Palo Alto, la cooperativa de vivienda más vieja de CDMX que enfrenta a la filosofía neoliberal
Palo Alto, la cooperativa de vivienda más vieja de CDMX que enfrenta a la filosofía neoliberal
Sputnik Mundo
Entrar a Palo Alto es como hallar un oasis a escala humana en medio de las torres impersonales de cemento que caracterizan los complejos residenciales de la... 22.07.2021, Sputnik Mundo
Existe apenas un puñado de unas cinco cooperativas de vivienda por ayuda mutua o autoconstrucción en la Ciudad de México, y ésta, la más antigua, vive asediada por un proceso de liquidación, promovido por una parte minoritaria que, según los vecinos, se ha convertido en el "instrumento de otros intereses"."La comisión liquidadora y los disidentes quieren terminar con la organización, es decir, nosotros somos un estorbo y ellos han sido un instrumento de otras gentes para terminar con el proyecto Palo Alto", explicó a Sputnik Gloria Valdespino, una de las socias fundadoras.El proceso judicial que definirá el futuro de esta comunidad popular enclavada en una de las zonas con mayor plusvalía del metro cuadrado del continente, está en las manos del juzgado quinto civil de distrito, a cargo del juez Alejandro Dzib Sotelo.Dzib Sotelo tiene a estudio un proyecto de liquidación de la organización que es contrario a la voluntad de la mayoría de los socios, según le expresaron en un centenar de cartas enviadas para su consideración. En el mismo sentido se expresó la asamblea: Palo Alto está en contra de la liquidación de la organización. Así lo dicen los carteles que cuelgan en prácticamente todas las casas de la cooperativa: "Mi casa no está en venta".La vía cooperativaLas diferencias formales entre una cooperativa y una vivienda individual —obtenida usualmente mediante un crédito con años de plazo de pago—pueden resumirse en tres:Fundada en 1972 por antiguos mineros de Álvaro Obregón y Cuajimalpa, la elección por la figura cooperativa fue propuesta por un sacerdote de raigambre popular, que años más tarde fue asesinado como consecuencia de su labor política: Rodolfo Escamilla.Su nombre bautiza una de las calles principales de Palo Alto, y su cara sonríe desde uno de los murales pintados en el centro de la colonia. Allí dónde está la tortillería cooperativa, junto a una sala de uso común, que se presta gratuitamente a los socios para el velatorio de sus seres queridos fallecidos. También está la biblioteca, un dispensario de productos básicos Liconsa, una casita de salud con un pequeño consultorio de atención primaria y un centro de salud más grande. A medio camino, detrás de una flameante bandera roja y negra, puede verse la avanzada obra de un salón de usos múltiples para albergar a 400 personas. Todo fue construido comunitariamente. Todo tiene un precio ya, hasta la iglesia.En abril de 2021, la disidencia que abandonó la cooperativa en el año 1989 promovió ante la justicia —por tercera vez— un proyecto para que todo se remate, y que a cada una de las 207 familias que conforman la cooperativa se les entreguen cuatro millones de pesos por abandonar este sitio, que ha sido construido con el esfuerzo de cuatro y cinco generaciones.El que pretende extinguir a Palo Alto no es un conflicto por la irregularidad de la tierra o el asentamiento, ya que la cooperativa es dueña de este terreno desde 1972, sino sobre dos formas de vivir en pugna.Palo Alto llegó al menos dos décadas antes que desembarcaran en esta antigua zona boscosa de la Ciudad de México, las torres habitacionales: Arcos Bosques, conocido como "Los pantalones" a mitad de los años 1990; junto a ella el Live Aqua Urban Resort y más recientemente, la construcción del Residencia Agwa Bosques, que incluye cuatro torres de 45 y 25 pisos, que comenzó en 2017."Cada vez que han venido a construir, nos han perjudicado. Cuando hicieron el segundo edificio, caían varillas de mucha altura al patio de los compañeros que