El otro cannabis que la industria quiere regular en Argentina
El otro cannabis que la industria quiere regular en Argentina
Sputnik Mundo
Más allá del uso recreativo del cannabis, ilegal en gran parte del mundo, y el medicinal, en camino a la regulación en Argentina, la variante no psicoactiva... 14.05.2021, Sputnik Mundo
Hubo un tiempo no muy lejano en Argentina en el que fábricas como la Linera Bonarense o la Algodonera Flandria, hoy quebradas, producían el calzado típico de la clase obrera, las alpargatas, y fibra aislante usada para bloques de construcción de viviendas a partir de un material orgánico noble y resistente, pero sobre el que pesa una injusta mala fama: el cáñamo.Reconocido también por su nombre en inglés, hemp, cáñamo es el nombre genérico que recibe la planta de cannabis, origen de las flores y hojas de marihuana, considerada una droga ilegal desde la imposición de políticas prohibicionistas a partir de la década de 1930, pero con más énfasis a partir del enfoque persecutorio que inauguró la guerra a las drogas declarada por la administración de Richard Nixon en EEUU en 1971.En Argentina, por la presión política de incluirla en la ley de estupefacientes, la industria del cáñamo fue prohibida al inicio de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), y la restricción sigue vigente hasta la fecha. Aunque esto pronto pueda cambiar, como ocurriera con su regulación en varias partes del mundo."Por una convención internacional de 1961 y 1971, se separa el cannabis del cáñamo para uso industrial, pero la ley nacional de estupefacientes impide toda variedad, aunque el cáñamo no es un psicotrópico, no es una droga", dijo a Sputnik Germán Pereira, secretario de la asociación civil argentina Proyecto Cáñamo, dedicada a la difusión de las posibilidades industriales de la planta.En Argentina, se sancionó una ley en 2017 que permitía la investigación para el uso medicinal del cannabis, pero no se autorizó el autocultivo doméstico con este fin. En 2020, se publicó una nueva reglamentación para permitirlo y se creó un registro nacional de cultivadores dedicados a la creación de productos de uso terapéutico.Cultivar marihuana en el ámbito privado sigue penalizado por la ley de drogas vigente, inclusive si su destino es industrial como cáñamo. El consumo recreativo sigue prohibido y perseguido, aunque la Justicia haya despenalizado la tenencia de cannabis para uso personal. Entre enero de 2019 y agosto de 2020, la Policía de la ciudad de Buenos Aires inició casi 30.000 expedientes por el delito de portación de drogas ilícitas para consumo, 75% por posesión de marihuana.Una industria en potenciaActivista de la asociación civil argentina Acción Cannábica, Valery Martínez Navarro, originario de Cuba y radicado en el país austral hace más de 20 años, se dedica al diseño y confección de calzado. Gracias al aporte de Proyecto Cáñamo de un mantel de este material, lanzó junto a su socio el 20 de abril —4-20, fecha internacional de la lucha por la legalización— las Cañameras 420, unas zapatillas hechas con el cáñamo donado, a manera de prototipo.No es el único producto confeccionado con cáñamo en el país, aunque no sobran los ejemplos. Si bien está prohibida el cultivo y producción, no lo está la importación de materiales desde otros países.La utilidad del cáñamo está registrada en la historia desde hace milenios en China e históricamente en países de occidente por su versatilidad y potencialidad: entre los siglos V y XIX, casi la totalidad de las cuerdas, velas para navegación y redes de pesca se hacían con las fibras de esta planta.Desde comienzos del nuevo milenio, la especie Cannabis sativa L, de nulo o mínimo componente psicoactivo, es cosechada con fines estrictamente industriales en países que no legalizaron la marihuana, con mucha supervisión estatal. La carrera por el mayor desarrollo industrial del cáñamo ya comenzó.En regiones de España se empezó a regular su producción desde 2000; en la Unión Europea desde 2006; en Rusia desde 2010, y principalmente en China, donde se cosechaba desde tiempos inmemoriales, se prohibió a mediados de la década de 1980, pero hace algunos años se retomó con potencia: hoy la mitad del cáñamo mundial se cosecha en el gigante asiático.Canadá y EEUU legalizaron la producción de cáñamo en 2018 y ya se transformaron en los tercer y cuarto productores de cáñamo del mundo. En Latinoamérica, Chile lleva la delantera como el quinto país en el mundo en producción de cáñamo. Pero el posible desarrollo de la industria en México podría superar rápidamente a estos tres países, dadas las favorables