¿Podría ocurrir en España un terremoto como el de Marruecos? "Es improbable, pero no imposible"
¿Podría ocurrir en España un terremoto como el de Marruecos? "Es improbable, pero no imposible"
Sputnik Mundo
Los sismólogos y arquitectos consultados por Sputnik no ven probable que un sismo de magnitud como el sufrido en Marrakech y el Atlas pueda tener lugar en la... 12.09.2023, Sputnik Mundo
El sismo que en la noche del 8 de septiembre arrasó pueblos enteros en la zona del macizo montañoso del Atlas y ha provocado la muerte de al menos 2.862 personas y dejado heridos a más de 2.500, se dejó sentir en otros puntos del territorio de sus países vecinos.En el Sahara Occidental, Mauritania y al oeste de Argelia (en la zona de los campamentos refugiados saharauis en Tinduf) pudo percibirse el terremoto. También en varias provincias meridionales de España, como Málaga, Huelva, Sevilla, Jaén y Cádiz. De una magnitud de momento sísmico de 6.8 puntos y originado a 25 km de profundidad, según datos del Instituto Geográfico Nacional de España (IGN), y con epicentro a 70 km de distancia de la ciudad de Marrakech, cabe preguntarse si un terremoto semejante podría producirse en las zonas sísmicas de la península ibérica."El riesgo de que suceda en España sería improbable, pero no del todo imposible", declara a Sputnik el sismólogo Luis Cabañas, del IGN, que explica que son las fallas existentes las que marcan los terremotos, cuya magnitud corresponderá al tamaño de la ruptura. "Según las fallas que tengas, puedes pensar si tendrás ese tamaño de ruptura o no. En España podría haberlo, pues las fallas conocidas podrían provocar un terremoto de una magnitud del orden como el de Marruecos, de 6, 6,5 o 6,7 puntos", detalla. Pero para acontecer tal eventualidad, el período de tiempo a transcurrir es amplísimo.La falla ubicada en el Atlas que ha provocado el terremoto en Marruecos, se halla a unos 700 km de la provincia de Cádiz (la más meridional del país) y del sur de Andalucía. Los sistemas de fallas en el sureste de España no tienen nada que ver con la del Atlas, de modo que los leves temblores percibidos con posterioridad al sismo en el país magrebí no son réplicas de este, sino temblores diferentes.España, zona de actividad sísmica moderadaLas fallas activas de España capaces de provocar terremotos de una magnitud en torno a los seis puntos, están situadas en el sureste peninsular y en la zona de la cordillera de los Pirineos. La península ibérica se asienta sobre una microplaca, que se encuentra entre dos importantes placas tectónicas: la euroasiática y la africana.En realidad, la microplaca ibérica está unida a la euroasiática y el movimiento de las placas es constante, por lo que los continentes euroasiático y africano se mueven como si fueran a chocar. A tal movimiento se le denomina tectónica de placas y la colisión que produce es lo que provoca la actividad sísmica en los países mediterráneos."Las dos placas, la africana y la euroasiática, se empujan una contra otra. Y el movimiento que conllevan se distribuye en toda la región. La tasa de ese movimiento es más alta en la parte de Turquía, Grecia y hasta Italia, y es más baja por la zona de la península ibérica", detalla L. Cabañas, que subraya que el territorio español es de "sismicidad moderada".Sin embargo, en el siglo XVIII, concretamente en 1755, hubo un terremoto devastador en la península ibérica, en Lisboa, que quedó devastada. "Se estima que pudo ser de magnitud 8.5 y su epicentro se situó en el mar, al este del cabo de San Vicente, a unos 300 km de Huelva", especifica este sismólogo, que cree que el verdadero peligro de un fenómeno de tal intensidad sería "el tsunami" que podría generar. "Porque hoy en día –subraya–, no haría tanto daño a las estructuras".Por qué aguantarían las estructuras"La normativa española diferencia zonas sísmicas y en función de esas zonas se calculan las estructuras de los edificios a construir en esos lugares", explica a Sputnik Antonio Díaz Curiel, arquitecto de la compañía de gestión Mace Group, que asegura que el cálculo de estructuras "es diferente" dependiendo de la zona."En Granada, que es zona sísmica, se aplican muchos