Lula y López Obrador: ¿quién será el líder político de la región latinoamericana?
Lula y López Obrador: ¿quién será el líder político de la región latinoamericana?
Sputnik Mundo
Gobiernan los países más poblados de la región latinoamericana, ambos también son los referentes económicos más relevantes y suelen emitir mensajes en favor de... 27.01.2023, Sputnik Mundo
En un momento en que se distingue una nueva ola de gobiernos progresistas en Latinoamérica, por las victorias de líderes populares en Argentina, Honduras, Colombia y Chile, tanto Lula como López Obrador suelen emitir críticas a Estados Unidos o llamar a la relevancia de sus países en la esfera internacional.A pesar de que Brasil cuenta con casi 100 millones de habitantes más que México, el producto interno bruto (PIB) de ambos países latinoamericanos es muy cercano, con 1,61 billones de dólares en el caso de la nación sudamericana y 1,27 billones en el del país norteamericano, según cifras del Banco Mundial.¿Existe una disputa del liderazgo regional entre estos mandatarios? Sputnik conversó con el politólogo y latinoamericanista César Pineda, además del economista Pablo Armando Aguilar, para profundizar en esta posibilidad.Voces fuera de Brasil y MéxicoPor un lado, el presidente Lula da Silva es ya una referencia de alcance internacional desde su primer periodo al frente de Brasil, en la primera década del siglo XXI, apunta Pineda en entrevista, pero López Obrador también ha sabido ganarse una proyección en el diálogo multilateral por sus posiciones en defensa de soberanías como las de Cuba y Venezuela.Sin embargo, más que contender por el liderazgo regional, ambos mandatarios enfrentan problemas similiares al interior de sus países, que podrían fortalecer más sus puntos de encuentro, esto porque encaran la movilización intensa de sectores de derecha en oposición a sus gestiones, recuerda el doctor en ciencias políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).En ese sentido, expone, no solo México y Brasil, sino el llamado nuevo ciclo progresista latinoamericano ha centrado mucha de su atención en contener a sus derechas nacionales. "En mantener incluso la legitimidad democrática y en mantener las vías institucionales, esto es curiposo porque es el progresismo quien mantendrá estas posiciones en contra de derechas que están sumamente polarizadas, como es el caso brasileño y el bolsonarismo".Distintas integraciones al sur y al norteLa reciente visita de los mandatarios de Canadá y Estados Unidos, Justin Trudeau y Joe Biden, respectivamente, a México, dejó clara la intención de la región norteamericana de integrarse en un mismo bloque operativo, subraya en tanto Aguilar.En ese sentido, evalúa, el liderazgo de López Obrador hacia América Latina se ha hecho notar más en el ámbito político que en estrategias económicas. En ese sentido, pondera Aguilar, el mandatario mexicano no estaría disputando un protagonismo a Lula da Silva, quien fomenta su propio desarrollo regional para el sector sudamericano.Acerca de la propuesta de Brasil y Argentina para fomentar una divisa común para el mercado sudamericano, Aguilar matiza que no es una propuesta renovadora en el sentido de que otros países han conversado ya sobre ese tema, por lo que su anuncio tendría una perspectiva más política que de mercado."El resto del mundo también está buscando aliarse con sus regiones de acuerdo a las cadenas productivas de más corto alcance, dentro de territorios más cercanos, que no impliquen producir mercancías o piezas del otro lado del mundo. Las regiones están buscando construir alianza para que las producciones se queden en sus propias regiones", expone."Dentro de esas dinámicas, la moneda común siempre es algo que sale a la plática, pero pareciera que si fuera viable en algún momento, hay una serie de condiciones económicas que se tienen que cumplir y no se ven para nada cercanas", matiza.Popularidad de AMLO y amenaza de la oposiciónSi bien en términos panorámicos la popularidad del presidente de México se mantiene y su sexenio, que está a poco más de año y medio de concluir, no experimentó declives en el apoyo popular, tampoco se percibe más en el país norteamericano el fenómeno de expectativas y esperanzas del 2018, año de su triunfo electoral, expone Pineda.Esto, subraya, porque entonces López Obrador logró convocar el interés político de un grupo de mexicanos mucho mayor al de la izquierda política, su base social e ideológica, y ganarse un respaldo incluso más amplio que el propio obradorismo.Más allá de su base tradicional, el sector nuevo que votó por él ha