están en la colindancia. Los de la constructora nos dijeron que le pagaban una renta a la gente para que se fuera mientras ellos terminaban su construcción, pero nosotros hicimos estas casas para vivir seguros, no para venderlas ni hacer negocio", dijo Paula Hernández, otra de las socias fundadoras en charla con este medio.Contra la liquidaciónLa comunidad de Palo Alto ha expresado su voluntad en cuatro puntos:Hoy, la opción ofrecida por la disidencia y la comisión liquidadora que fue nombrada en el año 2000, es que todo lo que fue construido por la comunidad se tase y venda a precio de mercado.En este proceso, el Juez Dzib ordenó que se haga una inspección de todos los inmuebles comunes de la cooperativa, porque pretende entregar a manos de la comisión liquidadora la tortillería, la tienda y el centro Liconsa, cuyo manejo "comience a sentar el precedente de venta" del terreno."Vemos que este proceso está muy cargado, denunciamos que el Juez está siendo arbitrario y no respetando las formalidades esenciales del procedimiento, la garantía de legalidad, así como principios jurídicos y derechos plasmados en la ley", apuntó Luis Márquez, vecino de la cooperativa y abogado, que lleva la representación legal de los socios.El proceso de liquidación fue promovido por los disidentes, quienes reclaman su parte social. Sin embargo, el abogado apuntó que, en esencia, las cooperativas no tienen fines de lucro y que la parte que los disidentes reclaman, no puede ser entendida como una propiedad individual con valor de mercado.Los vecinos saben que este proceso se hubiera dirimido internamente, si la cooperativa estuviese ubicada en cualquier otra periferia de la Ciudad de México que no fuese ésta, rodeada de otra clase social, de alto poder adquisitivo.El 29 de junio la diligencia que había sido pautada por el juez para tomar posesión sobre las áreas comunes fue suspendida, ante la negativa de los habitantes de la cooperativa. Desde entonces, han mantenido reuniones con distintos representantes políticos del Gobierno de Ciudad de México y del Federal mexicano, quienes han manifestado su compromiso para buscar una vía para que Palo Alto permanezca."El modelo cooperativo no es una alternativa, es la solución que tenemos como clase para poder hacer proyectos en cualquier parte del mundo, dónde se encuentre gente como nosotros. Es una filosofía diferente a la competitividad del modelo neoliberal, frente al que no tenemos ninguna oportunidad, porque privilegia la propiedad privada y la especulación. Aunque nos han metido ese individualismo por todos lados, vamos a defender este modelo que a nosotros nos ha demostrado que es posible", concluyó Hernández.
Entrar a Palo Alto es como hallar un oasis a escala humana en medio de las torres impersonales de cemento que caracterizan los complejos residenciales de la clase alta que habita Santa Fe, una de las zonas de la capital mexicana. Sin embargo, un proceso judicial amenaza extinguir la cooperativa de vivienda por ayuda mutua más longeva de la CDMX.
Existe apenas un puñado de unas cinco cooperativas de vivienda por ayuda mutua o autoconstrucción en la Ciudad de México, y ésta, la más antigua, vive asediada por un proceso de liquidación, promovido por una parte minoritaria que, según los vecinos, se ha convertido en el "instrumento de otros intereses".
— Sputnik Reporteros (@Sputnik_Report) July 13, 2021
"La comisión liquidadora y los disidentes quieren terminar con la organización, es decir, nosotros somos un estorbo y ellos han sido un instrumento de otras gentes para terminar con el proyecto Palo Alto", explicó a Sputnik Gloria Valdespino, una de las socias fundadoras.
El proceso judicial que definirá el futuro de esta comunidad popular enclavada en una de las zonas con mayor plusvalía del metro cuadrado del continente, está en las manos del juzgado quinto civil de distrito, a cargo del juez Alejandro Dzib Sotelo.
