Forzado a tomar líquido de un molotov: el caso de Cipriano Martos en historial de tortura franquista
Forzado a tomar líquido de un molotov: el caso de Cipriano Martos en historial de tortura franquista
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El militante antifranquista Cipriano Martos fue asesinado por tortura en 1973 a manos de la Guardia Civil, durante la dictadura que impuso Francisco Franco a... 16.12.2022, Sputnik Mundo
2022-12-16T07:05+0000
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la asociación para la recuperación de la memoria histórica (armh)
Nació en una provincia de Granada, en el sur de España, Huétor-Tájar. Trabajador del campo desde los 11 años, en su vida se desempeñó como minero, trabajador textil y trabajador de la construcción en Reus, Cataluña, recuerda el espacio Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), concentrada en la búsqueda de los desaparecidos del franquismo.Cipriano Martos, nacido en la década de 1940, fue detenido por sus actividades políticas y sindicales —fue comisionado a una célula clandestina en Reus por el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) del Partido Comunista de España —por la Guardia Civil, que lo interrogó durante más de dos días. La Guardia Civil lo obligó a beber el líquido de una bomba molotov, que le introdujeron en el aparato digestivo como suero. La ingesta de la mezcla llevó a Martos al hospital, donde sufrió una agonía de 21 días, sin que la familia fuera notificada."La corrosión que le produjo en el aparato digestivo le causó la muerte" en 1973, dos años antes del fallecimiento del dictador Franco, ocurrido el 20 de noviembre de 1975, lo que dio lugar al periodo conocido como la transición, cuando España retomó la vía democrática tras abortarla en la década de 1930.Luego de asesinar a Martos de esa manera, el 17 de septiembre de 1973 en el Hospital de Sant Joan de Reus, las fuerzas franquistas enterraron el cuerpo del activista político sin identificarlo y sin permitir a su familia asistir a la inhumación o llevarse el cuerpo a su natal Granada.Dados esos antecedentes, em diciembre 2022, el Departamento de Justicia, Derechos y Memoria de la Generalitat de Cataluña notificó mediante un comunicado el inicio de trabajos antropológicos para exhumar los restos de la víctima de tortura del franquismo.El hermano de Cipriano, Antonio Martos, denunció el caso y lo incorporó a la querella argentina contra el franquismo, en busca de la justicia que negaron los tribunales españoles.La dependencia de memoria de Cataluña informó de trabajos de recuperación de los restos de Martos en el Cementerio Municipal de Reus. El director, Alfons Aragoneses, dijo que el objetivo de la investigación es defender los derechos humanos de los familiares de la víctima, pero también de la sociedad catalana a saber qué sucedió durante la Guerra Civil y la subsecuente dictadura de Franco.En Cataluña hay al menos 887 fosas comunes de la Guerra Civil documentadas y una cifra estimada de 20.000 personas enterradas en ellas.Tortura contra mujeresDurante la dictadura franquista en España se utilizaron métodos de tortura tanto física como psicológica."Suelen aparecer varias formas de privaciones, como la del sueño o la de realizar necesidades fisiológicas. La mitad se refiere a humillaciones", describe un estudio académico publicado por la Universidad de Castilla-La Mancha en Cuenca durante el 2020 y coordinado por María Carmen Cubero Izquierdo y Pedro Oliver Olmo.Entre la violencia psicológica ejercida contra los torturados identifican también el uso de drogas contra las víctimas, y en la dimensión física el uso de electrodos y asfixia húmeda. Además de ejercer un daño, la intención de la tortura psicológica es dejar menos rastros en la víctima para una posible futura fiscalización de los hechos, distingue el análisis.Sobre la violencia especialmente agresiva contra las mujeres, el Diario16 publicó una estimación donde califica de "sistémico" el ejercicio de las violaciones y agresiones sexuales ejercidas contra las mujeres durante la Guerra Civil, y si bien reconoce que entre ambos bandos se cometieron atrocidades, apunta a que el ejército franquista tenía la consigna de no dejar prisioneros, es decir, arrasar con el rival hasta el exterminio. En las tropas franquistas, apunta la publicación, la violación sexual fue empleada como un arma de guerra más. Un integrante del grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía, Fernando Romero, relató en 2010 a la prensa española la represión en localidades de Cádiz, donde se registró la humillación de 40 mujeres, entre ellas la esposa de un concejal socialista, María Torreño, y su hija Fraternidad Hidalgo. Además, en su libro Las rapadas. El franquismo contra la mujer, el psiquiatra Enrique González Duro recogió casos de mujeres humilladas en público tanto en la guerra como en el periodo de la dictadura franquista. "Ellas permanecían en los pueblos, a cargo de sus familias, en miseria, y eran, muchas de las veces, juzgadas en tribunales militares en los que se decidía qué mujeres debían ser vejadas y marcadas por haber contribuido al derrumbe de la moral", luego del alzamiento