mostrado cierto desencanto ante el desempeño de sus funciones, además de que también ha tenido efecto la campaña de desprestigio de la oposición, evalúa el universitario.Sin embargo, pese a estas inconformidades, hay un amplio sector en la izquierda mexicana que ve en la oposición "una amenaza no solo del regreso del neoliberalismo puro, sino como una amenaza incluso a las libertades democráticas, posiciones de extrema derecha representadas por Lilly Téllez, por Eduardo Verástegui, por una serie de personajes que son la extrema derecha al interior de esta coalición que se ha ido formando" entre fuerzas como el PAN y el PRI."Creo que mucha gente guardará la premisa de que la amenaza de la derecha es una alternativa peor que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y que los seguidores del obradorismo", valora Pineda.Además, destaca como un logro político del presidente de México mantener sus índices de popularidad a pesar de la crisis económica de 2020, ligada a la pandemia de coronavirus, las pifias de su Gobierno, boicots legislativos y una abierta campaña de desinformación mediática auspiciada por las derechas.Defensiva y ofensiva internacionalDe alguna manera, evalúa Pineda, la posición de López Obrador en política exterior ha sido más defensiva que de proposición frontal de rutas de unificación regional, "por lo que no veo, en ese sentido, cierta tensión o disputa por el protagonismo sobre Latinoamérica" con Lula da Silva.En ese sentido, el mandatario brasileño, a pesar del resultado electoral apretado que le dio el triunfo sobre Jair Bolsonaro en octubre de 2022 y del intento de boicot a su Gobierno perpetrado a inicios de enero de 2023 en Brasilia, siempre ha tenido un capital político amplio.Además, considera que tanto Lula da Silva como López Obrador forman parte de un fenómeno electoral donde el votante no solo apoya a estos líderes, sino que reacciona en las urnas contra un avance de las derechas tanto brasileña como mexicana.A esto se suma que ninguno de los dos líderes perfila una ruptura radical con los grandes capitales multinacionales, "la confrontación es esencialmente política".La unidad regional latinoamericanaAmbos presidentes, el de Brasil y México, desde sus tribunas han impulsado discursivamente la unificación de la región latinoamericana, ya mediante críticas a la Organización de los Estados Americanos (OEA), fomentos a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o interconexiones con sus vecinos, Centroamérica en el caso mexicano; Venezuela, Colombia, Uruguay y Argentina, por el momento, para Brasil.Por su relevancia política, apunta Pineda, parece ser que López Obrador y Lula da Silva son los únicos presidentes activos en la región que podrían profundizar este proyecto de unidad latinoamericana, sin embargo, es un propósito incierto que aún está por verse.Esta unidad, describe, tendría que ser no solo política, sino también de integración económica, de debate regional como bloque ante las tribunas internacionales y los desafíos de ámbitos como el chino o el europeo."Para poder responder de una manera geopolítica que mantenga la dignidad de los pueblos latinoamericanos frente a otras potencias, frente a otros bloques políticos hegemónicos", describe.Inestables equilibrios: un empate catastróficoEl momento que vive América Latina, considera Pineda, recuerda el concepto del filósofo marxista italiano Antonio Gramsci de un empate catastrófico, donde la crisis política del Perú sería el ejemplo más claro, pues hay sociedades divididas prácticamente por la mitad en dos polos encontrados.Esto limita la fuerza de acción de los gobiernos progresistas y los ubica en un inestable equilibrio que les impide romper la balanza social de maneras más intensificadas, evalúa el universitario, para regular grandes capitales, intereses de las élites, multinacionales y otras fuerzas influyentes en la región."Este dilema no se va a resolver, es una conformación estructural, por eso la idea de empate catastrófico, nadie es capaz de realmente imponerse como mayoría, pero también imponerse como hegemonía para lograr la estabilidad, y ningún proyecto deja gobernar al otro", apunta."Y en ese sentido América Latina creo que tardará en definir este desempate, porque ambas fuerzas están muy confrontadas, muy polarizadas, y no se resolverá fácilmente, salvo por la derrota de alguna de ellas", cierra.El atractivo mexicano y brasileñoChina figura como el principal socio comercial de Brasil y tan pronto como Lula asumió la presidencia, el país asiático expresó su intención de intensificar aún más los