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¿Honor o distracción? Qué puede haber detrás de la invitación a Brasil en el G7
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Sputnik Mundo
El Gobierno brasileño confirmó recientemente su participación en la cumbre del G7, que se celebrará los días 20 y 21 de mayo en Japón. 13.05.2023, Sputnik Mundo
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La invitación, procedente del propio país anfitrión, pretende acercar Brasil a los Estados industrializados que integran el grupo, conformado por Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Alemania, Japón, Francia e Italia, en pleno reingreso internacional de Brasil en el mundo.Pero, ¿la invitación al G7 fue un honor o una distracción?En primer lugar, es necesario tener en cuenta la posición de Brasil en el sistema internacional. Históricamente, Brasil se identifica con el llamado Sur Global, correspondiente a regiones o países considerados relativamente periféricos (y/o semiperiféricos) dentro de la economía capitalista mundial.Anteriormente conocidos como el Tercer Mundo, los países del Sur Global se asocian comúnmente con América Latina, África e incluso algunas partes de Asia. Con el tiempo, el término Sur Global ha adquirido una fuerte connotación simbólica en torno a un pasado marcado por su explotación social y exclusión económica implementada por las naciones más ricas del sistema, el entonces llamado Norte Global.El G7, a su vez, no es más que una versión reducida de los países que componen el Norte Global. En las décadas de posguerra, la política exterior brasileña aceptó el entendimiento de que existían patrones de relación injustos y jerárquicos entre el norte desarrollado y el Sur Global, caracterizados por países insuficientemente industrializados que exportaban materia prima a las economías avanzadas de Europa y América del Norte.Para Brasil, el mantenimiento de este statu quo, manifestado por los esfuerzos de los países del G7 para obstaculizar el pleno desarrollo de los países del Sur Global, se convirtió en un obstáculo para el logro de su inserción internacional más autónoma e independiente.No obstante, a lo largo de la década de 1980, Brasil vivió amargas experiencias con los préstamos financieros concedidos al país por el FMI (institución dominada por los países del G7), que se convirtieron en verdaderos instrumentos utilizados por la institución para frenar las políticas de desarrollo del Gobierno.A juzgar por su experiencia histórica, Brasil tiene interés en promover un desarrollo más equitativo de la economía mundial, cuyas ganancias puedan ser disfrutadas no solamente por los países más ricos del sistema sino también por los países del Sur Global.Por ello, desde principios de la década de 2000, Brasil junto con otros Estados importantes como la India y Sudáfrica ya había declarado su intención de reformar las instituciones internacionales en las que el G7 era dominante, esto con el fin de reducir el gran desequilibrio en el poder de decisión entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo.En el FMI, por ejemplo, el G7 ostenta actualmente el 41,2% del poder de voto con una sobrerrepresentación de los países europeos cuando se analiza su contribución porcentual al PIB mundial. En este contexto, y como resultado de un discurso liderado por Brasil a favor de una mayor voz de los países en vías de desarrollo en los procesos de toma de decisiones globales, surgió el grupo BRICS en 2009 y el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) en 2015.Tanto los BRICS como el NDB son precisamente símbolos de la preocupación que Brasil y varios otros países sentían por la ineficiencia de la gestión financiera internacional de los países del G7, responsable de la última gran crisis financiera de 2008.No sin razón, la política exterior de Brasil tampoco ha escatimado esfuerzos para hacer del G20 (grupo que incluye a países desarrollados y en desarrollo) el principal foro de debate sobre la gobernanza de la economía mundial. En efecto, la fuerza relativa de los Estados del G7 en la década de 1990 y mediados de la de 2000 se debió en parte a la falta de coordinación política entre las economías emergentes. Hoy, sin embargo, esta coordinación ya existe y está representada precisamente por los BRICS y el G20. Además de lo anterior, estimaciones del propio FMI indican que para 2030 la contribución de los BRICS al PIB mundial en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA) superará el 50%, reduciendo