A 10 años de la Franja y la Ruta: ¿qué puede esperar Argentina de su relación con China?
A 10 años de la Franja y la Ruta: ¿qué puede esperar Argentina de su relación con China?
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La iniciativa de Pekín nacida en 2013, a la que Buenos Aires se adhirió a inicios del 2022, se inscribe en un marco global signado por la multipolaridad. Desde... 21.09.2023, Sputnik Mundo
En septiembre de 2013 el presidente chino Xi Jinping lanzó el ambicioso proyecto conocido como la Franja y la Ruta de la Seda. Poco más de ocho años después, en febrero de 2022, Argentina se adhirió a la iniciativa, que ya reúne a 140 países que representan más del 60% de la población mundial. A una década del nacimiento del programa, los efectos comienzan a sentirse en el país austral.En términos concretos, la conjunción de la Franja Económica de la Ruta de la Seda —conocida como la "Nueva Ruta de la Seda"— y la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI se traduce en la traza de seis corredores troncales, terrestres y marítimos, que suponen la construcción de infraestructura que comprende tanto a puertos y vías férreas como a centrales eléctricas.Si bien reviste múltiples dimensiones —desde la "ruta de la seda" digital, centrada en la conectividad, hasta el desarrollo de la economía "verde" o sustentable—, en Argentina la adhesión al proyecto se traduce en inversiones concretas para obras estratégicas. La última gira oficial por Pekín, a cargo del ministro de Economía Sergio Massa, estuvo focalizada en este impacto.Los miles de millones de dólares consignados apuntan al desarrollo de la modernización del sistema ferroviario; las energías renovables —como la construcción de parques solares y eólicos, además de acueductos y represas—; el tendido eléctrico —centralmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires— y obras de saneamiento, como plantas potabilizadoras y cloacales, entre otras.Uno de los ejes centrales de los acuerdos alcanzados entre Buenos Aires y Pekín remite a la construcción de la cuarta central nuclear argentina, Atucha III, que consiste en un reactor de 1.200 megavatios a instalarse en el Complejo Nuclear Atucha, provincia de Buenos Aires, permitiendo ampliar las capacidades nucleares del país sudamericano mediante la transferencia de tecnología.Lo urgente y lo importantePara el politólogo Néstor Restivo, la adhesión de Argentina al proyecto chino ofrece más ventajas que perjuicios: "La decisión me parece positiva y no excluyente. Argentina perfectamente puede participar de otros armados en la medida que se lo propongan y se consideren, por ejemplo con el resto de Latinoamérica", opina en diálogo con Sputnik.Según el especialista, la trascendencia de la incorporación a la iniciativa radica en la importancia que reviste para el gigante asiático: "Para China esta es una iniciativa fundamental. Probablemente sea la principal medida de política exterior adoptada durante todo el periodo de Xi, porque ratifica el interés de Pekín en las inversiones estratégicas a nivel global".El efecto no es simplemente simbólico. Dada la feroz crisis económica que atraviesa el país austral —reflejada en la inflación del 124,4% interanual, récord en 32 años—, en parte debido a la alarmante falta de reservas en su Banco Central, el diálogo bilateral puede surtir impactos directos."Ante la crítica situación, para Argentina esto puede traducirse en un alivio financiero o al menos en una alternativa concreta, como en el caso del swap [intercambio] de monedas entre los países. En la medida en que Argentina acepta el convite de China a distintas construcciones que se van dando, las relaciones se fortalecen y eso se refleja en la macroeconomía", explica el historiador.Si cada decisión de política económica de la Casa Rosada es auditada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) —en el marco del acuerdo para la refinanciación de la deuda contraída en 2018 por el expresidente Mauricio Macri (2015-2019)—, la posibilidad de concretar acuerdos para conseguir nuevas fuentes de fondeo desde Asia despierta la atención de los expertos.El politólogo Alejandro Frenkel, analista internacional e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), considera que "China tiene la particularidad de que el financiamiento que otorga no suele estar acompañado de condicionamientos de establecer determinadas políticas macroeconómicas, como sí sucede con el FMI, que pide a cambio determinados programas económicos. Y eso es atendible".Ladrillo a ladrilloEl diálogo bilateral no se agota en la Franja y la Ruta. El creciente vínculo entre Buenos Aires y Pekín se refleja en instancias geopolíticamente trascendentales, como la flamante incorporación del país austral a los BRICS —Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica—. Según Frenkel, integrar el bloque abre la posibilidad a construir