franquista contra la república, apunta la publicación.Otra publicación, El secretario: Revelaciones sobre la Guerra Civil en Badajoz, recoge los mecanismos de humillación con marca de género operados contra las mujeres del bando republicano."La mayoría de los huidos capturados eran fusilados en el mismo lugar en el que eran encontrados. Mujeres y niños padecieron también aquella furia (…) y se les aplicaban castigos más suaves: se les rapa la cabeza, dejándoles sólo en lo alto un mechoncito para adornarlo con lazos rojos. Así, se les pasea por la calle haciéndoles levantar el puño como señal de la ideología extremista de izquierdas. Otro de los leves castigos fue el de las purgas con aceite de ricino", señala el texto.El historiador Guillermo Rubio Martín, egresado de la Universidad de Granada, analiza el alcance de estas agresiones desde la perspectiva del patriarcado como ideología. “Las mujeres han sido, y siguen siendo, objetivo prioritario de las fuerzas militares en su ataque a objetivos civiles. Toda sociedad se vertebra en torno a sus mujeres, como sostenedoras del hogar y de la economía de bajo alcance y son la reserva reproductiva", estima."Además, en toda sociedad patriarcal las mujeres son las depositarias del honor de la casa y de la sociedad, y dañarlas a ellas es mostrar que sus hombres no son capaces de protegerlas y, por lo tanto, no son verdaderos hombres. La ofensiva militar llevada a cabo contra la población civil por las tropas sublevadas durante la Guerra Civil no fue una excepción en este aspecto”, abunda el estudioso.Billy 'el Niño'Foco de la crítica y de el proceso que se sigue contra el franquismo desde la justicia de Argentina, Billy El Niño es uno de los torturadores identificados durante el proceso de represión que encabezó Francisco Franco contra sus compatriotas. Su trabajo era detener y torturar. Se trata del inspector Antonio González Pacheco, quien falleció en 2020 sin ser presentado ante la justicia y durante el franquismo estuvo a cargo de los calabozos de la Puerta del Sol, en la capital española, Madrid. Nació en octubre de 1946 en Cáceres y radicó en Madrid. Sus víctimas recuerdan que era particularmente cruel y entre sus maniobras de vejación física figura el colgar a los detenidos de una barra para someter el cuerpo a extrema vulnerabilidad.También aplicó "la bañera", que consistía en sumergir la cabeza de los detenidos en aguas fétidas hasta inducirle prácticamente la asfixia y la pérdida del conocimiento, que aparentemente produce una sensación de muerte. González Pacheco también perpetraba "el pasillo", consistente en hacer pasar al detenido entre dos filas de policías que lo golpeaban con porras, látigos, patadas y puñetazos. O "el repasito", que buscaba lastimar a la víctima con golpes que no produjeran marcas, propinados con guías de teléfono o porras de goma.El caso de Los Topos En 1977 Jesús Torbado y Manuel Leguineche publicaron un libro de testimonios de víctimas de persecución durante la dictadura franquista, titulado Los Topos. El nombre hace referencia a que estas personas se escondían en agujeros cavados por ellos mismos, así como desvanes abandonados, falsos fondos de armarios o casas en ruinas.Fue el caso de cientos de personas perseguidas durante la posguerra, nombre con el que se describe a la situación española tras el conflicto armado, concluido en 1939 con la derrota militar de la llamada segunda república española.La obra recoge los testimonios de alrededor de dos decenas de personas encerradas durante años para sobrevivir el acoso de la dictadura, alimentados por familiares o amigos en condiciones de clandestinidad total.Los hijos de los llamados "rojos", los luchadores republicanos, eran acosados en la España de Franco, y Eustaquio de Vega desarrolló toda su juventud mientras su papá se encontraba escondido, uno de los topos.La querella argentina, el único juicio en el mundo contra el franquismoEl 14 de abril de 2010, organizaciones humanitarias de España y Argentina, país que también sufrió una dictadura militar que perpetró miles de desapariciones contra la población civil en actos calificados de terrorismo de Estado, presentaron una querella ante el Juzgado de Buenos Aires. El objetivo era investigar el genocidio y los crímenes de lesa humanidad cometidos contra miles de personas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista en España.La llamada querella argentina hace énfasis en el caso de Darío Rivas, un anciano de más de 90 años de edad radicado en el país sudamericano y cuyo padre, Severino Rivas, fue fusilado por pistoleros de la Falange Española en 1936, cuando era alcalde socialista de Castro de Rei, Galicia.La justicia argentina busca proceder contra cuatro presuntos responsables de tortura, de los cuales tres siguen con vida, sin embargo la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica acusa al Gobierno de España de entorpecer el proceso de extradición, recolección de testimonios de víctimas y procedimientos internacionales.Como permite inferir la documentación de casi 900 fosas sólo en el caso catalán, las víctimas de actos crueles perpetrados por las autoridades franquistas se contarían por miles.
