¿Qué vacuna marcó a millones de personas en todo el planeta?
¿Qué vacuna marcó a millones de personas en todo el planeta?
Sputnik Mundo
La BCG es la única vacuna utilizada para combatir a la tuberculosis. Una solución que ha cumplido un siglo en 2021 y que ha evitado millones de muertes en todo... 06.08.2021, Sputnik Mundo
La pertenencia a una generación u otra define el bagaje de la persona. Los centennial ignoran la existencia del discman o MySpace. Por su parte, un boomer con TikTok no es la norma. La fecha de nacimiento altera la percepción del mundo y la manera de enfrentarnos a él. Incluso, afecta a nuestro propio estado de salud. Una persona nacida en el siglo XXI probablemente muestre extrañeza al observar en el brazo de algún familiar de mayor edad una pequeña marca cerca del hombro. Una señal prácticamente ausente entre sus coetáneos, incluso en la generación anterior. En España, habría que buscar en las extremidades de los boomer para hallar registros de este símbolo cutáneo.Este signo de épocas pasadas viene producido por la vacuna BCG. Un remedio para luchar contra la tuberculosis, también conocida como peste blanca. Una enfermedad que puede sonar secular, pero que sigue vigente. Y es que, en la actualidad, este mal causa 4.000 muertes al día y cerca de un millón y medio al año. De estas, el 20% son infantiles. La infección se encuentra entre las 10 principales causas de muerte en el mundo y la primera por un único agente infeccioso, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).La enfermedad es provocada por la bacteria Mycobacterium Tuberculosis y ataca a los pulmones. Es capaz de provocar una tos severa, incluso con sangrado, e ir acompañada de fiebre, debilidad o escalofríos. Al igual que el coronavirus, se transmite por vía aérea. "Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos de estos bacilos para quedar infectada", apunta la OMS.La tuberculosis está muy relacionada con países en vías de desarrollo. La imposibilidad de distancia interpersonal en los domicilios, la desnutrición o unas malas condiciones higiénicas son campo de cultivo de la bacteria que la produce. India es el lugar donde más casos se dan al año, seguido por Indonesia, China, Filipinas, Pakistán, Nigeria, Bangladés y Sudáfrica. Estos acaparan parte importante de los positivos.La solución para detener sus efectos es la vacuna BCG. En el caso de España, esta se dejó de administrar hace décadas, principalmente por el bajo número de casos que se daban al año en el país. "Se sacó del calendario de vacunación hace muchos años. Solo en el País Vasco se alargó un poco más su uso", indica Jaime Jesús Pérez, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Vacunología y facultativo especialista en medicina preventiva, a Sputnik Mundo. Una vacuna que no hace tanto se inoculaba en Francia y que todavía se aplica en países como Hungría, Rumania, Croacia o Letonia. "Su utilización tiene más sentido en los países donde la incidencia es más alta. Cada país debe ser consciente de sus datos", sentencia.Según los últimos datos publicados, correspondientes a 2018, el número de casos fue de 4.389 en España. Una cifra que desciende con el paso de los años. La enfermedad no ha desaparecido, pero su incidencia en el país es relativamente baja. Décadas atrás, la situación era diferente. Los infectados eran más y la posibilidad de padecer un desenlace fatal era más elevada. Motivo por el que generaciones pasadas presentan en su brazo la marca de la BCG. La prueba de su inyección. "La lesión era producto de una reacción inflamatoria local tras su administración. Hay que recordar que se inocula por vía intradérmica, justo debajo de la superficie de la piel", explica Pérez.Una vacuna con historiaMillones de personas han recibido el pinchazo contra la tuberculosis. Se estima que más de 4.000 millones de dosis han sido administradas a lo largo de la historia de esta vacuna. La primera la recibió un bebé recién nacido en el Hospital de la Charité de París el 18 de julio de 1921. En 2021, la BCG cumple un siglo de vida.Sus creadores fueron el médico Albert Calmette y el veterinario Camille Guérin. Precisamente, sus apellidos nombrarían a la solución. Y es que BCG se traduce como Bacilo Calmette-Guérin. Esta es una versión suavizada de una micobacteria distinta a la que desencadena la tuberculosis en seres humanos. Los científicos franceses pasaron cerca de 13 años para atenuar la denominada "leche de Nocard", el bacilo que provocaba la tuberculosis en el ganado bovino. Los buenos resultados del remedio aligeraron uno de los problemas más graves para el sistema de sanidad pública de Francia. Y del mundo entero.La sustancia salvó la vida a millones de infantes en todo el planeta. También hubo errores, como la tragedia de Lübeck (Alemania), en la que más de 70 niños murieron tras la