El Premio Nobel de la Paz es utilizado por Occidente como "ataque mediático" contra Rusia
02:32 GMT 09.10.2022 (actualizado: 10:28 GMT 18.12.2022)
© AP Photo / Patrick SemanskyMedalla del Premio Nobel de la Paz
© AP Photo / Patrick Semansky
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En los conflictos no sólo se utilizan armas y estrategias bélicas. También existen las embestidas mediáticas. Bajo ese contexto puede entenderse el otorgamiento del Nobel de la Paz 2022 a tres actores contrarios a Moscú: el activista bielorruso Ales Bialiatski, la organización rusa Memorial* y la organización ucraniana Centro de Libertades Civiles.
Lo que debiera ser un galardón destinado a personas u organismos que fomenten la paz y el diálogo, se ha convertido en un reconocimiento a personajes que, abiertamente, han impulsado guerras en todo el mundo. Como botón de muestra: Barack Obama y Henry Kissinger. El primero es el presidente estadounidense con más guerras en la historia del país norteamericano y el segundo es ampliamente conocido por su Operación Cóndor, con la cual Washington avaló dictaduras y fomentó el terrorismo en países latinoamericanos como Argentina, Chile, Brasil y Bolivia, por mencionar algunos.
Así lo reflexiona Aníbal Garzón, sociólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), quien en entrevista con Sputnik asegura que el Premio Nobel de la Paz bien podría llamarse "el Premio Nobel de la Guerra" o "el Premio Nobel del conflicto", ya que no es la primera vez que este galardón es utilizado para golpear cultural y mediáticamente a los países que se oponen a la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados.
"El Premio Nobel tiene un carácter ideológico detrás y un mensaje político. No es un premio objetivo ni neutral. Tampoco está vinculado a la democracia internacional. Tiene, de hecho, unos intereses dentro del imperialismo norteamericano, que son los que acaban, al final, dictando hacia dónde va el premio", observa el experto, quien también ha sido observador electoral en la Organización de Estados Americanos (OEA).
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El hecho de que este año el galardón lo ganaran tres actores de Europa del Este vinculados a Occidente, específicamente a Estados Unidos, demuestra que una vez más la Academia Sueca entra en el juego cultural de poder de enviar un mensaje a quienes no considera afines al llamado "mundo libre y democrático". En este caso: Rusia.
Según el jurado del Nobel, los ganadores, el activista bielorruso Ales Bialiatski, la organización rusa Memorial* y la organización ucraniana Centro de Libertades Civiles, "representan a la sociedad civil en sus países de origen" y "han promovido durante muchos años el derecho a criticar el poder y proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos". Además, "han realizado un esfuerzo extraordinario para documentar los crímenes de guerra, los abusos de los derechos humanos y el abuso de poder".
Sin embargo, Garzón argumenta que, más allá del reconocimiento a labores relacionadas con los derechos humanos, lo que realmente se está premiando es un sistema de injerencia estadounidense que contempla la financiación a organizaciones no gubernamentales que se oponen a determinados Gobiernos, como el de Vladímir Putin o el de Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia.
No es casualidad, dice, que el Nobel de la Paz de este 2022 se otorgue a esos actores en momentos en que el conflicto entre Kiev y Moscú lleva más de siete meses activo, con las tropas ucranianas siendo apoyadas financiera y militarmente por países de la Unión Europea (UE) y por Estados Unidos.
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"[Los Nobel de la Paz] han tenido, sobre todo, un enfoque hacia lo que ellos [los jueces] llaman el mundo libre, el mundo del capitalismo, el mundo neoliberal. Por eso tienen un enfoque de desprestigio hacia el comunismo, hacia procesos de liberación y hacia todo lo que suena diferente a esa occidentalización dominada por Washington y su política otanista", asegura Garzón.
Como ejemplos de la reflexión anterior cita los premios al político y sindicalista polaco Lech Walesa, "quien lideró el sindicato contra el comunismo en Polonia", o a Mijaíl Gorbachov, el mandatario con el que se desintegró la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con la venia de Occidente.
"Queda claro hacia dónde está enfocado políticamente este premio, que no es el Nobel de la Paz. Podríamos decir que es el de la apología del conflicto, del capitalismo y del imperialismo norteamericano", señala el especialista, quien también tiene un máster en Cooperación y Desarrollo Internacional por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
Aníbal Garzón considera obvio que el premio de este año se le concediera a "una organización rusa que históricamente ha estado en contra de la historia soviética y de Putin" y que ha estado "a favor del discurso occidental, de la OTAN y de Estados Unidos".
Según el experto, esta estrategia puede ser tomada como un "ataque mediático y cultural" que pretende "blanquear la injerencia" de las organizaciones estadounidenses en el conflicto en Ucrania.
"Occidente intenta meter leña al fuego para que el conflicto se vaya potenciando con los intereses de Estados Unidos. Esta es la estrategia que se ha llevado siempre. No hay que olvidar que la guerra tiene sus armas, su estrategias, pero también hay una estrategia comunicativa, de agitación y propaganda, y ahí entran diferentes mecanismos, los mediáticos. Esta es la guerra cultural. El Nobel de la Paz es un juego mediático, institucional y cultural que representa una violencia simbólica al tratar de decirle a la gente qué es lo bueno y qué es lo malo", concluye Garzón.
*La organización es reconocida como agente extranjero en Rusia y dejó de existir en el país.
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