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Una propuesta rechazable: los problemas del acuerdo Mercosur-UE

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Edificio del Parlamento Europeo - Sputnik Mundo, 1920, 04.07.2023
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Como es sabido, aunque el acuerdo Mercosur-Unión Europea fuera alcanzado en 2019 después de casi 20 años de negociaciones, hasta ahora el documento no ha sido ratificado por los principales gobiernos de los dos bloques.
Esto se debe a que existen algunas preocupaciones y problemas en relación con el acuerdo, que chocan con las expectativas de los funcionarios suramericanos y europeos respecto a su funcionamiento.
La primera de ellas se refiere a la cuestión ambiental. Desde el 2019, uno de los principales puntos de preocupación de los europeos ha sido la falta de compromisos sólidos por parte del Gobierno brasileño con relación a la deforestación de los bosques y su lucha contra el cambio climático. Las críticas europeas a la gestión brasileña de la Amazonia, especialmente durante el Gobierno de Bolsonaro, suscitaron durante mucho tiempo un gran malestar entre las partes.
Lula (que también será presidente del Mercosur), por su parte, criticó recientemente al Parlamento francés que pretende impedir la ratificación del acuerdo entre los bloques al inferir que Brasil es incapaz de cumplir con las propuestas del Acuerdo de París en cuanto al tratamiento de las cuestiones ambientales.
En respuesta a estas acusaciones, el presidente brasileño señaló que ningún país europeo cumple más los objetivos medioambientales que Brasil.
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Sin embargo, en su discurso frente a la Torre Eiffel durante el evento Power Our Planet en París, el líder brasileño mencionó que no son los pueblos africanos o latinoamericanos los que contaminan el mundo, sino los que llevaron a cabo la revolución industrial y han seguido contaminando el planeta durante los últimos 200 años.
Se trataba de una alusión directa a los Estados europeos avanzados, incluidos el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, entre otros, a los que les gusta señalar con el dedo al resto del mundo, pero que se olvidan de mirar sus propios errores y problemas históricos en la gestión de la cuestión medioambiental.
En algunas partes del sur global, cabe recordar, algunas antiguas colonias argumentan que los estados ricos tienen la obligación moral de ayudar a los países menos privilegiados del sistema, ya que su riqueza industrial se debió, en cierta medida, a la explotación de los recursos naturales extraídos del tercer mundo, dañando precisamente el medioambiente.
Además, los europeos, como es bien conocido, son excelentes para ocultar sus intenciones de relativizar la soberanía de otros países, criticando sus políticas internas y externas, no solo cuando se trata de políticas ambientales, sino también en otras áreas en las que están involucrados sus intereses.
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En cualquier caso, el enfoque de Brasil sobre la hipocresía mostrada por la Unión Europea jugará un papel importante en la decisión del bloque de ratificar o no el acuerdo. Conviene recordar que la institucionalización del propio Mercosur (que hoy integran Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) allá por 1991 fue fruto del peso económico y político de Brasil.
Originalmente, el Mercosur tenía como objetivos la libre circulación de bienes y servicios entre los Estados, el establecimiento de una política comercial y arancelaria externa frente a terceros países y la coordinación de posiciones comunes en los foros económicos, regionales e internacionales.
Desde entonces, el Mercosur reafirmó el papel del bloque como espacio cultural único y promotor de la multipolaridad en las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, la creación del grupo también demuestra la intención del Gobierno brasileño de priorizar el multilateralismo en su política regional y de actuar junto con los demás países de Suramérica en defensa de sus intereses nacionales a nivel global.
Siguiendo con los intereses nacionales, el sector agropecuario, uno de los principales segmentos económicos de los países suramericanos, ve ciertos problemas en la ratificación del acuerdo debido al proteccionismo europeo en relación con las exportaciones de carne y otros productos alimenticios del Mercosur.
Sin embargo, la Unión Europea también critica ciertas prácticas de producción y normas sanitarias de los países del Mercosur, en una clara intención de imponer barreras no arancelarias al comercio bilateral. Diputados franceses, por ejemplo, llegaron a plantear la exigencia de que los agricultores de América del Sur utilicen las mismas normas medioambientales y sanitarias presentes en Europa, lo que reduciría su competitividad internacional.
Otro asunto delicado entre los dos bloques se refiere a las exigencias europeas de proteger a sus empresas farmacéuticas y sus patentes, lo que, en la práctica, podría obstaculizar el acceso a medicamentos genéricos más asequibles en los países del Mercosur.
Este ha sido un tema controvertido, ya que las poblaciones de los países del sur global (incluida América del Sur) dependen de la obtención de medicamentos más baratos para el tratamiento de enfermedades.
Además, otra cuestión de naturaleza muy controvertida que envuelve al acuerdo es la asimetría económica entre las dos alianzas. Dada la intención de promover una apertura económica integral, el acuerdo podría beneficiar principalmente a las economías industriales más fuertes de la Unión Europea, perjudicando el proceso de reindustrialización brasileño, por ejemplo, y fijando el papel de los países del Mercosur como meros exportadores de materias primas.
Al fin y al cabo, el propio concepto de libre comercio se basa en las leyes de la ventaja comparativa entre Estados, justificando una lógica de división internacional del trabajo desfavorable para los países con economías primarias. Es importante destacar que estos son problemas importantes para los países sudamericanos, que muchas veces se han preocupado por su inserción económica en el mundo.
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Por último, otro punto criticado por Brasil en relación con el acuerdo se refiere a la contratación pública, en la que la Unión Europea exige que las empresas extranjeras reciban el mismo trato que las brasileñas en los procedimientos de licitación pública.

"Ellos [los europeos] quieren que el Gobierno brasileño compre cosas extranjeras en lugar de cosas brasileñas", declaró Lula en una reciente entrevista.

El mandatario brasileño añadió también que su país no puede renunciar a la contratación pública porque representa la única "oportunidad de supervivencia para las pequeñas y medianas empresas" del país.
A la vista de todas estas cuestiones, está claro que los europeos no prestaron mucha atención a las legítimas preocupaciones de los habitantes de América del Sur sobre las consecuencias económicas y políticas de la ratificación del acuerdo Mercosur-UE. Por lo tanto, mientras se mantenga esta condición, el documento destinado a acercar a los dos bloques seguirá siendo una propuesta rechazable.
Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción.
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