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Forzado a tomar líquido de un molotov: el caso de Cipriano Martos en historial de tortura franquista
El militante antifranquista Cipriano Martos fue asesinado por tortura en 1973 a manos de la Guardia Civil, durante la dictadura que impuso Francisco Franco a España tras alzarse en armas en 1936, lo que desató la Guerra Civil. Ahora su cuerpo será exhumado de una fosa comun de otras víctimas de la Guadia.
Nació en una provincia de Granada, en el sur de España, Huétor-Tájar. Trabajador del campo desde los 11 años, en su vida se desempeñó como minero, trabajador textil y trabajador de la construcción en Reus, Cataluña, recuerda el espacio Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), concentrada en la búsqueda de los desaparecidos del franquismo.
Cipriano Martos, nacido en la década de 1940, fue detenido por sus actividades políticas y sindicales —fue comisionado a una célula clandestina en Reus por el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) del Partido Comunista de España —por la Guardia Civil, que lo interrogó durante más de dos días.
La Guardia Civil lo obligó a beber el líquido de una bomba molotov, que le introdujeron en el aparato digestivo como suero. La ingesta de la mezcla llevó a Martos al hospital, donde sufrió una agonía de 21 días, sin que la familia fuera notificada.
"La corrosión que le produjo en el aparato digestivo le causó la muerte" en 1973, dos años antes del fallecimiento del dictador Franco, ocurrido el 20 de noviembre de 1975, lo que dio lugar al periodo conocido como la transición, cuando España retomó la vía democrática tras abortarla en la década de 1930.
Por su actividad política y sindical fue detenido, torturado y obligado por la Guardia Civil a beber un cóctel molotov, que de introdujeron en el aparato digestivo como si fuera "un suero de la verdad". La corrosión que le produjo en el aparato digestivo le causó la muerte. pic.twitter.com/I99T7EWL5X
Luego de asesinar a Martos de esa manera, el 17 de septiembre de 1973 en el Hospital de Sant Joan de Reus, las fuerzas franquistas enterraron el cuerpo del activista político sin identificarlo y sin permitir a su familia asistir a la inhumación o llevarse el cuerpo a su natal Granada.
Dados esos antecedentes, em diciembre 2022, el Departamento de Justicia, Derechos y Memoria de la Generalitat de Cataluña notificó mediante un comunicado el inicio de trabajos antropológicos para exhumar los restos de la víctima de tortura del franquismo.
El hermano de Cipriano, Antonio Martos, denunció el caso y lo incorporó a la querella argentina contra el franquismo, en busca de la justicia que negaron los tribunales españoles.
Su hermano Antonio, denunció e incorporó el caso a la querella argentina contra el franquismo, buscando la justicia que nunca garantizado los tribunales españoles. Mañana dará inicio la búsqueda del cuerpo de Cipriano, en el cementerio de Reus. pic.twitter.com/tebCDGg1XN
La dependencia de memoria de Cataluña informó de trabajos de recuperación de los restos de Martos en el Cementerio Municipal de Reus. El director, Alfons Aragoneses, dijo que el objetivo de la investigación es defender los derechos humanos de los familiares de la víctima, pero también de la sociedad catalana a saber qué sucedió durante la Guerra Civil y la subsecuente dictadura de Franco.