instancias de diálogo con los países de mayor peso del hemisferio sur."Estar en el foro tiene un impacto geopolítico importante: significa tener una voz en una plataforma que hoy engloba a los países más importantes del sur global. Si bien los integrantes no tienen acuerdos comerciales per se, sí conforman una plataforma que puede servir para profundizar los vínculos preexistentes, y Argentina tiene socios comerciales muy importantes en ese punto", sostiene el investigador.Concretamente, el capítulo que más interés despierta en las autoridades argentinas es el ligado a un potencial financiamiento proveniente del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) que echó a andar el BRICS. Torús explica que "la oportunidad más consistente que ofrecen hoy los BRICS, y por ende China, es el crédito desde el NBD. No es que por ser parte de BRICS van a llover inversiones, pero sí nos permitirá la apertura de mercados".Entre Washington y PekínDado el insoslayable peso de la Casa Blanca en el FMI —puesto que Estados Unidos posee un poder de voto del 16,74%, superior al del resto de integrantes del organismo—, Buenos Aires está obligada a mantener el diálogo con la potencia norteamericana.Ante la competencia directa librada entre Washington y Pekín por la influencia global, Argentina podría quedar inmersa en medio de la tensión entre ambos actores de peso."El FMI es una carta importante de Estados Unidos. Argentina tiene un problema, que es que está muy dependiente de una deuda colosal y por eso no puede jugar libremente. Hay que avanzar con cuidado, porque la presión del Fondo es muy grande y eso quita márgenes de autonomía", explica Restivo.Frenkel coincide con la lectura de su colega y agrega un elemento crucial: la amenaza que la Casa Blanca ve en el creciente vínculo que el gigante asiático está sembrando con Latinoamérica. "EEUU libra una política dominada por la cuestión china: plantea toda su visión en la región a través del ente de la rivalidad con Pekín, y eso hace que en algunos casos se puedan exagerar determinadas iniciativas", sostiene."De todos modos, es cierto que Estados Unidos tiene cierta aceptación de que la mayor presencia china en términos económicos en la región ya es algo inevitable, porque se está transformando en el principal socio comercial de todos lo países de la región", agrega el analista.Pese a los condicionamientos, existe un concreto margen de maniobra. Según Torús, el acercamiento a una de las potencias no implica necesariamente el alejamiento de la otra: "No creo que haya consecuencias negativas específicas para Argentina por el hecho de acercarse a China, porque casi todos los países del mundo estaban adheridos a la Ruta y la Franja. Sería pecar de una visión muy dependentista, como si no tuviéramos autonomía".En este punto emerge un aspecto crucial: aun si Washington denunciara la amenaza de un acercamiento concreto hacia China, ¿qué alternativa quedaría para Buenos Aires en caso de querer avanzar con las inversiones estratégicas que requieren de financiamiento? Restivo responde sin eufemismos: "Es obvio que a EEUU no les simpatiza que haya tanta adhesión a estos proyectos, pero no hay otra opción".Distancia prudenteSi la experiencia del vínculo con el FMI y la Casa Blanca dejó una enseñanza valiosa para Argentina, sin dudas refiere a la relevancia de evitar la dependencia directa hacia una única potencia. En este punto hace hincapié Frenkel: "China se ha transformado en un actor financiero para Argentina, además de un socio comercial fundamental en cooperación energética. La dependencia respecto del mercado chino hoy es real y se está profundizando".Según Restivo, la advertencia sobre la profundización del vínculo bilateral aún no halla elementos concretos para despertar la alerta. "La dependencia siempre es mala, pero hoy Argentina no está en esa situación. Si se consolidara una relación en donde toda la deuda fuese con China, habría que diseñar una política de mayor diversificación, pero no es el actual escenario", explica el investigador.
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A 10 años de la Franja y la Ruta: ¿qué puede esperar Argentina de su relación con China?
La iniciativa de Pekín nacida en 2013, a la que Buenos Aires se adhirió a inicios del 2022, se inscribe en un marco global signado por la multipolaridad. Desde las inversiones en infraestructura hasta las alternativas de financiamiento: ¿cómo impacta en la economía argentina este vínculo con el gigante asiático?
En septiembre de 2013 el presidente chino Xi Jinping lanzó el ambicioso proyecto conocido como la Franja y la Ruta de la Seda. Poco más de ocho años después, en febrero de 2022, Argentina se adhirió a la iniciativa, que ya reúne a 140 países que representan más del 60% de la población mundial. A una década del nacimiento del programa, los efectos comienzan a sentirse en el país austral.