condiciones geográficas y climáticas de este país.Uruguay se transformó en 2013 en el primer país en el mundo en regular el mercado del cannabis para uso recreativo. Desde 2017, las personas pueden comprar en las farmacias hasta 10 gramos por semana de flores, bajo el control del Ministerio de Salud Pública, y existen clubes de autocultivadores registrados. En 2019, se realizó la primera exportación de cannabis psicoactivo con uso medicinal. Sin embargo, su desarrollo industrial por fuera de los usos recreativos y medicinales parece postergado.Una planta mágicaEl cáñamo tiene mucha versatilidad. Sus fibras textiles son las más largas, suaves y resistentes entre las orgánicas, por lo que son utilizadas para la confección de telas para indumentaria o para tejidos industriales, y su producción es mucho más sustentable: gasta mucha menos agua, no contamina como las sintéticas y no destruye los suelos.Con el cáñamo se puede desarrollar bioplásticos, es decir, materiales similares en su dureza y utilidad al plástico, pero con la ventaja de ser biodegradables y no derivados del petróleo, que es extremadamente tóxico y contaminante. Puede ser usado para hacer biocombustibles, como buena parte de los productos orgánicos, con la particularidad que su polución por combustión es nula ya que libera el mismo dióxido de carbono que libera la planta al crecer.Las semillas de cáñamo son el alimento vegetal con mayor valor proteínico (34%) y de ácidos grasos esenciales, como omega 3 y 6, lo que lo vuelve una opción radical para quienes llevan adelante dietas bajas en consumo animal o de filosofía vegana, más allá de sus evidentes potencialidades a escala global para combatir el hambre en países con poblaciones en emergencia alimentaria.Además, su celulosa sirve para hacer papel y sus fibras son excelentes como material de construcción, tanto como alternativa ecológica a aislantes como las lanas de roca o vidrio, o para la fabricación de aglomerados.
Más allá del uso recreativo del cannabis, ilegal en gran parte del mundo, y el medicinal, en camino a la regulación en Argentina, la variante no psicoactiva sirve para fabricar textiles, bioplásticos, papel, biocombustibles y alimentos. Su producción es sustentable, pero hay un barrera: una vetusta ley de estupefacientes de la última dictadura.
Hubo un tiempo no muy lejano en Argentina en el que fábricas como la Linera Bonarense o la Algodonera Flandria, hoy quebradas, producían el calzado típico de la clase obrera, las alpargatas, y fibra aislante usada para bloques de construcción de viviendas a partir de un material orgánico noble y resistente, pero sobre el que pesa una injusta mala fama: el cáñamo.
Reconocido también por su nombre en inglés, hemp, cáñamo es el nombre genérico que recibe la planta de cannabis, origen de las flores y hojas de marihuana, considerada una droga ilegal desde la imposición de políticas prohibicionistas a partir de la década de 1930, pero con más énfasis a partir del enfoque persecutorio que inauguró la guerra a las drogas declarada por la administración de Richard Nixon en EEUU en 1971.
En Argentina, por la presión política de incluirla en la ley de estupefacientes, la industria del cáñamo fue prohibida al inicio de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), y la restricción sigue vigente hasta la fecha. Aunque esto pronto pueda cambiar, como ocurriera con su regulación en varias partes del mundo.
"Por una convención internacional de 1961 y 1971, se separa el cannabis del cáñamo para uso industrial, pero la ley nacional de estupefacientes impide toda variedad, aunque el cáñamo no es un psicotrópico, no es una droga", dijo a Sputnik Germán Pereira, secretario de la asociación civil argentina Proyecto Cáñamo, dedicada a la difusión de las posibilidades industriales de la planta.
En Argentina, se sancionó una ley en 2017 que permitía la investigación para el uso medicinal del cannabis, pero no se autorizó el autocultivo doméstico con este fin. En 2020, se publicó una nueva reglamentación para permitirlo y se creó un registro nacional de cultivadores dedicados a la creación de productos de uso terapéutico.
Cultivar marihuana en el ámbito privado sigue penalizado por la ley de drogas vigente, inclusive si su destino es industrial como cáñamo. El consumo recreativo sigue prohibido y perseguido, aunque la Justicia haya despenalizado la tenencia de cannabis para uso personal. Entre enero de 2019 y agosto de 2020, la Policía de la ciudad de Buenos Aires inició casi 30.000 expedientes por el delito de portación de drogas ilícitas para consumo, 75% por posesión de marihuana.
