El Museo Nacional de Río empieza a resurgir de sus cenizas cuatro años después
El Museo Nacional de Río empieza a resurgir de sus cenizas cuatro años después
Sputnik Mundo
RÍO DE JANEIRO (Sputnik) — La noche del 2 de septiembre de 2018. el Museo Nacional de Río de Janeiro fue pasto de las llamas. Cuatro años después del incendio... 05.09.2022, Sputnik Mundo
Las obras demoraron algo más de lo previsto debido a la pandemia, pero tras una inversión de 23 millones de reales (4,4 millones de dólares) el edificio ya ha recuperado el esplendor de su arquitectura neoclásica, con los colores de la pintura original y la treintena de esculturas que lo coronaban sustituidas por réplicas exactas. La situación por dentro es otro cantar: las cicatrices del incendio aún están a la vista, tan sólo queda el esqueleto del edificio, con paredes con ladrillos a la vista y ni rastro de la decoración original.El proyecto de restauración continúa ahora con los ambientes internos, pero el edificio es tan grande que hasta 2027 no estará totalmente terminado. Kellner promete recuperar el máximo de elementos decorativos y arquitectónicos posible, pero señala que la idea también es dejar algunas salas con el aspecto actual: "Mantener la evidencia del incendio para mostrar la necesidad de que la sociedad cuide de su patrimonio", dice.La reconstrucción está siendo supervisada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y el calendario empieza a tomar forma, pero el gran desafío ahora es intentar recomponer la colección.Daño incalculableEl museo albergaba 20 millones de objetos y apenas se salvó el 15%. El daño fue incalculable: momias egipcias, esculturas africanas, delicadas colecciones de minerales, esqueletos y animales disecados, objetos sagrados de diversas etnias indígenas… Todo fue pasto de las llamas.Se recuperaron algunas joyas —como el cráneo de Luzia, el fósil humano más antiguo de Sudamérica, de 13.000 años de antigüedad—, pero para la mayoría de objetos habrá que buscar un sustituto más o menos a la altura. El museo lanzó un programa de donaciones que de momento ha conseguido alrededor de 1.000 piezas del total de 10.000 que se buscan para componer el nuevo museo.El director del museo confía en que el avance de las obras anime a otros museos del mundo y a particulares a donar piezas. De momento, Alemania donó un esqueleto de una ballena, un diplomático brasileño una colección de arte grecorromano; un investigador, varias esculturas africanas, y la empresa Vale una colección de minerales, por ejemplo.Para seguir impulsando las donaciones, el museo creó una web donde se explica a grandes rasgos lo que se necesita para los futuros circuitos expositivos. También se confía contar con la colaboración de los herederos de la antigua familia imperial brasileña. "Queremos ampliar ese contacto para que nos puedan ayudar", dice Kellner.Antes de ser museo, el edificio ahora en obras fue la residencia de la familia real portuguesa. Cuando la corte de Lisboa llegó a Río de Janeiro en 1808 huyendo de Napoleón el traficante de esclavos Elias Antonio Lopes, uno de los hombres más ricos de la colonia, cedió su mejor mansión como hogar real.El edificio fue escenario de algunos momentos decisivos en la historia de Brasil. Fue aquí donde la emperatriz Leopoldina firmó los documentos que derivarían en la proclamación de la Independencia en septiembre de 2022, y aquí también se celebró la primera asamblea constituyente una vez conquistada la República.Aún queda mucho para que el museo recupere parte de su esplendor, pero de momento su fachada ya puede observarse reluciente en lo alto de la Quinta da Boa Vista, el parque donde correteaban príncipes y princesas, que también acaba de ser restaurado por el ayuntamiento de Río de Janeiro.
RÍO DE JANEIRO (Sputnik) — La noche del 2 de septiembre de 2018. el Museo Nacional de Río de Janeiro fue pasto de las llamas. Cuatro años después del incendio que conmocionó a Brasil se inaugura la restauración de la fachada principal del edificio, el primer paso de un largo proceso de reconstrucción, que no terminará hasta 2027.
"El proyecto cumplió con su palabra y estamos devolviendo una parte de la fachada totalmente restaurada, junto con el jardín central, y ahora estamos entusiasmados en poder empezar con el interior", explicaba a la Agencia Sputnik el director del museo, Alexandre Kellner.
Las obras demoraron algo más de lo previsto debido a la pandemia, pero tras una inversión de 23 millones de reales (4,4 millones de dólares) el edificio ya ha recuperado el esplendor de su arquitectura neoclásica, con los colores de la pintura original y la treintena de esculturas que lo coronaban sustituidas por réplicas exactas. La situación por dentro es otro cantar: las cicatrices del incendio aún están a la vista, tan sólo queda el esqueleto del edificio, con paredes con ladrillos a la vista y ni rastro de la decoración original.
El proyecto de restauración continúa ahora con los ambientes internos, pero el edificio es tan grande que hasta 2027 no estará totalmente terminado. Kellner promete recuperar el máximo de elementos decorativos y arquitectónicos posible, pero señala que la idea también es dejar algunas salas con el aspecto actual: "Mantener la evidencia del incendio para mostrar la necesidad de que la sociedad cuide de su patrimonio", dice.
La reconstrucción está siendo supervisada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y el calendario empieza a tomar forma, pero el gran desafío ahora es intentar recomponer la colección.
Daño incalculable
El museo albergaba 20 millones de objetos y apenas se salvó el 15%. El daño fue incalculable: momias egipcias, esculturas africanas, delicadas colecciones de minerales, esqueletos y animales disecados, objetos sagrados de diversas etnias indígenas… Todo fue pasto de las llamas.
Se recuperaron algunas joyas —como el cráneo de Luzia, el fósil humano más antiguo de Sudamérica, de 13.000 años de antigüedad—, pero para la mayoría de objetos habrá que buscar un sustituto más o menos a la altura. El museo lanzó un programa de donaciones que de momento ha conseguido alrededor de 1.000 piezas del total de 10.000 que se buscan para componer el nuevo museo.
El director del museo confía en que el avance de las obras anime a otros museos del mundo y a particulares a donar piezas. De momento, Alemania donó un esqueleto de una ballena, un diplomático brasileño una colección de arte grecorromano; un investigador, varias esculturas africanas, y la empresa Vale una colección de minerales, por ejemplo.
Para seguir impulsando las donaciones, el museo creó una web donde se explica a grandes rasgos lo que se necesita para los futuros circuitos expositivos. También se confía contar con la colaboración de los herederos de la antigua familia imperial brasileña. "Queremos ampliar ese contacto para que nos puedan ayudar", dice Kellner.
Antes de ser museo, el edificio ahora en obras fue la residencia de la familia real portuguesa. Cuando la corte de Lisboa llegó a Río de Janeiro en 1808 huyendo de Napoleón el traficante de esclavos Elias Antonio Lopes, uno de los hombres más ricos de la colonia, cedió su mejor mansión como hogar real.
El edificio fue escenario de algunos momentos decisivos en la historia de Brasil. Fue aquí donde la emperatriz Leopoldina firmó los documentos que derivarían en la proclamación de la Independencia en septiembre de 2022, y aquí también se celebró la primera asamblea constituyente una vez conquistada la República.
Aún queda mucho para que el museo recupere parte de su esplendor, pero de momento su fachada ya puede observarse reluciente en lo alto de la Quinta da Boa Vista, el parque donde correteaban príncipes y princesas, que también acaba de ser restaurado por el ayuntamiento de Río de Janeiro.
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