Haití y el derrumbe del Estado
© AP Photo / Joseph OdelynHomenaje al asesinado presidente de Haití, Jovenel Moise
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PUERTO PRÍNCIPE (Sputnik) — Sobreviviente de la cruel dictadura de Francois y Jean Claude Duvalier, la intelectual, historiadora y política Suzy Castor reconoce con pesar el derrumbe del Estado haitiano, y lamenta que la situación actual es inédita en un país ya golpeado por catástrofes naturales, regímenes totalitarios y ocupación militar.
"Hoy estamos viviendo una situación muy difícil y también inédita porque uno no necesita ser sociólogo, politólogo ni nada para darse cuenta de que en Haití el Estado se ha derrumbado. No es un país que funciona, ni mal. No funciona", dijo a la Agencia Sputnik desde la casa que compartiera una década atrás con Gerard Pierre-Charles, uno de los más notables intelectuales y luchadores sociales del país.
Haití sufre desde la caída de la dictadura de los Duvalier una polarización política extrema, con el colapso económico y los indicadores cada vez más altos de pobreza para buena parte de la población.
La inseguridad y multiplicación de las bandas armadas que controlan amplias zonas del país llegaron a niveles abismales, mientras las autoridades son incapaces de restablecer el clima de paz.
"Las instituciones no existen, el país no produce y la vida cotidiana se ha vuelto una pesadilla para todos nosotros. No es una abstracción cuando hablamos del derrumbe de un Estado, lo estamos viendo hoy día", lamentó Castor, quien impartió docencia por casi 20 años en la Universidad Autónoma de México, país al cual se exilió durante la dictadura.
Ocupación
Para la investigadora, los orígenes de la situación de Haití se remontan a 1915, cuando Estados Unidos invadió militarmente durante 19 años, la ocupación más larga luego de la ocurrida en Afganistán.
En ese momento el imperialismo naciente llevó a la nación norteña a considerar a toda América Latina como su zona de influencia y al Caribe como el patio trasero. Así impusieron un orden en Haití, a través del reacomodo del poder político y el ejército como columna vertebral. La ocupación militar concluyó en 1934, pero la injerencia llega hasta nuestros días.
"Estamos intervenidos, no hay que hacerse ilusiones. Podemos darle el nombre que queramos, intervención encubierta, pero no son las autoridades haitianas las que deciden, no es Haití quien dispone sobre su futuro", lamentó.
El asesinato del presidente Jovenel Moise en julio último puso en evidencia el poco poder que ostenta el Gobierno nacional.
Un tuit del Core Group, integrado por embajadores y representantes de Naciones Unidas, la Unión Europea y la OEA validó en su puesto al actual primer ministro, Ariel Henry, pese a que el canciller Claude Joseph asumió el poder de facto tras el asesinato.
El magnicidio, que cuatro meses después está todavía lejos de resolverse, solo empeoró el vacío institucional y el deterioro de las instituciones estatales.
El Parlamento cuenta con 10 senadores en activo, tras vencerse en enero de 2020 los mandatos de todos los diputados sin realizarse elecciones, mientras el Poder Judicial fue prácticamente disfuncional hasta octubre al no contar con el Consejo Superior de la Magistratura, y cerca del 70 por ciento de los jueces de instrucción culminaron sus periodos, lo cual limita el acceso a la justicia.
"En este sentido, Haití es muy aleccionador y todo haitiano que piense, no importa su corriente política, clase social, o situación económica, se da cuenta de que la ruptura con lo que existe es importante. No se puede seguir en el camino de antes", dijo Castor, quien aspira al nacimiento de un colectivo con liderazgo.
Para la autora del libro La ocupación norteamericana de Haití y sus consecuencias (1971), solo existe un camino, y es la escisión, y la construcción de un nuevo proyecto. "Es la única solución para el país", aseguró.