"A través de la asociación pudimos hablar con dos diputadas y un senador del oficialismo, que armaron un proyecto de ley independiente del de uso medicinal, haciendo ver esta definición de cáñamo, para desarrollar la industria de forma autónoma. Al ser muy amplio el tema se necesita de muchas disciplinas y muchos eslabones productivos", contó Pereira.
Activista de la asociación civil argentina Acción Cannábica, Valery Martínez Navarro, originario de Cuba y radicado en el país austral hace más de 20 años, se dedica al diseño y confección de calzado.
Gracias al aporte de Proyecto Cáñamo de un mantel de este material, lanzó junto a su socio el 20 de abril —4-20, fecha internacional de la lucha por la legalización— las Cañameras 420, unas zapatillas hechas con el cáñamo donado, a manera de prototipo.
"Pensé en un calzado hecho con textil de cáñamo, con la idea de que en algún momento sea hecho 100% de cáñamo, desde las suelas, los cordones, los ojalillos. Son una muestra concreta de las posibilidades que hay si se reabre la industria del cáñamo, toda la materia prima se podría desarrollar y hacer acá", dijo Valery a Sputnik.
No es el único producto confeccionado con cáñamo en el país, aunque no sobran los ejemplos. Si bien está prohibida el cultivo y producción, no lo está la importación de materiales desde otros países.
La utilidad del cáñamo está registrada en la historia desde hace milenios en China e históricamente en países de occidente por su versatilidad y potencialidad: entre los siglos V y XIX, casi la totalidad de las cuerdas, velas para navegación y redes de pesca se hacían con las fibras de esta planta.
Desde comienzos del nuevo milenio, la especie Cannabis sativa L, de nulo o mínimo componente psicoactivo, es cosechada con fines estrictamente industriales en países que no legalizaron la marihuana, con mucha supervisión estatal. La carrera por el mayor desarrollo industrial del cáñamo ya comenzó.
En regiones de España se empezó a regular su producción desde 2000; en la Unión Europea desde 2006; en Rusia desde 2010, y principalmente en China, donde se cosechaba desde tiempos inmemoriales, se prohibió a mediados de la década de 1980, pero hace algunos años se retomó con potencia: hoy la mitad del cáñamo mundial se cosecha en el gigante asiático.
Canadá y EEUU legalizaron la producción de cáñamo en 2018 y ya se transformaron en los tercer y cuarto productores de cáñamo del mundo. En Latinoamérica, Chile lleva la delantera como el quinto país en el mundo en producción de cáñamo. Pero el posible desarrollo de la industria en México podría superar rápidamente a estos tres países, dadas las favorables condiciones geográficas y climáticas de este país.
Uruguay se transformó en 2013 en el primer país en el mundo en regular el mercado del cannabis para uso recreativo. Desde 2017, las personas pueden comprar en las farmacias hasta 10 gramos por semana de flores, bajo el control del Ministerio de Salud Pública, y existen clubes de autocultivadores registrados. En 2019, se realizó la primera exportación de cannabis psicoactivo con uso medicinal. Sin embargo, su desarrollo industrial por fuera de los usos recreativos y medicinales parece postergado.
El cáñamo tiene mucha versatilidad. Sus fibras textiles son las más largas, suaves y resistentes entre las orgánicas, por lo que son utilizadas para la confección de telas para indumentaria o para tejidos industriales, y su producción es mucho más sustentable: gasta mucha menos agua, no contamina como las sintéticas y no destruye los suelos.
Con el cáñamo se puede desarrollar bioplásticos, es decir, materiales similares en su dureza y utilidad al plástico, pero con la ventaja de ser biodegradables y no derivados del petróleo, que es extremadamente tóxico y contaminante.
Puede ser usado para hacer biocombustibles, como buena parte de los productos orgánicos, con la particularidad que su polución por combustión es nula ya que libera el mismo dióxido de carbono que libera la planta al crecer.
Las semillas de cáñamo son el alimento vegetal con mayor valor proteínico (34%) y de ácidos grasos esenciales, como omega 3 y 6, lo que lo vuelve una opción radical para quienes llevan adelante dietas bajas en consumo animal o de filosofía vegana, más allá de sus evidentes potencialidades a escala global para combatir el hambre en países con poblaciones en emergencia alimentaria.
Además, su celulosa sirve para hacer papel y sus fibras son excelentes como material de construcción, tanto como alternativa ecológica a aislantes como las lanas de roca o vidrio, o para la fabricación de aglomerados.
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