Durante la dictadura franquista en España se utilizaron métodos de tortura tanto física como psicológica.
"Suelen aparecer varias formas de privaciones, como la del sueño o la de realizar necesidades fisiológicas. La mitad se refiere a humillaciones", describe un estudio académico publicado por la Universidad de Castilla-La Mancha en Cuenca durante el 2020 y coordinado por María Carmen Cubero Izquierdo y Pedro Oliver Olmo.
Entre la violencia psicológica ejercida contra los torturados identifican también el uso de drogas contra las víctimas, y en la dimensión física el uso de electrodos y asfixia húmeda.
"Estos métodos también contienen una relación de género. Por ejemplo, a las mujeres se les humilla sexualmente con más frecuencia que a los hombres o se les obliga con mayor frecuencia a la desnudez", apunta.
Además de ejercer un daño, la intención de la tortura psicológica es dejar menos rastros en la víctima para una posible futura fiscalización de los hechos, distingue el análisis.
Sobre la violencia especialmente agresiva contra las mujeres, el Diario16 publicó una estimación donde califica de "sistémico" el ejercicio de las violaciones y agresiones sexuales ejercidas contra las mujeres durante la Guerra Civil, y si bien reconoce que entre ambos bandos se cometieron atrocidades, apunta a que el ejército franquista tenía la consigna de no dejar prisioneros, es decir, arrasar con el rival hasta el exterminio.
En las tropas franquistas, apunta la publicación, la violación sexual fue empleada como un arma de guerra más.
Un integrante del grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía, Fernando Romero, relató en 2010 a la prensa española la represión en localidades de Cádiz, donde se registró la humillación de 40 mujeres, entre ellas la esposa de un concejal socialista, María Torreño, y su hija Fraternidad Hidalgo.
“A Fraternidad, de 21 años, la maltrataron con tanta saña que perdió el hijo que esperaba, la dejaron ciega y murió al poco tiempo como consecuencia de las torturas. A Frasquita Avilés, una mujer que rechazó a un falangista que se había enamorado de ella, la violaron en el cementerio después de muerta”, describe.
Además, en su libro Las rapadas. El franquismo contra la mujer, el psiquiatra Enrique González Duro recogió casos de mujeres humilladas en público tanto en la guerra como en el periodo de la dictadura franquista.
"Ellas permanecían en los pueblos, a cargo de sus familias, en miseria, y eran, muchas de las veces, juzgadas en tribunales militares en los que se decidía qué mujeres debían ser vejadas y marcadas por haber contribuido al derrumbe de la moral", luego del alzamiento franquista contra la república, apunta la publicación.
Otra publicación, El secretario: Revelaciones sobre la Guerra Civil en Badajoz, recoge los mecanismos de humillación con marca de género operados contra las mujeres del bando republicano.
"La mayoría de los huidos capturados eran fusilados en el mismo lugar en el que eran encontrados. Mujeres y niños padecieron también aquella furia (…) y se les aplicaban castigos más suaves: se les rapa la cabeza, dejándoles sólo en lo alto un mechoncito para adornarlo con lazos rojos. Así, se les pasea por la calle haciéndoles levantar el puño como señal de la ideología extremista de izquierdas. Otro de los leves castigos fue el de las purgas con aceite de ricino", señala el texto.
El historiador Guillermo Rubio Martín, egresado de la Universidad de Granada, analiza el alcance de estas agresiones desde la perspectiva del patriarcado como ideología.
“Las mujeres han sido, y siguen siendo, objetivo prioritario de las fuerzas militares en su ataque a objetivos civiles. Toda sociedad se vertebra en torno a sus mujeres, como sostenedoras del hogar y de la economía de bajo alcance y son la reserva reproductiva", estima.
"Además, en toda sociedad patriarcal las mujeres son las depositarias del honor de la casa y de la sociedad, y dañarlas a ellas es mostrar que sus hombres no son capaces de protegerlas y, por lo tanto, no son verdaderos hombres. La ofensiva militar llevada a cabo contra la población civil por las tropas sublevadas durante la Guerra Civil no fue una excepción en este aspecto”, abunda el estudioso.
