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Tras protestas, sector cafetero de Colombia espera volver con fuerza al paladar del mundo

© Sputnik / Alfredo Molano JimenoProtestas en Bogotá
Protestas en Bogotá - Sputnik Mundo, 1920, 18.06.2021
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BOGOTÁ (Spuntnik) — Colombia buscará desatrasarse en los próximos tres meses con los clientes internacionales de 700.000 sacos de café que aún permanecen en bodegas y que no pudieron ser despachados en mayo debido al paro nacional, dijo a Sputnik el economista Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros.
Aunque en lo corrido del año las exportaciones han crecido 7%, a más de 4,9 millones de sacos de 60 kilogramos frente a los 4,6 millones de sacos exportados en los primeros cinco meses de 2020, lo cierto es que en mayo esa dinámica sufrió un frenazo debido al paro liderado por las centrales obreras en contra del Gobierno, lo que llevó a que en ese mes las exportaciones de café de Colombia cayeran 52%.
Eso, en cifras redondas, significa que sólo en ese mes las exportaciones se redujeron de 894.000 sacos de 60 kilogramos registradas en mayo de 2020 a 427.000 sacos el mes anterior, un verdadero trago amargo para el sector cafetero colombiano.
"Estamos atrasados en 700.000 sacos que se nos quedaron en mayo, los cuales ahora son adicionales a los que deben ser despachados en el actual periodo", dijo Vélez, quien destacó que "para que Colombia se desatrace con los clientes, en los próximos tres meses se debe comenzar a embarcar alrededor de cien camiones por día (frente a los 80 en promedio)".
Suena fácil decirlo, pero en la práctica es una labor logística titánica, dice el ejecutivo, cuya familia ha estado vinculada durante décadas con la industria cafetera colombiana.
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Repercusión portuaria

Las consecuencias del paro nacional, que inició el 28 de abril y que según las centrales obreras continúa, aunque en la práctica se observa ya muy menguado, repercutieron de manera significativa en el puerto de Buenaventura, en el Pacífico colombiano, por donde justamente se despacha hacia el mundo el 60% del café que se cultiva en el país.
Según Vélez, hace falta conocer la dinámica para entender por qué ahora, sin bloqueos de carreteras, esos 700.000 sacos de café aún no se pueden exportar en aluvión, sino que deber ser parte de un proceso sincrónico, como la maquinaria de un reloj.
"El fin del represamiento no quiere decir que se levantan las barricadas y todo retoma su dinamismo, no, no es así como funciona. Poco a poco la carga que estaba represada en Buenaventura ha ido saliendo y de a poco la carga de exportación vuelve a llegar, con lo cual los buques vuelven a entrar al puerto. Ese es un engranaje que se mueve lentamente", explicó.
Paradójicamente los caficultores no se vieron impactados de manera preponderante con los efectos del paro, ya que sus cosechas gozan de "la garantía de compra", es decir, una "promesa de valor" que hace la Federación a los cultivadores, según la cual todo el grano que se produzca "será comprado al mejor precio posible, lo más cerca de su sitio de producción y pagado en dinero constante y sonante".
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Tasa medio llena

Vélez reconoce que pese a las adversidades hay que ver la tasa de café medio llena y no medio vacía, ya que el grano no es un producto perecedero y permite un margen de tiempo para comercializarlo, la cosecha en mayo estaba algo retrasada —por lo que los sacos represados no fueron tantos como en una temporada corriente— y en el hemisferio norte empieza a llegar el verano, cuando la demanda de café baja un poco, por lo que en últimas, "en parte, jugó a favor que el paro haya sido en esta época".
Además, "todo el café que salió fue comprado y todo el que vaya a salir será comprado, incluso a un precio mejor, ya que en la actualidad se tiene el mejor precio de la historia en términos corrientes, que es un poco irónico con el tema del paro".
Visto de ese modo se podría pensar que futuro del café no pinta tan negro y tan amargo, pero Vélez discrepa un poco de ese parecer y asegura que la situación "es anormal y preocupante".
Según dice, "el costo más grande para el café colombiano, y que no se puede medir, es el costo reputacional", todo lo cual "se perdió" por el paro, que a su juicio echó al traste con la "confianza y la tranquilidad que por años tuvo el cliente en el exterior" sobre el grano nacional.
Dicha afectación fue tal que algunos clientes extranjeros le anunciaron en mayo a Colombia que debieron recurrir a cafés de otros orígenes para poder hacer parte de sus mezclas para los próximos seis meses y venderlas a sus clientes.
"La industria es muy cauta al momento de comprar los cafés ante problemas políticos, ya que estos derivan en problemas logísticos, y el industrial lo que necesita es confiabilidad en los embarques, lo cual se afectó acá por cuenta del paro", señaló.
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A reconquistar clientes

Aunque un popular adagio señala que de fama no se vive, el mismo no aplica para el sector cafetero colombiano, cuyos cultivadores comen cada día gracias a esa reputación lograda ante los clientes extranjeros, los mismos que Vélez buscará reconquistar desde la próxima semana en una serie de encuentros en Nueva York.
No la tendrá fácil, pues, según dijo a Sputnik, teme que para volver a hacerse con esos clientes se deba pagar un costo alto.
"Hay una parte triste en todo esto por la que espero que no tengamos que pasar, y es que para volver a ingresar como proveedores de grano para mezclas hay que se ser muy competitivos en precios, lo cual implica estar por debajo de la competencia, y eso es lo que no queremos, que se baje el precio", dice.
En ese escenario, los mayores perjudicados serían los productores, "que son los más vulnerables debido a que son muy pequeños: 540.000 familias con 1,6 hectáreas para sembrar café. Gente muy vulnerable que terminaría pagando los costos de un paro que supuestamente era para favorecer a los más pobres", sostiene.
Mientras espera sortear esas y otras situaciones con los clientes en Nueva York, Vélez confía en que Colombia podrá ponerse a tono con los mercados internacionales y pasar de exportar 1,2 millones de sacos al mes a despachar 1,4 millones en ese mismo tiempo, una tarea para la que sólo cuenta con tres meses seguidos.
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