más coeficientes de seguridad y más elementos estructurales que, por ejemplo, en Vigo. Las estructuras son más resistentes", afirma este arquitecto, subrayando el objetivo de hacer que las construcciones de hormigón tradicionales sean "mucho más resistentes", al margen de la propia tecnología antisísmica existente."En España hay una norma sismorresistente que marca una serie de cálculos a realizar para construir de manera segura y evitar que las construcciones colapsen y puedan proteger la vida. Todas las prescripciones que se dan en la norma están condicionadas por la zona en la que estás", resume a su vez Luis Cabañas, que admite la necesidad de actualizar la actual norma, vigente en España mediante un Real Decreto de 2002. "Pero para la sismicidad moderada que tenemos, lo que se espera es que las estructuras aguanten", añade."Todo lo que se construye en España a partir de los años 70 y 80 ya tiene en cuenta la normativa sísmica. Porque en Lorca, en 2011, sufrieron edificios antiguos, otros no tanto", recuerda A. D. Curiel, que matiza que la tecnología de construcción antisísmica es variada y compleja, "como en Japón", pero buena parte de ella "no es de aplicación" en España, donde simplemente basta con "adaptar las estructuras" para que resulten "más robustas".Por tecnologías de construcción antisísmica cabe entender procedimientos tales como las técnicas de amortiguación pasiva (aisladores de base, disipadores viscosos —transmisores de choque— o disipadores de masa sintonizados), que en forma de resortes, amortiguadores y masas (incluso balsas de aceite), se instalan en los edificios y disipan parte de la energía entrante.Y también existen tecnologías de control activo que utilizan fuentes de energía externas para poner en funcionamiento actuadores electromecánicos o electrohidráulicos y generar las fuerzas de disipación en el propio edificio.Destrucción desigualLa destrucción en el Atlas ha sido casi total, pero mucho menos importante en Marrakech. La razón de tal diferencia estriba también en la calidad de las construcciones. "Los edificios que se han caído son los de los pueblos del Atlas, que están hechos de adobe, piedras y paja, son de pobreza absoluta", recuerda A. D.Curiel, cuya experiencia incluye diversos proyectos en Marruecos."La zona nueva de Marrakech, de hoteles y grandes edificios, no ha sufrido daños", asegura, si bien admite que la Medina, construida hace siglos, está afectada, pero ha resistido "razonablemente bien". Este arquitecto explica que la normativa antisísmica de construcción en Marruecos es "muy estricta" y "una copia de la francesa", en realidad. "Pero en Marruecos la diferencia entre ricos y pobres es descomunal, por lo tanto, la normativa se aplica a las nuevas edificaciones. La prueba la tienes en que no ha habido muchos turistas que hayan tenido problemas", explica A. D. Curiel.Y en España, ¿aguantarían las construcciones?En el Instituto Geográfico Nacional admiten que la normativa de construcción sismorresistente que rige en España entraña por sistema un "cierto riesgo", el cual solo se podría conjurar totalmente mediante construcciones blindadas. Como explica L. Cabañas, aquí la lógica es otra."Se cuantifica un riesgo dentro de lo que puede ocurrir frecuentemente durante la vida útil de un edificio", señala. A su juicio, el cumplimiento de la norma "no garantiza al 100%" que un inmueble no quede afectado luego de un temblor, "porque los efectos de un terremoto son también imponderables". Lo que se busca es que las construcciones aguanten, "que no colapsen".
Los sismólogos y arquitectos consultados por Sputnik no ven probable que un sismo de magnitud como el sufrido en Marrakech y el Atlas pueda tener lugar en la península ibérica y con iguales consecuencias, donde opera una normativa sismorresistente de obligada aplicación. "Las estructuras se adaptan a las zonas sísmicas correspondientes", afirman.
El sismo que en la noche del 8 de septiembre arrasó pueblos enteros en la zona del macizo montañoso del Atlas y ha provocado la muerte de al menos 2.862 personas y dejado heridos a más de 2.500, se dejó sentir en otros puntos del territorio de sus países vecinos.
