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Isabel Díaz Ayuso: la excepción madrileña que agita la política española
Isabel Díaz Ayuso: la excepción madrileña que agita la política española
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MADRID (Sputnik) — Isabel Díaz-Ayuso (Madrid, 1978) es la presidenta de la Comunidad de Madrid desde hace poco menos de dos años, pero en ese periodo, aupada... 28.04.2021, Sputnik Mundo
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En su tiempo como guardiana del bastión neoliberal que el Partido Popular (PP) atesora desde hace 26 años en Madrid, Ayuso se convirtió —muy por encima del líder de su partido, Pablo Casado— en el rostro de la oposición al presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez.Lo hizo, sobre todo, gracias a la pandemia de coronavirus. Mientras el Palacio de la Moncloa se afanaba en hacer llamamientos a la unidad de políticos, ciudadanos e instituciones para combatir la crisis, la líder madrileña supo encontrar resquicios desde donde ganar notoriedad, cuestionando la gestión del Gobierno.No obstante, esa estrategia precede a la pandemia. Ayuso llegó a la Puerta del Sol —la sede del gobierno madrileño— como una auténtica desconocida, algo que desde el primer momento trató de paliar protagonizando polémicas y ofreciendo el tipo de declaraciones hiperbólicas que se abren paso en las escaletas de los telediarios.El próximo 4 de mayo, en unas elecciones regionales convocadas de forma anticipada por ella misma, Ayuso busca una reelección con consecuencias más allá de Madrid: en estos comicios se mide la oposición a Sánchez, la posibilidad de un giro populista en el Partido Popular y la entrada por primera vez de Vox a un gobierno regional.Un liderazgo inesperadoAyuso saltó a la primera línea política en las elecciones madrileñas de 2019 tras una carambola generada por la concatenación de crisis en el Partido Popular. Gürtel, Púnica, Lezo… los casos de corrupción se acumulaban para los conservadores en Madrid y la apertura de diferentes investigaciones, cuando no las batallas internas, hacían caer a sus líderes acelerando el ascenso de Ayuso.Como muestra un botón: la presidenta de la región, Cristina Cifuentes, renunció a su cargo en 2018 después de la filtración de un vídeo en el que aparecía robando unas cremas antiarrugas en un supermercado. El video, datado en 2011, salió a la luz solo después de que Cifuentes se negara a dimitir tras verse involucrada en un escándalo por la supuesta obtención fraudulenta de un título universitario.Después de esto tomó las riendas de la región Ángel Garrido, que también acabaría dimitiendo, lo que dejó el Gobierno regional en manos de Pedro Rollán, un interino que, incluso durante los días de su mandato, era un completo desconocido para los madrileños.En ese escenario, Ayuso sobrevivió a las elecciones más difíciles para el Partido Popular de Madrid. Cierto es que cosechó el peor resultado de los conservadores en la historia de la región (31 escaños de 132, quedando por detrás del PSOE, lo que no pasaba desde 1991), pero mantuvo el bastión del Partido Popular gracias a un pacto para gobernar con los liberales de Ciudadanos y el apoyo parlamentario de la ultraderecha de Vox.Con la Puerta del Sol como trampolín, Ayuso comenzó su viaje al centro de la política española. Pese a ser solo una presidenta regional, al poco de tomar posesión se coló de lleno en la política exterior de España. Lo hizo reuniéndose con el opositor venezolano Juan Guaidó, al que ofreció un trato presidencial después de que Pedro Sánchez evitara recibirle durante su gira por Europa.Después puso el foco en Cataluña. Tras visitar la región en varias ocasiones para criticar al independentismo, en los albores de la pandemia, mientras Barcelona batallaba por mantener la celebración del Mobile World Congress —un evento vital para la economía de la ciudad—, Ayuso propuso el traslado permanente del evento a Madrid, lo que despertó la ira de las autoridades catalanas.Poco a poco, a golpe de titular, siguiendo los dictados de Miguel Ángel Rodríguez —su asesor de cabecera, un antiguo portavoz del Gobierno en la época de Aznar— Ayuso ganaba notoriedad, y finalmente llegó la pandemia, su trampolín definitivo.El balance de su gestión atestigua cuál es su manera de hacer política. En un año y siete meses de mandato, la Asamblea de Madrid solo aprobó una nueva ley —con la que se liberaliza el sector urbanístico— y ni siquiera se llegaron a aprobar los presupuestos de la región.Pese a ello, Ayuso se convirtió en un ser omnipresente en la política española gracias a su manejo comunicativo, con apuestas como la construcción en tiempo récord de un hospital especializado en pandemias, una obra grandilocuente y polémica que copó el debate público durante meses.La excepción madrileñaLa lista de enfrentamientos entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno de Pedro Sánchez durante la pandemia es interminable. La tónica común, sobre todo según se cronificaba la crisis sanitaria, es el rechazo de Madrid —la región con más muertes y contagios por COVID de España— a las restricciones sociales en favor de la economía.Primero fue la negativa a aplicar cierres perimetrales, un asunto que acabó en manos de los tribunales y que llevó a Sánchez a decretar un estado de alarma ad hoc para limitar la movilidad en la