Foco de la crítica y de el proceso que se sigue contra el franquismo desde la justicia de Argentina, Billy El Niño es uno de los torturadores identificados durante el proceso de represión que encabezó Francisco Franco contra sus compatriotas.
No obstante, Billy fue condecorado en España tras la muerte de Franco "e incluso podría decirse que han disfrutado de cierto amparo en ámbitos políticos o económicos que tienen mucho que agradecer a la dictadura", acusa la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Su trabajo era detener y torturar. Se trata del inspector Antonio González Pacheco, quien falleció en 2020 sin ser presentado ante la justicia y durante el franquismo estuvo a cargo de los calabozos de la Puerta del Sol, en la capital española, Madrid.
Nació en octubre de 1946 en Cáceres y radicó en Madrid. Sus víctimas recuerdan que era particularmente cruel y entre sus maniobras de vejación física figura el colgar a los detenidos de una barra para someter el cuerpo a extrema vulnerabilidad.
También aplicó "la bañera", que consistía en sumergir la cabeza de los detenidos en aguas fétidas hasta inducirle prácticamente la asfixia y la pérdida del conocimiento, que aparentemente produce una sensación de muerte.
González Pacheco también perpetraba "el pasillo", consistente en hacer pasar al detenido entre dos filas de policías que lo golpeaban con porras, látigos, patadas y puñetazos. O "el repasito", que buscaba lastimar a la víctima con golpes que no produjeran marcas, propinados con guías de teléfono o porras de goma.
En 1977 Jesús Torbado y Manuel Leguineche publicaron un libro de testimonios de víctimas de persecución durante la dictadura franquista, titulado Los Topos. El nombre hace referencia a que estas personas se escondían en agujeros cavados por ellos mismos, así como desvanes abandonados, falsos fondos de armarios o casas en ruinas.
Fue el caso de cientos de personas perseguidas durante la posguerra, nombre con el que se describe a la situación española tras el conflicto armado, concluido en 1939 con la derrota militar de la llamada segunda república española.
La obra recoge los testimonios de alrededor de dos decenas de personas encerradas durante años para sobrevivir el acoso de la dictadura, alimentados por familiares o amigos en condiciones de clandestinidad total.
Los hijos de los llamados "rojos", los luchadores republicanos, eran acosados en la España de Franco, y Eustaquio de Vega desarrolló toda su juventud mientras su papá se encontraba escondido, uno de los topos.
"Algunos de estos hombres, que permanecieron literalmente enterrados en vida, no abandonaron sus refugios hasta que en 1969 la dictadura franquista promulgó un decreto por el que prescribían todos los presuntos delitos cometidos antes del 1 de abril de 1939, fecha en la que terminó la Guerra Civil", recoge una nota de El País sobre la reedición del libro de Torbado y leguineche.
La querella argentina, el único juicio en el mundo contra el franquismo
El 14 de abril de 2010, organizaciones humanitarias de España y Argentina, país que también sufrió una dictadura militar que perpetró miles de desapariciones contra la población civil en actos calificados de terrorismo de Estado, presentaron una querella ante el Juzgado de Buenos Aires. El objetivo era investigar el genocidio y los crímenes de lesa humanidad cometidos contra miles de personas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista en España.
La llamada querella argentina hace énfasis en el caso de Darío Rivas, un anciano de más de 90 años de edad radicado en el país sudamericano y cuyo padre, Severino Rivas, fue fusilado por pistoleros de la Falange Española en 1936, cuando era alcalde socialista de Castro de Rei, Galicia.
La justicia argentina busca proceder contra cuatro presuntos responsables de tortura, de los cuales tres siguen con vida, sin embargo la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica acusa al Gobierno de España de entorpecer el proceso de extradición, recolección de testimonios de víctimas y procedimientos internacionales.
"Se han ido sumando a la querella diferentes colectivos y víctimas que tratan de obtener la verdad, la justicia y la reparación a la que tiene derecho y que sistemáticamente les ha negado el Estado español", critica.
Como permite inferir la documentación de casi 900 fosas sólo en el caso catalán, las víctimas de actos crueles perpetrados por las autoridades franquistas se contarían por miles.
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