inoculación de vacunas contaminadas con una cepa más virulenta de la Mycobacterium Tuberculosis. Sin embargo, el paso del tiempo demostraría su eficacia.Según las asociaciones médicas consultadas, la BCG es la mejor arma contra la tuberculosis, más allá de la prevención y el aislamiento de las personas contagiadas. Eso sí, no se recomienda su uso en infectados, pacientes que hayan pasado la enfermedad o mujeres en periodo de embarazo, a menos que el medico lo recomiende. Además, esta centenaria vacuna podría desaparecer de los calendarios de vacunación planetarios ante la aparición de nuevas soluciones.Entre las alternativas, destaca la MTBVAC, diseñada por la Universidad de Zaragoza y desarrollada por su socio industrial Biofabri. Según estudios externos publicados en la revista Nature Publishing Group Vaccines, la creación española protegería de una manera más efectiva que la BCG. En concreto, frenaría la transmisión aérea de la enfermedad, algo que no ha logrado la vacuna francesa.Pérez remarca que "no es fácil crear vacunas contra la tuberculosis". "El bacilo que provoca la tuberculosis escapa a nuestro sistema inmune. Sucede lo mismo con la malaria. El ser humano no logra desarrollar inmunidad de forma natural contra ellos. Por ello, los contagiados con este tipo de bacterias necesitan de un largo tratamiento antibiótico para curarse", asegura. Por ello, el médico preventivista pone en valor el trabajo realizado por Calmette y Guérin un siglo atrás.Un miembro de la generación Z probablemente ignore la existencia de esta vacuna contra la tuberculosis. Tal vez hasta la marca en el brazo de su padre o madre. Al menos, en España. En el sudeste asiático o África, la BCG sigue a la orden del día. Al final, las vivencias que nos hacen persona dependen de la fecha de nacimiento, pero también del lugar. La tangible lesión que deja dicha inoculación en la piel de una persona es síntoma de la realidad. Sea presente o pasada.
La BCG es la única vacuna utilizada para combatir a la tuberculosis. Una solución que ha cumplido un siglo en 2021 y que ha evitado millones de muertes en todo el planeta.
La pertenencia a una generación u otra define el bagaje de la persona. Los centennial ignoran la existencia del discman o MySpace. Por su parte, un boomer con TikTok no es la norma. La fecha de nacimiento altera la percepción del mundo y la manera de enfrentarnos a él. Incluso, afecta a nuestro propio estado de salud. Una persona nacida en el siglo XXI probablemente muestre extrañeza al observar en el brazo de algún familiar de mayor edad una pequeña marca cerca del hombro. Una señal prácticamente ausente entre sus coetáneos, incluso en la generación anterior. En España, habría que buscar en las extremidades de los boomer para hallar registros de este símbolo cutáneo.
Este signo de épocas pasadas viene producido por la vacuna BCG. Un remedio para luchar contra la tuberculosis, también conocida como peste blanca. Una enfermedad que puede sonar secular, pero que sigue vigente. Y es que, en la actualidad, este mal causa 4.000 muertes al día y cerca de un millón y medio al año. De estas, el 20% son infantiles. La infección se encuentra entre las 10 principales causas de muerte en el mundo y la primera por un único agente infeccioso, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La enfermedad es provocada por la bacteria Mycobacterium Tuberculosis y ataca a los pulmones. Es capaz de provocar una tos severa, incluso con sangrado, e ir acompañada de fiebre, debilidad o escalofríos. Al igual que el coronavirus, se transmite por vía aérea. "Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos de estos bacilos para quedar infectada", apunta la OMS.
La tuberculosis está muy relacionada con países en vías de desarrollo. La imposibilidad de distancia interpersonal en los domicilios, la desnutrición o unas malas condiciones higiénicas son campo de cultivo de la bacteria que la produce. India es el lugar donde más casos se dan al año, seguido por Indonesia, China, Filipinas, Pakistán, Nigeria, Bangladés y Sudáfrica. Estos acaparan parte importante de los positivos.
La solución para detener sus efectos es la vacuna BCG. En el caso de España, estase dejó de administrar hace décadas, principalmente por el bajo número de casos que se daban al año en el país. "Se sacó del calendario de vacunación hace muchos años. Solo en el País Vasco se alargó un poco más su uso", indica Jaime Jesús Pérez, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Vacunología y facultativo especialista en medicina preventiva, a Sputnik Mundo. Una vacuna que no hace tanto se inoculaba en Francia y que todavía se aplica en países como Hungría, Rumania, Croacia o Letonia. "Su utilización tiene más sentido en los países donde la incidencia es más alta. Cada país debe ser consciente de sus datos", sentencia.
