El islam no es como lo pinta EEUU: así vive una comunidad musulmana en México | Video
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En México, un país donde casi el 80% de la población se identifica católica, se abre paso una comunidad musulmana que practica el sufismo desde 1987. El grupo... 22.03.2023, Sputnik Mundo
"¿Qué tipo de musulmanes son? ¿Sunitas o chiitas?"... Esa es la respuesta que da a Sputnik Amina Teslima al Jerrahi, una mujer cuyo verbo deslumbra. Cuando ella habla, los demás escuchan. Es la lideresa de la Orden Sufí Nur Ashki Jerrahi, una pequeña comunidad de mexicanos que desea vivir dentro del islam. Una comunidad que, hay que decirlo, no se enmarca en los arquetipos culturales ni políticos que existen alrededor de esta religión, la segunda más practicada del mundo. En este grupo, las mujeres llevan el velo por voluntad.Sputnik ha visitado a esta comunidad que se reúne todos los jueves en el corazón de la Ciudad de México, en una mezquita del barrio de la colonia Roma, uno de los más cosmopolitas de esta urbe de casi 20 millones de habitantes. Ahí todos se identifican como practicantes del sufismo, una corriente de la religión del profeta Mahoma que, según sus practicantes, puede interpretarse como el islam más primigenio, como el ejercicio espiritual de la fe musulmana.Amina es la guía del grupo. Se refieren a ella como sheija. Aquí se lee y analiza el Corán, el libro sagrado de los musulmanes que, según la tradición, le compartió el arcángel Gabriel al profeta.En el encuentro en la Ciudad de México también hay cantos, rezos, bailes, música. La comunidad siempre está abierta a la llegada de nuevos miembros. Se les invita a una ceremonia y, si les agrada, pueden quedarse. Nada es imposición ni se condenan otras religiones. Al contrario: también aprenden de ellas. A veces se conectan vía Zoom con comunidades sufíes de Estados Unidos u otras partes del mundo. Cuando Sputnik llega a la mezquita, sus miembros debaten sobre política. Este 22 de marzo comienza el Ramadán, el mes sagrado del islam. "El Ramadán es algo muy, muy fuerte en la comunidad. Hay muchas personas que solamente vienen a la comunidad en el mes de Ramadán, el mes de ayuno. Hay mucho fervor", comparte la sheija Amina. Desde hace años, el islam es carne fresca para el sensacionalismo y es utilizado como sinónimo de terrorismo, de extremismo. Pero no. La sheija Amina es clara: nada de eso tiene que ver con las enseñanzas del Corán.El islam —como el resto de las religiones— se ha enfrentado a un problema: la politización. Ha pasado por tantos imperios, gobiernos e ideologías que ha terminado por escindirse en dogmas que tienen más que ver con un orden social que con una experiencia espiritual, diferencia Amina.Islamofobia, producto de la ignoranciaLa sheija Amina afirma que los medios de comunicación se enfocan en informar sobre los atentados de grupos extremistas que se asumen musulmanes, que pregonan la Guerra Santa (la yihad) y promueven el odio hacia otras creencias."Los periódicos están concentrados en los movimientos contestatarios islámicos, sobre todo después de la colonización de ciertos países islámicos. Porque los países islámicos que fueron colonizados son los que más problemas tienen hoy día. Entonces ahí hay violencia, hay una frustración muy grande, políticamente, por ser libres, por no estar sujetos a Occidente, a las leyes de Washington y a las leyes de Europa", observa la lideresa religiosa.A lo largo de la historia, dice, los movimientos políticos se han servido del islam para el aglutinamiento de las masas. En ese contexto se forman los grupos extremistas que, al final, acaban acaparando los reflectores. "De ese modo, la gente no tiene con qué contextualizar y simplemente concluye que los islámicos son violentos".Sin embargo, asegura, el islam es tan universal que tiene capacidad de abrazar todos los movimientos y a todas las personas.Todo comenzó con un sueñoLa mezquita donde se reúne esta comunidad —conformada actualmente por alrededor de 50 personas, aunque el número varía según la época— fue fundada en 1987, cuando un discípulo estadounidense del maestro turco Muzaffer Ozak (1916-1985) —uno de los jeques dirigentes de la Halveti— viajó de Estados Unidos a México, inducido por un sueño que tuvieron él y varios derviches de la comunidad sufí de Nueva York.Ese discípulo fue Lex Hixon (1941-1995), un filósofo nacido en Pasadena, California, que se dedicó arduamente al estudio de las religiones. De hecho, obtuvo un doctorado en religión comparada por la Universidad de Columbia e hizo su tesis doctoral sobre Guapada, una escritura sánscrita de la escuela de filosofía hindú Advaita Vedanta. Además, fue poeta y maestro espiritual sufí. "Su vida siempre estuvo dedicada a revelar la verdadera naturaleza del espíritu humano y a liberar la mente moderna de la prisión del materialismo y la duda existencial", se lee en su biografía oficial."