Dzib Sotelo tiene a estudio un proyecto de liquidación de la organización que es contrario a la voluntad de la mayoría de los socios, según le expresaron en un centenar de cartas enviadas para su consideración. En el mismo sentido se expresó la asamblea: Palo Alto está en contra de la liquidación de la organización. Así lo dicen los carteles que cuelgan en prácticamente todas las casas de la cooperativa: "Mi casa no está en venta".
#México Fundada en 1972, la cooperativa se vio rodeada desde mediados de los años 90 por edificios de lujo y viviendas para estratos de alto poder adquisitivo #CDMX alcaldía #Cuajimalpapic.twitter.com/zNUbRnGw4t
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La vía cooperativa
Las diferencias formales entre una cooperativa y una vivienda individual —obtenida usualmente mediante un crédito con años de plazo de pago—pueden resumirse en tres:
1.
Las cooperativas suelen ser construidas por sus propios socios, bajando los costos de obra y material.
2.
La propiedad de lo construido es colectiva, es decir, la propietaria es la sociedad; Los socios no tienen una propiedad individual que puedan enajenar a su gusto, sino un bien de goce y uso sobre sus viviendas.
3.
Las cooperativas incluyen no sólo a las viviendas, sino que practican una gestión común del espacio que, en el caso de Palo Alto, conforma una colonia completa, asentada sobre 4,7 hectáreas en la alcaldía Cuajimalpa.
Fundada en 1972 por antiguos mineros de Álvaro Obregón y Cuajimalpa, la elección por la figura cooperativa fue propuesta por un sacerdote de raigambre popular, que años más tarde fue asesinado como consecuencia de su labor política: Rodolfo Escamilla.
Su nombre bautiza una de las calles principales de Palo Alto, y su cara sonríe desde uno de los murales pintados en el centro de la colonia. Allí dónde está la tortillería cooperativa, junto a una sala de uso común, que se presta gratuitamente a los socios para el velatorio de sus seres queridos fallecidos. También está la biblioteca, un dispensario de productos básicos Liconsa, una casita de salud con un pequeño consultorio de atención primaria y un centro de salud más grande. A medio camino, detrás de una flameante bandera roja y negra, puede verse la avanzada obra de un salón de usos múltiples para albergar a 400 personas. Todo fue construido comunitariamente. Todo tiene un precio ya, hasta la iglesia.
En abril de 2021, la disidencia que abandonó la cooperativa en el año 1989 promovió ante la justicia —por tercera vez— un proyecto para que todo se remate, y que a cada una de las 207 familias que conforman la cooperativa se les entreguen cuatro millones de pesos por abandonar este sitio, que ha sido construido con el esfuerzo de cuatro y cinco generaciones.
El que pretende extinguir a Palo Alto no es un conflicto por la irregularidad de la tierra o el asentamiento, ya que la cooperativa es dueña de este terreno desde 1972, sino sobre dos formas de vivir en pugna.
#México Rodolfo Rivera relata cómo ha sido crecer en la cooperativa #PaloAlto al poniente de la #cdmx y por qué sus socios están dispuestos a defender su permanencia pic.twitter.com/hurCJLrBON
— Sputnik Reporteros (@Sputnik_Report) July 13, 2021
Palo Alto llegó al menos dos décadas antes que desembarcaran en esta antigua zona boscosa de la Ciudad de México, las torres habitacionales: Arcos Bosques, conocido como "Los pantalones" a mitad de los años 1990; junto a ella el Live Aqua Urban Resort y más recientemente, la construcción del Residencia Agwa Bosques, que incluye cuatro torres de 45 y 25 pisos, que comenzó en 2017.
"Cada vez que han venido a construir, nos han perjudicado. Cuando hicieron el segundo edificio, caían varillas de mucha altura al patio de los compañeros que están en la colindancia. Los de la constructora nos dijeron que le pagaban una renta a la gente para que se fuera mientras ellos terminaban su construcción, pero nosotros hicimos estas casas para vivir seguros, no para venderlas ni hacer negocio", dijo Paula Hernández, otra de las socias fundadoras en charla con este medio.