Según los últimos datos publicados, correspondientes a 2018, el número de casos fue de 4.389 en España. Una cifra que desciende con el paso de los años. La enfermedad no ha desaparecido, pero su incidencia en el país es relativamente baja. Décadas atrás, la situación era diferente. Los infectados eran más y la posibilidad de padecer un desenlace fatal era más elevada. Motivo por el que generaciones pasadas presentan en su brazo la marca de la BCG. La prueba de su inyección. "La lesión era producto de una reacción inflamatoria local tras su administración. Hay que recordar que se inocula por vía intradérmica, justo debajo de la superficie de la piel", explica Pérez.
Una vacuna con historia
Millones de personas han recibido el pinchazo contra la tuberculosis. Se estima que más de 4.000 millones de dosis han sido administradas a lo largo de la historia de esta vacuna. La primera la recibió un bebé recién nacido en el Hospital de la Charité de París el 18 de julio de 1921. En 2021, la BCG cumple un siglo de vida.
Sus creadores fueron el médico Albert Calmette y el veterinario Camille Guérin. Precisamente, sus apellidos nombrarían a la solución. Y es que BCG se traduce como Bacilo Calmette-Guérin. Esta es una versión suavizada de una micobacteria distinta a la que desencadena la tuberculosis en seres humanos. Los científicos franceses pasaron cerca de 13 años para atenuar la denominada "leche de Nocard", el bacilo que provocaba la tuberculosis en el ganado bovino. Los buenos resultados del remedio aligeraron uno de los problemas más graves para el sistema de sanidad pública de Francia. Y del mundo entero.
Albert Calmette, uno de los descubridores de la vacuna BCG. (AFP)
La sustancia salvó la vida a millones de infantes en todo el planeta. También hubo errores, como la tragedia de Lübeck (Alemania), en la que más de 70 niños murieron tras la inoculación de vacunas contaminadas con una cepa más virulenta de la Mycobacterium Tuberculosis. Sin embargo, el paso del tiempo demostraría su eficacia.
"Se pone al nacimiento o a los pocos días del nacer, especialmente pensando en los primeros años de vida, cuando se producen los cuadros más graves. La BCG los evita durante los primeros cinco años de vida del niño, además de generar una protección útil contra la meningitis tuberculosa", puntualiza el vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Vacunología.
Según las asociaciones médicas consultadas, la BCG es la mejor arma contra la tuberculosis, más allá de la prevención y el aislamiento de las personas contagiadas. Eso sí, no se recomienda su uso en infectados, pacientes que hayan pasado la enfermedad o mujeres en periodo de embarazo, a menos que el medico lo recomiende. Además, esta centenaria vacuna podría desaparecer de los calendarios de vacunación planetarios ante la aparición de nuevas soluciones.
Entre las alternativas, destaca la MTBVAC, diseñada por la Universidad de Zaragoza y desarrollada por su socio industrial Biofabri. Según estudios externos publicados en la revista Nature Publishing Group Vaccines, la creación española protegería de una manera más efectiva que la BCG. En concreto, frenaría la transmisión aérea de la enfermedad, algo que no ha logrado la vacuna francesa.
Pérez remarca que "no es fácil crear vacunas contra la tuberculosis". "El bacilo que provoca la tuberculosis escapa a nuestro sistema inmune. Sucede lo mismo con la malaria. El ser humano no logra desarrollar inmunidad de forma natural contra ellos. Por ello, los contagiados con este tipo de bacterias necesitan de un largo tratamiento antibiótico para curarse", asegura. Por ello, el médico preventivista pone en valor el trabajo realizado por Calmette y Guérin un siglo atrás.
"La BCG ha salvado muchas vidas y tiene una inmensa capacidad de refuerzo de nuestro sistema inmune. Incluso tiene efectos no buscados en otras enfermedades. La vacuna protege contra otras infecciones gracias a este fortalecimiento. Por ejemplo, es efectiva contra la lepra o la úlcera de Buruli. Incluso, se llegó a hablar de su utilidad contra el coronavirus", asevera Pérez.
Un miembro de la generación Z probablemente ignore la existencia de esta vacuna contra la tuberculosis. Tal vez hasta la marca en el brazo de su padre o madre. Al menos, en España. En el sudeste asiático o África, la BCG sigue a la orden del día. Al final, las vivencias que nos hacen persona dependen de la fecha de nacimiento, pero también del lugar. La tangible lesión que deja dicha inoculación en la piel de una persona es síntoma de la realidad. Sea presente o pasada.
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