considerablemente el peso económico de los países del G7.Por supuesto, esta realidad no podría complacer los deseos hegemónicos de los países occidentales que harán todo lo posible por retrasar este proceso. Asimismo, como ha demostrado el conflicto de Ucrania, las instituciones internacionales bajo el control de los países del G7 se han utilizado como herramienta de presión política y económica contra Rusia, con el objetivo de modificar la política exterior de este país. Por tanto, quedó claro que si estos mecanismos pueden utilizarse para chantajear a Rusia que es una de las principales potencias del mundo y también pueden utilizarse para chantajear a cualquier otro país del sistema. Por último, poco después de que Lula (re)asumiera la presidencia brasileña, algunos artículos en Estados Unidos defendieron la idea de que Brasil debía retirarse de los BRICS.Manifestaron que Brasil no debería acercarse políticamente a gobiernos considerados "autoritarios", característica que suele asociarse a los gobiernos de Rusia y China. Para los occidentales, en resumen, el Gobierno brasileño debería olvidarse de los BRICS y comprometerse con países con los que comparte valores democráticos comunes, como es el caso del G7. A pesar del bonito envoltorio, este tipo de discurso pretende en realidad distraer a Brasil de uno de sus principales objetivos en política exterior, que es precisamente el de "democratizar" las relaciones internacionales. Ahora bien, son exactamente las democracias occidentales representadas por el G7 las que luchan por la congelación del poder mundial, mientras que países como Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica han coordinado para cambiar este panorama, buscando una configuración más justa en la toma de decisiones globales.Y aunque la invitación cursada a Brasil para la próxima reunión del G7 pueda ser una especie de honor, el país debe prestar atención para no olvidar lo principal: su lucha por obtener una posición más digna en el mundo, con o sin la ayuda de los países más ricos.LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK.
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¿Honor o distracción? Qué puede haber detrás de la invitación a Brasil en el G7
Valdir da Silva Bezerra
Analista internacional
El Gobierno brasileño confirmó recientemente su participación en la cumbre del G7, que se celebrará los días 20 y 21 de mayo en Japón.
La invitación, procedente del propio país anfitrión, pretende acercar Brasil a los Estados industrializados que integran el grupo, conformado por Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Alemania, Japón, Francia e Italia, en pleno reingreso internacional de Brasil en el mundo.
Pero, ¿la invitación al G7 fue un honor o una distracción?
En primer lugar, es necesario tener en cuenta la posición de Brasil en el sistema internacional. Históricamente, Brasil se identifica con el llamado Sur Global, correspondiente a regiones o países considerados relativamente periféricos (y/o semiperiféricos) dentro de la economía capitalista mundial.
Anteriormente conocidos como el Tercer Mundo, los países del Sur Global se asocian comúnmente con América Latina, África e incluso algunas partes de Asia. Con el tiempo, el término Sur Global ha adquirido una fuerte connotación simbólica en torno a un pasado marcado por su explotación social y exclusión económica implementada por las naciones más ricas del sistema, el entonces llamado Norte Global.
El G7, a su vez, no es más que una versión reducida de los países que componen el Norte Global. En las décadas de posguerra, la política exterior brasileña aceptó el entendimiento de que existían patrones de relación injustos y jerárquicos entre el norte desarrollado y el Sur Global, caracterizados por países insuficientemente industrializados que exportaban materia prima a las economías avanzadas de Europa y América del Norte.
21 de abril 2023, 17:22 GMT
Para Brasil, el mantenimiento de este statu quo, manifestado por los esfuerzos de los países del G7 para obstaculizar el pleno desarrollo de los países del Sur Global, se convirtió en un obstáculo para el logro de su inserción internacional más autónoma e independiente.
No obstante, a lo largo de la década de 1980, Brasil vivió amargas experiencias con
los préstamos financieros concedidos al país por el FMI (institución dominada por los países del G7), que se convirtieron en verdaderos instrumentos utilizados por la institución para frenar las políticas de desarrollo del Gobierno.