intercambios.En el caso mexicano, Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones del país latinoamericano y un socio comercial mayoritario, que supera por mucho a las segundas posiciones de su compraventa de mercancías.En ese sentido, considera el economista Aguilar, conviene a las potencias, como China y Estados Unidos, mantener buenas relaciones con México y Brasil por su atractivo comercial, países con más de 300 millones de habitantes en conjunto y, por tanto, con mercados muy grandes."Directamente, con los países el interés siempre es el tamaño del mercado", sintetiza.Unificaciones acotadasA pesar del ascenso de líderes progresistas en distintos países de la región latinoamericana, sus fuerzas operativas se ven dificultadas, entorpecidas y contenidas por presiones hegemónicas tradicionales, como los intereses de Estados Unidos, apunta Pineda, por lo que su margen de acción también resulta acotado."Es claro que la región está tratando de regresar a ciertos instrumentos democráticos para utilizarlos en que ganen los gobiernos progresistas, las demandas antineoliberales, la integración latinoamericana, las posiciones de fuerza frente a otros bloques geopolíticos parecen quedar secundarias, lamentablemente, frente a detener los asesinatos en Perú, a detener los intentos de lawfare o de boicoit legislativo, judicial, a los gobiernos", expone."La unidad latinoamericana, más allá de la voluntad de los presidentes, no tiene las condiciones políticas internas en muchos casos ni el margen de maniobra para lanzar una ofensiva de unidad que priorice la autodeterminación de los pueblos", critica.Sin embargo, líderes como el presidente de Chile, Gabriel Boric, o el de Colombia, Gustavo Petro, harán su defensa de distintas agendas de relevancia planetaria, como el combate contra el cambio climático, pondera Pineda, entre otros aspectos, pero estos generan disimilitudes con posturas como la de López Obrador, en fomento del comercio petrolero y otros aspectos."Yo veo lejana la integración latinoamericana, deseable, pero con condiciones difíciles para varios de los gobiernos progresistas", concluye.
💬 opinión y análisis, méxico, brasil, luiz inacio lula da silva, celac, organización de estados americanos (oea), andrés manuel lópez obrador, china, eeuu
💬 opinión y análisis, méxico, brasil, luiz inacio lula da silva, celac, organización de estados americanos (oea), andrés manuel lópez obrador, china, eeuu
Lula y López Obrador: ¿quién será el líder político de la región latinoamericana?
Gobiernan los países más poblados de la región latinoamericana, ambos también son los referentes económicos más relevantes y suelen emitir mensajes en favor de la integración latinoamericana. Se trata de los presidentes de México y Brasil, Andrés Manuel López Obrador y Luiz Inacio Lula da Silva.
En un momento en que se distingue una nueva ola de gobiernos progresistas en Latinoamérica, por las victorias de líderes populares en Argentina, Honduras, Colombia y Chile, tanto Lula como López Obrador suelen emitir críticas a Estados Unidos o llamar a la relevancia de sus países en la esfera internacional.
A pesar de que Brasil cuenta con casi 100 millones de habitantes más que México, el producto interno bruto (PIB) de ambos países latinoamericanos es muy cercano, con 1,61 billones de dólares en el caso de la nación sudamericana y 1,27 billones en el del país norteamericano, según cifras del Banco Mundial.
¿Existe una disputa del liderazgo regional entre estos mandatarios? Sputnik conversó con el politólogo y latinoamericanista César Pineda, además del economista Pablo Armando Aguilar, para profundizar en esta posibilidad.
Voces fuera de Brasil y México
Por un lado, el presidente Lula da Silva es ya una referencia de alcance internacional desde su primer periodo al frente de Brasil, en la primera década del siglo XXI, apunta Pineda en entrevista, pero López Obrador también ha sabido ganarse una proyección en el diálogo multilateral por sus posiciones en defensa de soberanías como las de Cuba y Venezuela.
Sin embargo, más que contender por el liderazgo regional, ambos mandatarios enfrentan problemas similiares al interior de sus países, que podrían fortalecer más sus puntos de encuentro, esto porque encaran la movilización intensa de sectores de derecha en oposición a sus gestiones, recuerda el doctor en ciencias políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En ese sentido, expone, no solo México y Brasil, sino el llamado nuevo ciclo progresista latinoamericano ha centrado mucha de su atención en contener a sus derechas nacionales.
