La científica rusa que siembra semillas de sabiduría en Colombia
© Foto : Gentileza Universidad Industrial de Santander La científica rusa Elena Stashenko
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Elena Stashenko nació en la Unión Soviética, pero llegó a Colombia en 1982. En el país latinoamericano, forjó su carrera en los laboratorios de la Universidad Industrial de Santander (UIS). Hoy es una de las científicas más influyentes del mundo. Esta es su historia.
Nació en 1958, en Moscú, capital de Rusia —por entonces la Unión Soviética—. Su niñez y adolescencia estuvo marcada de manera íntima por el oficio de sus padres: Stashenko creció entre los laboratorios. Su madre estudió química y estuvo a cargo de un notable instituto ruso, mientras que su padre fue un físico y abogado que dedicó parte de su vida a la criminalística.
"Nuestra niñez siempre la recordamos con placer, angustia, nostalgia. Mi vida en la Unión Soviética fue muy feliz. Siempre ha sido un lugar de formación de grandes profesionales y buenos científicos. He ido casi siempre, todos los años, excepto con la pandemia. Cuando voy, camino por las librerías, por los museos. Rusia tiene otra mentalidad y es mi patria, pero hoy soy una emulsión del pasado y el presente", le dice Stashenko a Sputnik.
Dividía sus gustos entre la cartografía, la geografía, la matemática, el arte y el patinaje sobre hielo. Pero finalmente y por la influencia de su madre, Stashenko estudió química y a eso dedicó el resto de su vida. Se enamoró de un colombiano y en 1982, como acto de rebeldía y curiosidad, viajó a Colombia, un país que poco conocía y cuyo idioma apenas balbuceaba.
Llegó a la ciudad de Bucaramanga —a 450 kilómetros de la capital Bogotá— y hoy, 40 años después de su arribo al país latinoamericano, es una de las más notables científicas de la escena académica colombiana, vinculada a la reputada Universidad Industrial de Santander (UIS), en donde ha hecho parte del Centro de Cromatografía y Espectrometría de Masas y el Centro Nacional de Investigaciones para la Agroindustrialización de Especies Vegetales Aromáticas y Medicinales Tropicales.
Entre la química y el patinaje sobre hielo
© Foto : Gentileza Universidad Industrial de Santander La científica rusa Elena Stashenko
© Foto : Gentileza Universidad Industrial de Santander
Stashenko hubiese querido ser una patinadora profesional, pero el tiempo que demandaban los entrenamientos y la ciencia la hizo desistir. "Siempre fui buena estudiante en el colegio, pero también tenía sobrepeso. La Unión Soviética siempre se destacó por sus deportistas, por el patinaje artístico, pero el entrenador me vio y no cumplí con sus criterios", narra la científica.
Sin embargo, una oportunidad nació de esa primera decepción. "Otro entrenador presenció la escena y me dijo que podía practicar patinaje de velocidad. Y eso hice durante 15 años. Llegué a ser máster, pero no seguí porque el deporte profesional demanda mucho tiempo, hay que dedicarle la vida entera, y yo quería estudiar, entrar a la universidad y hacer una carrera científica", dice Stashenko.
Y aunque no se fue por el camino del deporte, este sí le enseñó lo que era la disciplina.
"El deporte ha sido importante para mí, de él tomé la disciplina, me enseñó la superación. No siempre tenemos que ganar en la vida, pero el deporte enseña a esforzarte para ser mejor", asegura.
Estudió química y luego un doctorado en ciencias.
De Moscú a Colombia
"¿Qué no haces cuando tienes 20 años?", anota la científica. Para ella, su decisión de llegar a Colombia, además de ser producto del amor, fue un acto de curiosidad, de rebeldía y de ganas de probar el mundo.
"En la Unión Soviética no teníamos muchas salidas al extranjero. Yo hacía viajes mentales por el mundo y mi decisión de partir fue muy dura para mis padres porque yo era hija única y ya tenía mi primera hija también", comenta la doctora a Sputnik.
De Colombia tenía muy poco conocimiento, básicamente lo que le llegaba a través de su pareja de ese entonces y de Gabriel García Márquez, el nobel de Literatura que escribió Cien años de soledad. "En esa época se vivía el boom de la literatura latinoamericana y García Márquez fue rápidamente traducido al ruso. Todo el mundo lo leía. Por supuesto, es muy difícil llegar a un país cuando no hablas el idioma. Muchas cosas asustan".
Pero su adaptación fue fácil y, ya en Bucaramanga, luchó contra varios estereotipos, como aquel que hace pensar que los rusos son personas rígidas y de poco humor.
"Con 50 mililitros de vodka, el ruso es más latino que un latino. Somos alegres y es posible que por nuestra pinta la gente dice que no sonreímos. Pero no hay que sonreír cada tres segundos para ser alegres. La alegría es más profunda que mostrar los dientes. Rusia tiene un clima frío, no hay mucho sol, hemos sufrido guerras y pérdidas. Eso marca el carácter nacional", agrega la científica.
Hacer ciencia en Colombia
© Foto : Gentileza Universidad Industrial de Santander La científica rusa Elena Stashenko
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¿Por qué ser científico en Colombia y no en Rusia? A pesar de que la profesora Stashenko tiene claro que Colombia es un país en donde la inversión en ciencia y tecnología no ha sido una prioridad de los gobiernos, reconoce que la ciencia ha ido buscando su espacio.
Sin embargo, considera que emprender el camino de la ciencia en ese país siempre significa un reto. "Aquí todo es un reto social, es un país turbulento políticamente, donde hay mucha inseguridad. Pero para la ciencia se necesitan años de paciencia, colegas, aliados, luchar por el financiamiento. Se nos va la vida en esto, pero se deja una base y con eso quedo contenta".
También es consciente de que es posible que no logre lo que podría lograr un científico en Alemania o Francia, pero le interesa enseñar con su ejemplo a los futuros científicos colombianos. "Sin ese romanticismo desaparece tu alma", señala la científica.
Stashenko vs. la industria farmacéutica en Colombia
La disciplina que la científica, una de las más influyentes del mundo, ha mantenido la llevó a descubrir que un popular medicamento que era vendido en Colombia como natural contenía diclofenaco.
El hallazgo fue un escándalo en Colombia, que estalló en 2020 y que obligó a que la farmacéutica Pronabell S. A. dejara de fabricar su exitoso Dololed, que supuestamente era elaborado con caléndula y utilizado para tratar malestares comunes, como el dolor de cabeza.
En 2019, un hombre que consumía el medicamento dijo sentir algunos efectos secundarios, como vértigo, mareo y dolor en el pecho y en el estómago. Por esa razón, llegó a la UIS para pedir que se analizara la composición del medicamento que le habían recetado.
"Fue un análisis del medicamento que realizamos. Lo que distingue a un científico del resto es la curiosidad y la búsqueda de la verdad. Pensamos que había sido un error, pero durante mucho tiempo se tomaron muestras de diferentes orígenes, farmacias y ciudades y se comprobó que había lotes contaminados con diclofenaco. Se informó sobre lo encontrado a las autoridades", relata Stashenko.
Con una humildad admirable, Stashenko cuenta su historia en Colombia y recuerda sus días en la Unión Soviética. Sus hijas, paradójicamente, no estudiaron ciencias básicas, sino que optaron por las ciencias sociales.
Está convencida de que, a pesar de las oportunidades que tuvo para consagrarse como científica en Europa, Colombia merece lo que ha hecho a través de su trabajo e invita a los científicos colombianos a que se queden en el país para construir la ciencia y dejar semillas en los estudiantes.