En el Sahara Occidental, Mauritania y al oeste de Argelia (en la zona de los campamentos refugiados saharauis en Tinduf) pudo percibirse el terremoto. También en varias provincias meridionales de España, como Málaga, Huelva, Sevilla, Jaén y Cádiz. De una magnitud de momento sísmico de 6.8 puntos y originado a 25 km de profundidad, según datos del Instituto Geográfico Nacional de España (IGN), y con epicentro a 70 km de distancia de la ciudad de Marrakech, cabe preguntarse si un terremoto semejante podría producirse en las zonas sísmicas de la península ibérica.
"El riesgo de que suceda en España sería improbable, pero no del todo imposible", declara a Sputnik el sismólogo Luis Cabañas, del IGN, que explica que son las fallas existentes las que marcan los terremotos, cuya magnitud corresponderá al tamaño de la ruptura.
▶️ Intensidad máxima VIII-IX. Sentido en España con intensidad II, principalmente en Andalucía occidental y Canarias ▶️ Registradas 45 réplicas de magnitud M≥3 y profundidades entre 13-31 km ▶️Mayor réplica registrada de M5.1 unos 20 minutos después del terremoto principal
"Según las fallas que tengas, puedes pensar si tendrás ese tamaño de ruptura o no. En España podría haberlo, pues las fallas conocidas podrían provocar un terremoto de una magnitud del orden como el de Marruecos, de 6, 6,5 o 6,7 puntos", detalla. Pero para acontecer tal eventualidad, el período de tiempo a transcurrir es amplísimo.
"Su frecuencia sería muy baja, porque el período de su recurrencia estaría en torno a los 10.000 años. En las fallas más activas del sector sureste, el período estaría entre 10.000 y 15.000 años, incluso más. Hay alguna que algo menos", explica este sismólogo.
La falla ubicada en el Atlas que ha provocado el terremoto en Marruecos, se halla a unos 700 km de la provincia de Cádiz (la más meridional del país) y del sur de Andalucía. Los sistemas de fallas en el sureste de España no tienen nada que ver con la del Atlas, de modo que los leves temblores percibidos con posterioridad al sismo en el país magrebí no son réplicas de este, sino temblores diferentes.
España, zona de actividad sísmica moderada
Las fallas activas de España capaces de provocar terremotos de una magnitud en torno a los seis puntos, están situadas en el sureste peninsular y en la zona de la cordillera de los Pirineos. La península ibérica se asienta sobre una microplaca, que se encuentra entre dos importantes placas tectónicas: la euroasiática y la africana.
En realidad, la microplaca ibérica está unida a la euroasiática y el movimiento de las placas es constante, por lo que los continentes euroasiático y africano se mueven como si fueran a chocar. A tal movimiento se le denomina tectónica de placas y la colisión que produce es lo que provoca la actividad sísmica en los países mediterráneos.
"Las dos placas, la africana y la euroasiática, se empujan una contra otra. Y el movimiento que conllevan se distribuye en toda la región. La tasa de ese movimiento es más alta en la parte de Turquía, Grecia y hasta Italia, y es más baja por la zona de la península ibérica", detalla L. Cabañas, que subraya que el territorio español es de "sismicidad moderada".
Sin embargo, en el siglo XVIII, concretamente en 1755, hubo un terremoto devastador en la península ibérica, en Lisboa, que quedó devastada. "Se estima que pudo ser de magnitud 8.5 y su epicentro se situó en el mar, al este del cabo de San Vicente, a unos 300 km de Huelva", especifica este sismólogo, que cree que el verdadero peligro de un fenómeno de tal intensidad sería "el tsunami" que podría generar. "Porque hoy en día –subraya–, no haría tanto daño a las estructuras".
Por qué aguantarían las estructuras
"La normativa española diferencia zonas sísmicas y en función de esas zonas se calculan las estructuras de los edificios a construir en esos lugares", explica a Sputnik Antonio Díaz Curiel, arquitecto de la compañía de gestión Mace Group, que asegura que el cálculo de estructuras "es diferente" dependiendo de la zona.
"En Granada, que es zona sísmica, se aplican muchos más coeficientes de seguridad y más elementos estructurales que, por ejemplo, en Vigo. Las estructuras son más resistentes", afirma este arquitecto, subrayando el objetivo de hacer que las construcciones de hormigón tradicionales sean "mucho más resistentes", al margen de la propia tecnología antisísmica existente.