En términos concretos, la conjunción de la Franja Económica de la Ruta de la Seda —conocida como la "Nueva Ruta de la Seda"— y la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI se traduce en la traza de seis corredores troncales, terrestres y marítimos, que suponen la construcción de infraestructura que comprende tanto a puertos y vías férreas como a centrales eléctricas.
Si bien reviste múltiples dimensiones —desde la "ruta de la seda" digital, centrada en la conectividad, hasta el desarrollo de la economía "verde" o sustentable—, en Argentina la adhesión al proyecto se traduce en inversiones concretas para obras estratégicas. La última gira oficial por Pekín, a cargo del ministro de Economía Sergio Massa, estuvo focalizada en este impacto.
Los miles de millones de dólares consignados apuntan al desarrollo de la modernización del sistema ferroviario; las energías renovables —como la construcción de parques solares y eólicos, además de acueductos y represas—; el tendido eléctrico —centralmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires— y obras de saneamiento, como plantas potabilizadoras y cloacales, entre otras.
Uno de los ejes centrales de los acuerdos alcanzados entre Buenos Aires y Pekín remite a la construcción de la cuarta central nuclear argentina, Atucha III, que consiste en un reactor de 1.200 megavatios a instalarse en el Complejo Nuclear Atucha, provincia de Buenos Aires, permitiendo ampliar las capacidades nucleares del país sudamericano mediante la transferencia de tecnología.
Lo urgente y lo importante
Para el politólogo Néstor Restivo, la adhesión de Argentina al proyecto chino ofrece más ventajas que perjuicios: "La decisión me parece positiva y no excluyente. Argentina perfectamente puede participar de otros armados en la medida que se lo propongan y se consideren, por ejemplo con el resto de Latinoamérica", opina en diálogo con Sputnik.
Según el especialista, la trascendencia de la incorporación a la iniciativa radica en la importancia que reviste para el gigante asiático: "Para China esta es una iniciativa fundamental. Probablemente sea la principal medida de política exterior adoptada durante todo el periodo de Xi, porque ratifica el interés de Pekín en las inversiones estratégicas a nivel global".
"En estos 10 años China se consolidó definitivamente como una potencia, y la Franja y la Ruta probablemente sea la apuesta que más acompaña esta nueva configuración", sostiene Restivo.
El efecto no es simplemente simbólico. Dada la feroz crisis económica que atraviesa el país austral —reflejada en la inflación del 124,4% interanual, récord en 32 años—, en parte debido a la alarmante falta de reservas en su Banco Central, el diálogo bilateral puede surtir impactos directos.
"Ante la crítica situación, para Argentina esto puede traducirse en un alivio financiero o al menos en una alternativa concreta, como en el caso del swap [intercambio] de monedas entre los países. En la medida en que Argentina acepta el convite de China a distintas construcciones que se van dando, las relaciones se fortalecen y eso se refleja en la macroeconomía", explica el historiador.
Según la analista internacional Melina Torús, de la Universidad Nacional de La Plata, "el mejor ejemplo de referencia que podemos tener es lo que sucedió en Asia Central. En ese marco se realizaron inversiones en infraestructura básica, como el tendido de rutas ferroviarias y eléctricas. Esto mismo puede concretarse en nuestro país", opina en diálogo con Sputnik.
Si cada decisión de política económica de la Casa Rosada es auditada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) —en el marco del acuerdo para la refinanciación de la deuda contraída en 2018 por el expresidente Mauricio Macri (2015-2019)—, la posibilidad de concretar acuerdos para conseguir nuevas fuentes de fondeo desde Asia despierta la atención de los expertos.
El politólogo Alejandro Frenkel, analista internacional e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), considera que "China tiene la particularidad de que el financiamiento que otorga no suele estar acompañado de condicionamientos de establecer determinadas políticas macroeconómicas, como sí sucede con el FMI, que pide a cambio determinados programas económicos. Y eso es atendible".
"Es positivo que Argentina diversifique su cartera de crédito. Sin embargo, también existe una dimensión negativa que se refleja en la profundización de la situación de endeudamiento, que en el país siempre es sensible, aunque sea con otros organismos", advierte Frenkel.
"Estar en el foro tiene un impacto geopolítico importante: significa tener una voz en una plataforma que hoy engloba a los países más importantes del sur global. Si bien los integrantes no tienen acuerdos comerciales per se, sí conforman una plataforma que puede servir para profundizar los vínculos preexistentes, y Argentina tiene socios comerciales muy importantes en ese punto", sostiene el investigador.
Restivo afirma que "estos avances abren la expectativa de un siglo XXI diferente, con un armado más igualitario, donde los países del sur global puedan coordinar y cooperar mejor, donde no haya imposiciones de políticas internas".
