vitalidad", resume el trabajo.
En efecto, los varones reportan que el 54,2% de los días se sienten descansados, mientras que el valor desciende hasta el 47,9% en el caso de las mujeres. En cuanto a la energía y vitalidad, la brecha crece: 61,8% en los primeros y apenas 46,2% en las segundas.
Los datos reposan sobre una base empírica derivada de otra investigación. Según la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) muestra que el 91,7% de las mujeres realiza trabajo no remunerado al que dedica un promedio de 6:30 horas diarias. Pero solo el 75,1% de los hombres desempeñan estas tareas, dedicándole un promedio de 3:40 horas por día.
"La brecha en género es una constante que empezamos a medir cuando estábamos entrando a la pandemia y creíamos que era algo que tenía que ver con una asimetría circunstancial, dado el mayor riesgo de exposición a la violencia doméstica durante la cuarentena, por ejemplo, pero luego descubrimos el carácter estructural", señala Riorda.
"Acá entra en juego el estrés, probablemente ligado a las tareas del hogar. Esto se agrava en las grandes ciudades, donde la dinámica del cuidado tiene además otro tipo de exigencias o de cargas que probablemente en las localidades menores no existan", explica el investigador.
La juventud, sector a atender
En el marco de una compleja coyuntura económica y de mercado de trabajo —con bajo desempleo pero salarios deteriorados—, la mayoría de los encuestados (57%) se reconoce insatisfecha con los ingresos salariales que perciben en la localidad donde reside. El cuadro empeora entre los más jóvenes: el 65% para las personas de 16 a 24 años; el 62% para las de 25 a 39.
Según la investigación de Colsecor, los menores de 39 años reconocen tener menos tiempo de descanso que los mayores. Además, las personas de entre 16 y 25 años se sintieron más estresados que las personas mayores de 60.
Consultado al respecto, Riorda sentencia que "un dato concreto que arroja el trabajo es que los jóvenes constituyen el sector que más está sufriendo. La falta de contención es notable: en nuestras mediciones se mantiene la percepción de una falta de perspectivas de futuro, quizás no siempre explícitas, pero con un peso creciente".
"Creo que los jóvenes reflejan el nuevo escepticismo latinoamericano, que es bastante diferente al europeo: consiste en la idea de 'estoy mal y me veo en la misma situación mañana'. Ese bache de perspectiva es el que se cristaliza en una suerte de falta de esperanza", apunta el responsable del trabajo.
Dentro del cúmulo de consecuencias identificables de tan crudo diagnóstico destaca un fenómeno que —si bien se mantiene estable y hasta en descenso— despierta la atención de los especialistas: el 51,6% de los consultados quisiera emigrar. En el caso de los más jóvenes, el porcentaje trepa hasta el 65,7% de respuestas afirmativas.
"Es interesante que haya bajado la potencialidad migratoria de los más chicos en comparación con investigaciones anteriores, pero el promedio nacional sigue igual, sobre todo en la mayor parte de la población económicamente activa", destaca Riorda.
Los servicios públicos, bajo la lupa
"La conformidad con la oferta de educación y de salud continúa bajando de modo constante desde hace cuatro años", sentencia el informe. Apenas el 41% de los consultados se mostró satisfecho con la provisión de servicios elementales, cifra que contrasta con el 59% del 2022, el 64% del 2021 y el 73% del 2020.
En espejo, consultados acerca del funcionamiento de servicios públicos el 40,6% de los encuestados declaró sentirse insatisfecho: en 2022 el valor alcanzaba al 41%; en 2021 al 38% y en 2020 al 31%. A su vez, dos de cada 10 personas residentes en grandes localidades reportan que el transporte público no llega a su ubicación.
"La percepción imperante es la de una merma en la calidad de los servicios, centralmente los esenciales como la educación o la salud. El problema consiste en que eso le quita al Estado la legitimidad para ser el garante protagónico del desarrollo individual y social, casi quedando a la par del mercado", sostiene Riorda.
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