Él [Hixon] vino a México siguiendo la guía divina. En ese momento yo estaba aquí [en México] trabajando como periodista y él me pidió que me encargara de la comunidad, venía varias veces al año", cuenta Amina.Sin embargo, para sorpresa de toda la comunidad, Hixon murió en 1995. Entonces Amina tomó el liderazgo de la Orden.El sufismo en MéxicoMéxico es un país eminentemente católico. En este país, la Virgen de Guadalupe es mucho más que un símbolo: es la madre patria, la imagen que utilizó el cura Miguel Hidalgo para iniciar la lucha de Independencia. Por la Virgen las personas se destrozan las rodillas para llegar a su templo. En el país latinoamericano, el papa Juan Pablo II ya era considerado un santo mucho antes de que lo decidiera así el Vaticano. "México, siempre fiel", decía el jerarca polaco ante millones de personas que lo recibían desde que ponía un pie en el aeropuerto.Por eso es difícil imaginar en esta nación alguna otra mayoría religiosa. Según los datos oficiales más recientes, alrededor del 77,7% de la población profesa la religión católica, casi 98 millones de personas. En contraste, solo 7.980 personas se identifican con la fe musulmana. Incluso hay mucha más gente en México que cree más en la Santa Muerte que en Alá.Sin embargo, dentro de todo ese universo estadístico, hay un amplio espectro de personas que se declaran no creyentes, sin religión, y la cifra no es menor: 10,2 millones, es decir, el 8% de los mexicanos.Es en ese vacío donde nuevas religiones —como el islam, el hinduismo o incluso las disciplinas espiritistas— han encontrado nuevos adeptos. De hecho, el catolicismo ha perdido fieles en una década. En 2010, el 82,7% de la población mexicana se asumía como católica. En 2020, el total bajó a 77,7%.Los sufíes, sin embargo, no se caracterizan por salir a las calles a cazar fieles. Son todo lo contrario. Si alguien llega a la mezquita de la Ciudad de México es por una razón que nada tiene que ver con labores propagandísticas: a menudo llegan por interés propio o porque algún miembro de la comunidad les platicó sus experiencias.El sufismo, explica Amina, es una corriente que se separa completamente de los estereotipos, los conceptos y las construcciones que existen sobre el islam, una religión que, de manera genérica, se divide entre chiitas y sunitas. "El sufismo es algo que unas personas consideran tan universal que lo remontan a mucho antes del profeta Mahoma", detalla."De hecho, la palabra 'sufí' viene de 'safa', que quiere decir 'pureza'. De lo que se trata es de pureza de corazón. Entonces, como te podrás imaginar, tú no vas a tener que ser musulmán para ser puro de corazón", observa.La energía femeninaLos miembros de la Orden Sufí Nur Ashki Jerrahi aseguran que en México nunca han sufrido ningún tipo de discriminación o violencia por ser musulmanes. La mayoría lleva una vida alejada de los estereotipos de lo que, mediáticamente, significa "ser musulmán". Y es que, desde afuera, a mucha gente le extraña que una comunidad musulmana sea liderada por una mujer, cuando a miles de kilómetros de distancia, en Afganistán, el régimen talibán es especialmente violento contra el género femenino."A nosotros nos tocaron maestros y maestras en el linaje de esta Orden que tienen otra conciencia y que, como muchos otros líderes religiosos, están proponiendo y fomentando que la mujer, específicamente el enfoque femenino y la vibración femenina, entren al campo de lo religioso", comparte Amina.En América Latina, dice, seguramente existen muchos hombres que "estarían encantados" de que las religiones fueran prominentemente masculinas. "Muchos hombres que no han despertado del patriarcado están de acuerdo con eso, con que la religión sea dominada por hombres y que rija la ley y no el amor".
En México, un país donde casi el 80% de la población se identifica católica, se abre paso una comunidad musulmana que practica el sufismo desde 1987. El grupo, liderado por una mujer, se aleja completamente de los prejuicios que existen acerca del islam y que han sido fomentados desde las más altas esferas de Estados Unidos y la Unión Europea.
"¿Qué tipo de musulmanes son? ¿Sunitas o chiitas?"...
"Ninguno. Somos lo más marginal de entre lo marginal. No vamos por la vida gritando que somos musulmanes".