A juzgar por su experiencia histórica, Brasil tiene interés en promover un desarrollo más equitativo de la economía mundial, cuyas ganancias puedan ser disfrutadas no solamente por los países más ricos del sistema sino también por los países del Sur Global.
Por ello, desde principios de la década de 2000, Brasil junto con otros Estados importantes como la India y Sudáfrica ya había declarado su intención de
reformar las instituciones internacionales en las que el G7 era dominante, esto con el fin de reducir el gran desequilibrio en el poder de decisión entre los países desarrollados y
los países en vías de desarrollo.
En el FMI, por ejemplo, el G7 ostenta actualmente el 41,2% del poder de voto con una sobrerrepresentación de los países europeos cuando se analiza su contribución porcentual al PIB mundial. En este contexto, y como resultado de un discurso liderado por Brasil a favor de una mayor voz de los países en vías de desarrollo en los procesos de toma de decisiones globales, surgió el grupo BRICS en 2009 y el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) en 2015.
Tanto los BRICS como el NDB son precisamente
símbolos de la preocupación que Brasil y varios otros países sentían por la ineficiencia de la gestión financiera internacional de los países del G7, responsable de la última
gran crisis financiera de 2008.
15 de abril 2023, 04:50 GMT
No sin razón, la política exterior de Brasil tampoco ha escatimado esfuerzos para hacer del G20 (grupo que incluye a países desarrollados y en desarrollo) el principal foro de debate sobre la gobernanza de la economía mundial.
En efecto, la fuerza relativa de los Estados del G7 en la década de 1990 y mediados de la de 2000 se debió en parte a la falta de coordinación política entre las economías emergentes. Hoy, sin embargo, esta coordinación ya existe y está representada precisamente por los BRICS y el G20.
Además de lo anterior, estimaciones del propio FMI indican que para 2030 la contribución de los BRICS al PIB mundial en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA) superará el 50%, reduciendo considerablemente el peso económico de los países del G7.
Por supuesto, esta realidad no podría complacer los deseos hegemónicos de los países occidentales que harán todo lo posible por retrasar este proceso.
Asimismo, como ha demostrado
el conflicto de Ucrania, las instituciones internacionales bajo el control de los países del G7 se han utilizado como
herramienta de presión política y económica contra Rusia, con el objetivo de modificar la política exterior de este país.
3 de mayo 2023, 06:00 GMT
Por tanto, quedó claro que si estos mecanismos pueden utilizarse para
chantajear a Rusia que es una de las principales potencias del mundo y también pueden utilizarse para chantajear a cualquier otro país del sistema. Por último, poco después de que Lula (re)asumiera la presidencia brasileña, algunos artículos en Estados Unidos defendieron la idea de que
Brasil debía retirarse de los BRICS.
Manifestaron que Brasil no debería acercarse políticamente a gobiernos considerados "autoritarios", característica que suele asociarse a los gobiernos de Rusia y China. Para los occidentales, en resumen, el Gobierno brasileño debería olvidarse de los BRICS y comprometerse con países con los que comparte valores democráticos comunes, como es el caso del G7.
A pesar del bonito envoltorio,
este tipo de discurso pretende en realidad distraer a Brasil de uno de
sus principales objetivos en política exterior, que es precisamente el de "democratizar" las relaciones internacionales.
Ahora bien, son exactamente las democracias occidentales representadas por el G7 las que luchan por la congelación del poder mundial, mientras que países como Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica han coordinado para cambiar este panorama, buscando una configuración más justa en la toma de decisiones globales.
Y aunque la invitación cursada a Brasil para la próxima reunión del G7 pueda ser una especie de honor, el país debe prestar atención para no olvidar lo principal: su lucha por obtener una posición más digna en el mundo, con o sin la ayuda de los países más ricos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK.
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