Concretamente, el capítulo que más interés despierta en las autoridades argentinas es el ligado a un potencial financiamiento proveniente del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) que echó a andar el BRICS. Torús explica que "la oportunidad más consistente que ofrecen hoy los BRICS, y por ende China, es el crédito desde el NBD. No es que por ser parte de BRICS van a llover inversiones, pero sí nos permitirá la apertura de mercados".
"Más de 20 países habían solicitado ingresar al bloque. Que solamente se haya incorporado a seis da una idea de la relevancia que Argentina tiene para China en Latinoamérica y en el tablero global", sostiene la analista.
Entre Washington y Pekín
Dado el insoslayable peso de la Casa Blanca en el FMI —puesto que Estados Unidos posee un poder de voto del 16,74%, superior al del resto de integrantes del organismo—, Buenos Aires está obligada a mantener el diálogo con la potencia norteamericana.
Ante la competencia directa librada entre Washington y Pekín por la influencia global, Argentina podría quedar inmersa en medio de la tensión entre ambos actores de peso.
"El FMI es una carta importante de Estados Unidos. Argentina tiene un problema, que es que está muy dependiente de una deuda colosal y por eso no puede jugar libremente. Hay que avanzar con cuidado, porque la presión del Fondo es muy grande y eso quita márgenes de autonomía", explica Restivo.
Frenkel coincide con la lectura de su colega y agrega un elemento crucial: la amenaza que la Casa Blanca ve en el creciente vínculo que el gigante asiático está sembrando con Latinoamérica.
"EEUU libra una política dominada por la cuestión china: plantea toda su visión en la región a través del ente de la rivalidad con Pekín, y eso hace que en algunos casos se puedan exagerar determinadas iniciativas", sostiene.
"De todos modos, es cierto que Estados Unidos tiene cierta aceptación de que la mayor presencia china en términos económicos en la región ya es algo inevitable, porque se está transformando en el principal socio comercial de todos lo países de la región", agrega el analista.
Pese a los condicionamientos, existe un concreto margen de maniobra. Según Torús, el acercamiento a una de las potencias no implica necesariamente el alejamiento de la otra: "No creo que haya consecuencias negativas específicas para Argentina por el hecho de acercarse a China, porque casi todos los países del mundo estaban adheridos a la Ruta y la Franja. Sería pecar de una visión muy dependentista, como si no tuviéramos autonomía".
"Todo se inscribe en un reordenamiento del mapa internacional. Los principales mercados empiezan a estar en India, China y toda Asia. Es innegable que hay un declive de Estados Unidos en cuanto a su supremacía económica (...) porque ahora tiene un férreo competidor que disputa los centros de poder", apunta la investigadora.
En este punto emerge un aspecto crucial: aun si Washington denunciara la amenaza de un acercamiento concreto hacia China, ¿qué alternativa quedaría para Buenos Aires en caso de querer avanzar con las inversiones estratégicas que requieren de financiamiento? Restivo responde sin eufemismos: "Es obvio que a EEUU no les simpatiza que haya tanta adhesión a estos proyectos, pero no hay otra opción".
"A Estados Unidos les molesta que China eventualmente llegue a financiar una cuarta central atómica en el país. Pero ¿qué ofrecen a cambio? No proponen un plan superador, entonces concretamente no hay una alternativa más favorable. Evidentemente Washington ha decidido dejar de ser un socio propositivo, y ese espacio lo ocupa Pekín", explica el historiador.
Si la experiencia del vínculo con el FMI y la Casa Blanca dejó una enseñanza valiosa para Argentina, sin dudas refiere a la relevancia de evitar la dependencia directa hacia una única potencia.
En este punto hace hincapié Frenkel: "China se ha transformado en un actor financiero para Argentina, además de un socio comercial fundamental en cooperación energética. La dependencia respecto del mercado chino hoy es real y se está profundizando".
Según Restivo, la advertencia sobre la profundización del vínculo bilateral aún no halla elementos concretos para despertar la alerta. "La dependencia siempre es mala, pero hoy Argentina no está en esa situación. Si se consolidara una relación en donde toda la deuda fuese con China, habría que diseñar una política de mayor diversificación, pero no es el actual escenario", explica el investigador.
"Si no se consolida una unión a nivel regional, nuestros países quedarán demasiado débiles y siempre correrán el riesgo de depender demasiado de una potencia, entonces dependerá del diseño estratégico que haga Argentina con sus vecinos para no ser dependiente de ningún país", sostiene el analista.
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