"Las estructuras llevan vigas de mayor grosor, el armado de hierro es mayor de lo que llevaría en una zona no sísmica, se ejecuta el arriostramiento, que consiste en hacer más rígida una estructura y evitar que sufra movimientos laterales. Te obligan a tomar muchas más medidas de resistencia de la estructura y más coeficientes de seguridad. Y a nivel de cimentación igual, son cimentaciones más robustas a base de zapatas más grandes y armadas".
Antonio Díaz Curiel
Arquitecto
"En España hay una norma sismorresistente que marca una serie de cálculos a realizar para construir de manera segura y evitar que las construcciones colapsen y puedan proteger la vida. Todas las prescripciones que se dan en la norma están condicionadas por la zona en la que estás", resume a su vez Luis Cabañas, que admite la necesidad de actualizar la actual norma, vigente en España mediante un Real Decreto de 2002. "Pero para la sismicidad moderada que tenemos, lo que se espera es que las estructuras aguanten", añade.
"Todo lo que se construye en España a partir de los años 70 y 80 ya tiene en cuenta la normativa sísmica. Porque en Lorca, en 2011, sufrieron edificios antiguos, otros no tanto", recuerda A. D. Curiel, que matiza que la tecnología de construcción antisísmica es variada y compleja, "como en Japón", pero buena parte de ella "no es de aplicación" en España, donde simplemente basta con "adaptar las estructuras" para que resulten "más robustas".
Por tecnologías de construcción antisísmica cabe entender procedimientos tales como las técnicas de amortiguación pasiva (aisladores de base, disipadores viscosos —transmisores de choque— o disipadores de masa sintonizados), que en forma de resortes, amortiguadores y masas (incluso balsas de aceite), se instalan en los edificios y disipan parte de la energía entrante.
Y también existen tecnologías de control activo que utilizan fuentes de energía externas para poner en funcionamiento actuadores electromecánicos o electrohidráulicos y generar las fuerzas de disipación en el propio edificio.
Destrucción desigual
La destrucción en el Atlas ha sido casi total, pero mucho menos importante en Marrakech. La razón de tal diferencia estriba también en la calidad de las construcciones. "Los edificios que se han caído son los de los pueblos del Atlas, que están hechos de adobe, piedras y paja, son de pobreza absoluta", recuerda A. D.Curiel, cuya experiencia incluye diversos proyectos en Marruecos.
"La zona nueva de Marrakech, de hoteles y grandes edificios, no ha sufrido daños", asegura, si bien admite que la Medina, construida hace siglos, está afectada, pero ha resistido "razonablemente bien". Este arquitecto explica que la normativa antisísmica de construcción en Marruecos es "muy estricta" y "una copia de la francesa", en realidad. "Pero en Marruecos la diferencia entre ricos y pobres es descomunal, por lo tanto, la normativa se aplica a las nuevas edificaciones. La prueba la tienes en que no ha habido muchos turistas que hayan tenido problemas", explica A. D. Curiel.
"Nosotros en Casablanca estuvimos obligados por normativa a hacer una duna delante del hotel y el resort que construimos para evitar las consecuencias de posibles maremotos. Claro, el inversor era español y había una gran cadena hotelera canadiense de por medio. Las construcciones que han sufrido son otras, no estas", añade.
Y en España, ¿aguantarían las construcciones?
En el Instituto Geográfico Nacional admiten que la normativa de construcción sismorresistente que rige en España entraña por sistema un "cierto riesgo", el cual solo se podría conjurar totalmente mediante construcciones blindadas. Como explica L. Cabañas, aquí la lógica es otra.
"Se cuantifica un riesgo dentro de lo que puede ocurrir frecuentemente durante la vida útil de un edificio", señala. A su juicio, el cumplimiento de la norma "no garantiza al 100%" que un inmueble no quede afectado luego de un temblor, "porque los efectos de un terremoto son también imponderables". Lo que se busca es que las construcciones aguanten, "que no colapsen".
"Durante un terremoto habitual en España, como el último sucedido en Lorca, se supone que las construcciones deben aguantar. El patrimonio histórico no sigue la normativa, claro, aunque tendrá refuerzos, porque después de su rehabilitación, se aplican algunos protocolos antisísmicos. Pero para las construcciones convencionales, como las viviendas, hay aspectos que se van aprendiendo, porque hay cosas que pueden fallar por fallos en el diseño o la construcción", concluye este sismólogo.
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