"En mantener incluso la legitimidad democrática y en mantener las vías institucionales, esto es curiposo porque es el progresismo quien mantendrá estas posiciones en contra de derechas que están sumamente polarizadas, como es el caso brasileño y el bolsonarismo".
"Lula da Silva, en un nuevo ciclo, está teniendo posiciones, como ahora la tuvo en la reunión de la CELAC, muy claras, muy definitivas", estima el analista político.
En ese sentido, evalúa, el liderazgo de López Obrador hacia América Latina se ha hecho notar más en el ámbito político que en estrategias económicas. En ese sentido, pondera Aguilar, el mandatario mexicano no estaría disputando un protagonismo a Lula da Silva, quien fomenta su propio desarrollo regional para el sector sudamericano.
Acerca de la propuesta de Brasil y Argentina para fomentar una divisa común para el mercado sudamericano, Aguilar matiza que no es una propuesta renovadora en el sentido de que otros países han conversado ya sobre ese tema, por lo que su anuncio tendría una perspectiva más política que de mercado.
"El resto del mundo también está buscando aliarse con sus regiones de acuerdo a las cadenas productivas de más corto alcance, dentro de territorios más cercanos, que no impliquen producir mercancías o piezas del otro lado del mundo. Las regiones están buscando construir alianza para que las producciones se queden en sus propias regiones", expone.
"Dentro de esas dinámicas, la moneda común siempre es algo que sale a la plática, pero pareciera que si fuera viable en algún momento, hay una serie de condiciones económicas que se tienen que cumplir y no se ven para nada cercanas", matiza.
Popularidad de AMLO y amenaza de la oposición
Si bien en términos panorámicos la popularidad del presidente de México se mantiene y su sexenio, que está a poco más de año y medio de concluir, no experimentó declives en el apoyo popular, tampoco se percibe más en el país norteamericano el fenómeno de expectativas y esperanzas del 2018, año de su triunfo electoral, expone Pineda.
Esto, subraya, porque entonces López Obrador logró convocar el interés político de un grupo de mexicanos mucho mayor al de la izquierda política, su base social e ideológica, y ganarse un respaldo incluso más amplio que el propio obradorismo.
Más allá de su base tradicional, el sector nuevo que votó por él ha mostrado cierto desencanto ante el desempeño de sus funciones, además de que también ha tenido efecto la campaña de desprestigio de la oposición, evalúa el universitario.
Sin embargo, pese a estas inconformidades, hay un amplio sector en la izquierda mexicana que ve en la oposición "una amenaza no solo del regreso del neoliberalismo puro, sino como una amenaza incluso a las libertades democráticas, posiciones de extrema derecha representadas por Lilly Téllez, por Eduardo Verástegui, por una serie de personajes que son la extrema derecha al interior de esta coalición que se ha ido formando" entre fuerzas como el PAN y el PRI.
"Creo que mucha gente guardará la premisa de que la amenaza de la derecha es una alternativa peor que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y que los seguidores del obradorismo", valora Pineda.
Además, destaca como un logro político del presidente de México mantener sus índices de popularidad a pesar de la crisis económica de 2020, ligada a la pandemia de coronavirus, las pifias de su Gobierno, boicots legislativos y una abierta campaña de desinformación mediática auspiciada por las derechas.
De alguna manera, evalúa Pineda, la posición de López Obrador en política exterior ha sido más defensiva que de proposición frontal de rutas de unificación regional, "por lo que no veo, en ese sentido, cierta tensión o disputa por el protagonismo sobre Latinoamérica" con Lula da Silva.
"Mucho más importante que el del propio Obrador, que Obrador no solo no lo ha construido desde antes de su campaña, sino tampoco siendo Gobierno. En ese sentido, creo que los dos liderazgos pueden ser complementarios", valora el universitario.
Además, considera que tanto Lula da Silva como López Obrador forman parte de un fenómeno electoral donde el votante no solo apoya a estos líderes, sino que reacciona en las urnas contra un avance de las derechas tanto brasileña como mexicana.