La comunidad de Palo Alto ha expresado su voluntad en cuatro puntos:
1.
La oposición total al tercer proyecto de liquidación que fue aceptado por el Juez Dzib.
2.
Que todos los socios de la cooperativa quieren seguir usando y disfrutando de sus viviendas.
3.
Que la comunidad quiere continuar con el proceso cooperativista y que la misma pueda recuperar el registro oficial que perdió en 1994, por un procedimiento amañado.
4.
Que cualquier parte de las áreas comunes que pudiese corresponder a las 42 familias disidentes que llevan dos décadas fuera del predio, se done para continuar la edificación para los hijos de los socios y sus familias.
Hoy, la opción ofrecida por la disidencia y la comisión liquidadora que fue nombrada en el año 2000, es que todo lo que fue construido por la comunidad se tase y venda a precio de mercado.
En este proceso, el Juez Dzib ordenó que se haga una inspección de todos los inmuebles comunes de la cooperativa, porque pretende entregar a manos de la comisión liquidadora la tortillería, la tienda y el centro Liconsa, cuyo manejo "comience a sentar el precedente de venta" del terreno.
"Vemos que este proceso está muy cargado, denunciamos que el Juez está siendo arbitrario y no respetando las formalidades esenciales del procedimiento, la garantía de legalidad, así como principios jurídicos y derechos plasmados en la ley", apuntó Luis Márquez, vecino de la cooperativa y abogado, que lleva la representación legal de los socios.
— Sputnik Reporteros (@Sputnik_Report) July 13, 2021
El proceso de liquidación fue promovido por los disidentes, quienes reclaman su parte social. Sin embargo, el abogado apuntó que, en esencia, las cooperativas no tienen fines de lucro y que la parte que los disidentes reclaman, no puede ser entendida como una propiedad individual con valor de mercado.
"Se tiene que hacer una cuantificación de su aporte social, que no va de la mano con lo que ellos quieren. Han presentado un avalúo comercial de inmuebles, que no es lo mismo que la parte social. Quieren que el costo de la tierra se avalúe conforme cruzando la calle, algo que es descabellado. Ese es el centro de la disputa", explicó el abogado.
Los vecinos saben que este proceso se hubiera dirimido internamente, si la cooperativa estuviese ubicada en cualquier otra periferia de la Ciudad de México que no fuese ésta, rodeada de otra clase social, de alto poder adquisitivo.
"Si no nos damos cuenta que detrás de esto hay un negocio, una forma de destruir a la organización y quedarse con este terreno que vale oro por su ubicación, no entendemos nada", señalaron las vecinas.
#México La cooperativa #PaloAlto no se vende: “no hay dinero que pueda pagar esta permanencia, esta hermandad que aquí se ha hecho”, relata Gloria, fundadora, frente a su casa al poniente de #CDMXpic.twitter.com/huM27VvXgU
— Sputnik Reporteros (@Sputnik_Report) July 13, 2021
El 29 de junio la diligencia que había sido pautada por el juez para tomar posesión sobre las áreas comunes fue suspendida, ante la negativa de los habitantes de la cooperativa. Desde entonces, han mantenido reuniones con distintos representantes políticos del Gobierno de Ciudad de México y del Federal mexicano, quienes han manifestado su compromiso para buscar una vía para que Palo Alto permanezca.
"El modelo cooperativo no es una alternativa, es la solución que tenemos como clase para poder hacer proyectos en cualquier parte del mundo, dónde se encuentre gente como nosotros. Es una filosofía diferente a la competitividad del modelo neoliberal, frente al que no tenemos ninguna oportunidad, porque privilegia la propiedad privada y la especulación. Aunque nos han metido ese individualismo por todos lados, vamos a defender este modelo que a nosotros nos ha demostrado que es posible", concluyó Hernández.
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