Esa es la respuesta que da a Sputnik Amina Teslima al Jerrahi, una mujer cuyo verbo deslumbra. Cuando ella habla, los demás escuchan.
Es la lideresa de la Orden Sufí Nur Ashki Jerrahi, una pequeña comunidad de mexicanos que desea vivir dentro del islam. Una comunidad que, hay que decirlo, no se enmarca en los arquetipos culturales ni políticos que existen alrededor de esta religión, la segunda más practicada del mundo. En este grupo, las mujeres llevan el velo por voluntad.
Sputnik ha visitado a esta comunidad que se reúne todos los jueves en el corazón de la Ciudad de México, en una mezquita del barrio de la colonia Roma, uno de los más cosmopolitas de esta urbe de casi 20 millones de habitantes. Ahí todos se identifican como practicantes del sufismo, una corriente de la religión del profeta Mahoma que, según sus practicantes, puede interpretarse como el islam más primigenio, como el ejercicio espiritual de la fe musulmana.
Amina es la guía del grupo. Se refieren a ella como sheija. Aquí se lee y analiza el Corán, el libro sagrado de los musulmanes que, según la tradición, le compartió el arcángel Gabriel al profeta.
En el encuentro en la Ciudad de México también hay cantos, rezos, bailes, música. La comunidad siempre está abierta a la llegada de nuevos miembros. Se les invita a una ceremonia y, si les agrada, pueden quedarse. Nada es imposición ni se condenan otras religiones. Al contrario: también aprenden de ellas. A veces se conectan vía Zoom con comunidades sufíes de Estados Unidos u otras partes del mundo. Cuando Sputnik llega a la mezquita, sus miembros debaten sobre política.
Este 22 de marzo comienza el Ramadán, el mes sagrado del islam. "El Ramadán es algo muy, muy fuerte en la comunidad. Hay muchas personas que solamente vienen a la comunidad en el mes de Ramadán, el mes de ayuno. Hay mucho fervor", comparte la sheija Amina.
El islam —como el resto de las religiones— se ha enfrentado a un problema: la politización. Ha pasado por tantos imperios, gobiernos e ideologías que ha terminado por escindirse en dogmas que tienen más que ver con un orden social que con una experiencia espiritual, diferencia Amina.
"Si tú tienes una hija de 19 años y se sienta a comer el domingo con toda la familia y dice que está siguiendo el budismo como el Dalai Lama, todo el mundo en la mesa dirá: ‘¿En serio? ¡Qué interesante! ¿Por qué no nos pasas algo de información?’ Pero si esa misma muchacha dice en esa misma mesa, con esos mismos comensales, que acaba de aceptar el islam y se ha vuelto musulmana, toda esa mesa se va a ir en protesta y dirá: '¿De qué me estás hablando? ¿Qué haces con esos locos, rebeldes y terroristas?'", ilustra.
Islamofobia, producto de la ignorancia
La sheija Amina afirma que los medios de comunicación se enfocan en informar sobre los atentados de grupos extremistas que se asumen musulmanes, que pregonan la Guerra Santa (la yihad) y promueven el odio hacia otras creencias.
"Los periódicos están concentrados en los movimientos contestatarios islámicos, sobre todo después de la colonización de ciertos países islámicos. Porque los países islámicos que fueron colonizados son los que más problemas tienen hoy día. Entonces ahí hay violencia, hay una frustración muy grande, políticamente, por ser libres, por no estar sujetos a Occidente, a las leyes de Washington y a las leyes de Europa", observa la lideresa religiosa.
A lo largo de la historia, dice, los movimientos políticos se han servido del islam para el aglutinamiento de las masas. En ese contexto se forman los grupos extremistas que, al final, acaban acaparando los reflectores. "De ese modo, la gente no tiene con qué contextualizar y simplemente concluye que los islámicos son violentos".
Sin embargo, asegura, el islam es tan universal que tiene capacidad de abrazar todos los movimientos y a todas las personas.
"Pero para eso habría que hacerle llegar al público la educación de las tradiciones sagradas. Que el público sí sepa de dónde viene el islam, quién es el profeta Mahoma, porque de lo contrario están atrapados en su visión islámica con el movimiento geopolítico del petróleo, de los petrodólares, de lo que quiere Washington y todas las respuestas violentas que eso tiene, y eso no tiene nada que ver con el islam".
La mezquita donde se reúne esta comunidad —conformada actualmente por alrededor de 50 personas, aunque el número varía según la época— fue fundada en 1987, cuando un discípulo estadounidense del maestro turco Muzaffer Ozak (1916-1985) —uno de los jeques dirigentes de la Halveti— viajó de Estados Unidos a México, inducido por un sueño que tuvieron él y varios derviches de la comunidad sufí de Nueva York.