A esto se suma que ninguno de los dos líderes perfila una ruptura radical con los grandes capitales multinacionales, "la confrontación es esencialmente política".
La unidad regional latinoamericana
Ambos presidentes, el de Brasil y México, desde sus tribunas han impulsado discursivamente la unificación de la región latinoamericana, ya mediante críticas a la Organización de los Estados Americanos (OEA), fomentos a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o interconexiones con sus vecinos, Centroamérica en el caso mexicano; Venezuela, Colombia, Uruguay y Argentina, por el momento, para Brasil.
Por su relevancia política, apunta Pineda, parece ser que López Obrador y Lula da Silva son los únicos presidentes activos en la región que podrían profundizar este proyecto de unidad latinoamericana, sin embargo, es un propósito incierto que aún está por verse.
Esta unidad, describe, tendría que ser no solo política, sino también de integración económica, de debate regional como bloque ante las tribunas internacionales y los desafíos de ámbitos como el chino o el europeo.
"Para poder responder de una manera geopolítica que mantenga la dignidad de los pueblos latinoamericanos frente a otras potencias, frente a otros bloques políticos hegemónicos", describe.
Inestables equilibrios: un empate catastrófico
El momento que vive América Latina, considera Pineda, recuerda el concepto del filósofo marxista italiano Antonio Gramsci de un empate catastrófico, donde la crisis política del Perú sería el ejemplo más claro, pues hay sociedades divididas prácticamente por la mitad en dos polos encontrados.
Esto limita la fuerza de acción de los gobiernos progresistas y los ubica en un inestable equilibrio que les impide romper la balanza social de maneras más intensificadas, evalúa el universitario, para regular grandes capitales, intereses de las élites, multinacionales y otras fuerzas influyentes en la región.
"Este dilema no se va a resolver, es una conformación estructural, por eso la idea de empate catastrófico, nadie es capaz de realmente imponerse como mayoría, pero también imponerse como hegemonía para lograr la estabilidad, y ningún proyecto deja gobernar al otro", apunta.
"Y en ese sentido América Latina creo que tardará en definir este desempate, porque ambas fuerzas están muy confrontadas, muy polarizadas, y no se resolverá fácilmente, salvo por la derrota de alguna de ellas", cierra.
El atractivo mexicano y brasileño
China figura como el principal socio comercial de Brasil y tan pronto como Lula asumió la presidencia, el país asiático expresó su intención de intensificar aún más los intercambios.
En ese sentido, considera el economista Aguilar, conviene a las potencias, como China y Estados Unidos, mantener buenas relaciones con México y Brasil por su atractivo comercial, países con más de 300 millones de habitantes en conjunto y, por tanto, con mercados muy grandes.
"Directamente, con los países el interés siempre es el tamaño del mercado", sintetiza.
A pesar del ascenso de líderes progresistas en distintos países de la región latinoamericana, sus fuerzas operativas se ven dificultadas, entorpecidas y contenidas por presiones hegemónicas tradicionales, como los intereses de Estados Unidos, apunta Pineda, por lo que su margen de acción también resulta acotado.
"Es claro que la región está tratando de regresar a ciertos instrumentos democráticos para utilizarlos en que ganen los gobiernos progresistas, las demandas antineoliberales, la integración latinoamericana, las posiciones de fuerza frente a otros bloques geopolíticos parecen quedar secundarias, lamentablemente, frente a detener los asesinatos en Perú, a detener los intentos de lawfare o de boicoit legislativo, judicial, a los gobiernos", expone.
"La unidad latinoamericana, más allá de la voluntad de los presidentes, no tiene las condiciones políticas internas en muchos casos ni el margen de maniobra para lanzar una ofensiva de unidad que priorice la autodeterminación de los pueblos", critica.
Sin embargo, líderes como el presidente de Chile, Gabriel Boric, o el de Colombia, Gustavo Petro, harán su defensa de distintas agendas de relevancia planetaria, como el combate contra el cambio climático, pondera Pineda, entre otros aspectos, pero estos generan disimilitudes con posturas como la de López Obrador, en fomento del comercio petrolero y otros aspectos.
"Yo veo lejana la integración latinoamericana, deseable, pero con condiciones difíciles para varios de los gobiernos progresistas", concluye.
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