Ese discípulo fue Lex Hixon (1941-1995), un filósofo nacido en Pasadena, California, que se dedicó arduamente al estudio de las religiones.
De hecho, obtuvo un doctorado en religión comparada por la Universidad de Columbia e hizo su tesis doctoral sobre Guapada, una escritura sánscrita de la escuela de filosofía hindú Advaita Vedanta. Además, fue poeta y maestro espiritual sufí. "Su vida siempre estuvo dedicada a revelar la verdadera naturaleza del espíritu humano y a liberar la mente moderna de la prisión del materialismo y la duda existencial", se lee en su biografía oficial.
"Él [Hixon] vino a México siguiendo la guía divina. En ese momento yo estaba aquí [en México] trabajando como periodista y él me pidió que me encargara de la comunidad, venía varias veces al año", cuenta Amina.
Sin embargo, para sorpresa de toda la comunidad, Hixon murió en 1995. Entonces Amina tomó el liderazgo de la Orden.
En el país latinoamericano, el papa Juan Pablo II ya era considerado un santo mucho antes de que lo decidiera así el Vaticano. "México, siempre fiel", decía el jerarca polaco ante millones de personas que lo recibían desde que ponía un pie en el aeropuerto.
Por eso es difícil imaginar en esta nación alguna otra mayoría religiosa. Según los datos oficiales más recientes, alrededor del 77,7% de la población profesa la religión católica, casi 98 millones de personas. En contraste, solo 7.980 personas se identifican con la fe musulmana. Incluso hay mucha más gente en México que cree más en la Santa Muerte que en Alá.
Sin embargo, dentro de todo ese universo estadístico, hay un amplio espectro de personas que se declaran no creyentes, sin religión, y la cifra no es menor: 10,2 millones, es decir, el 8% de los mexicanos.
Es en ese vacío donde nuevas religiones —como el islam, el hinduismo o incluso las disciplinas espiritistas— han encontrado nuevos adeptos. De hecho, el catolicismo ha perdido fieles en una década. En 2010, el 82,7% de la población mexicana se asumía como católica. En 2020, el total bajó a 77,7%.
Los sufíes, sin embargo, no se caracterizan por salir a las calles a cazar fieles. Son todo lo contrario. Si alguien llega a la mezquita de la Ciudad de México es por una razón que nada tiene que ver con labores propagandísticas: a menudo llegan por interés propio o porque algún miembro de la comunidad les platicó sus experiencias.
El sufismo, explica Amina, es una corriente que se separa completamente de los estereotipos, los conceptos y las construcciones que existen sobre el islam, una religión que, de manera genérica, se divide entre chiitas y sunitas. "El sufismo es algo que unas personas consideran tan universal que lo remontan a mucho antes del profeta Mahoma", detalla.
"El sufismo es el misticismo de todas las religiones, pero otros te van a decir que el sufismo es el misticismo específicamente del islam, que nace a partir del Corán, de la revelación coránica en Arabia, en lo que hoy conocemos como Arabia Saudita. Los dos enfoques son válidos", dice la dirigente espiritual.
"De hecho, la palabra 'sufí' viene de 'safa', que quiere decir 'pureza'. De lo que se trata es de pureza de corazón. Entonces, como te podrás imaginar, tú no vas a tener que ser musulmán para ser puro de corazón", observa.
La energía femenina
Los miembros de la Orden Sufí Nur Ashki Jerrahi aseguran que en México nunca han sufrido ningún tipo de discriminación o violencia por ser musulmanes. La mayoría lleva una vida alejada de los estereotipos de lo que, mediáticamente, significa "ser musulmán". Y es que, desde afuera, a mucha gente le extraña que una comunidad musulmana sea liderada por una mujer, cuando a miles de kilómetros de distancia, en Afganistán, el régimen talibán es especialmente violento contra el género femenino.
"A nosotros nos tocaron maestros y maestras en el linaje de esta Orden que tienen otra conciencia y que, como muchos otros líderes religiosos, están proponiendo y fomentando que la mujer, específicamente el enfoque femenino y la vibración femenina, entren al campo de lo religioso", comparte Amina.
En América Latina, dice, seguramente existen muchos hombres que "estarían encantados" de que las religiones fueran prominentemente masculinas. "Muchos hombres que no han despertado del patriarcado están de acuerdo con eso, con que la religión sea dominada por hombres y que rija la ley y no el amor".
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