región.Después de eso llegaron las críticas por la gestión en el Aeropuerto de Barajas, el intercambio de culpas por las muertes en las residencias de mayores e incluso por el proceso de vacunación, del que Ayuso llego a decir que, si lo gestionara ella, el 100% de los madrileños ya habrían sido vacunados hace semanas.Pero sobre todo, el hecho diferencial de Ayuso está en los bares. Mientras Europa se lanzaba al cierre de la hostelería, en Madrid se optó por ser la excepción al mantener las restricciones al mínimo exigido por el estado de alarma vigente en España, obligando al cierre de la hostelería solo con la caída del toque de queda."En Madrid se paga mucho por vivir. Es una vida difícil, pero, sin embargo, es una vida apasionante, porque en Madrid después de un día sufriendo nos podemos ir a una terraza a tomarnos una cerveza y vernos con los nuestros", dijo Ayuso de forma reciente en un acto electoral.¿Trumpismo a la española?Además de centrarse en las bondades de frecuentar terrazas (algo que no deja de ser bien recibido por buena parte de la población, incluso durante una pandemia), el discurso de Ayuso de cara a las elecciones de mayo se centra en crear un clima de polarización que algunos analistas asemejan con el estilo de Donald Trump.Su lema de campaña es "libertad o comunismo", un postulado que cumple un doble objetivo: la erige como posible salvadora ante la supuesta amenaza de que gobierne la izquierda y, al mismo tiempo, expande su discurso hacia la derecha, comiendo terreno electoral a opciones ultras como Vox.Según el análisis de Maximiliano Fuentes, con este discurso Ayuso se presenta como la defensora del ciudadano frente a un gobierno central aparentemente totalitario, haciendo que "la libertad sea abrir los bares" en contraposición a una izquierda que impone restricciones."Es más de ultraderecha que la ultraderecha", dijo recientemente sobre Ayuso el líder de Unidas Podemos y ex vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, que también es candidato en las elecciones madrileñas.La respuesta a este tipo de críticas denota en parte la intención de Ayuso de expandirse a la derecha, llegando incluso a no desvincularse de ciertas acusaciones. “Cuando te llaman fascista sabes que lo estás haciendo bien y que estás en el lado bueno”, dijo hace unas semanas en entrevista televisiva.De momento, las encuestas están a su favor. Mientras a nivel nacional Vox se mantiene al acecho de un posible asalto al Partido Popular, en Madrid se produce el efecto contrario.Según los últimos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), si hubiera unas elecciones generales, el Partido Popular quedaría en segundo lugar con el 20,6% de los votos y Vox tendría el tercer puesto con un 15,4. En el caso de Madrid, el CIS pronostica que el Partido Popular ganará las elecciones (36,7% de votos) con Vox en quinta posición (8,2% de votos).Todo ello con la paradoja de que, en cualquier caso, Ayuso necesita el apoyo de los ultraderechistas para gobernar, por lo que pese a restar votos a Vox, ella es la mejor baza de los ultraderechistas para tocar poder institucional por primera vez.Ayuso es sin duda la favorita para las elecciones del 4 de mayo, pero los estudios del CIS —el mayor ente demoscópico de España, de titularidad pública—, al contrario que la mayoría de empresas demoscópicas privadas, pronostican un escenario muy parejo en el que el bloque de la izquierda todavía tiene opciones de victoria si logra movilizar a su electorado.
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isabel díaz ayuso, madrid, 4m: elecciones a la comunidad de madrid
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Isabel Díaz Ayuso: la excepción madrileña que agita la política española
18:12 GMT 28.04.2021 (actualizado: 16:28 GMT 29.04.2021) MADRID (Sputnik) — Isabel Díaz-Ayuso (Madrid, 1978) es la presidenta de la Comunidad de Madrid desde hace poco menos de dos años, pero en ese periodo, aupada por su insistencia en primar la vida social a las restricciones anticovid, se convirtió en mucho más que una dirigente regional.
En su tiempo como guardiana del bastión neoliberal que el Partido Popular (PP) atesora desde hace 26 años en Madrid, Ayuso se convirtió —muy por encima del líder de su partido,
Pablo Casado— en el rostro de la oposición al presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez.
31 de marzo 2021, 10:21 GMT
Lo hizo, sobre todo, gracias a la
pandemia de coronavirus. Mientras el Palacio de la Moncloa se afanaba en hacer llamamientos a la unidad de políticos, ciudadanos e instituciones para combatir la crisis, la líder madrileña supo encontrar resquicios desde donde ganar notoriedad, cuestionando la gestión del Gobierno.
No obstante, esa estrategia precede a la pandemia. Ayuso
llegó a la Puerta del Sol —la sede del gobierno madrileño— como una auténtica desconocida, algo que desde el primer momento trató de paliar protagonizando polémicas y ofreciendo el tipo de declaraciones hiperbólicas que se abren paso en las escaletas de los telediarios.
El próximo 4 de mayo, en
unas elecciones regionales
convocadas de forma anticipada por ella misma, Ayuso busca una reelección con consecuencias más allá de Madrid: en estos comicios se mide la oposición a Sánchez, la posibilidad de un giro populista en el Partido Popular y la entrada por primera vez de Vox a un gobierno regional.
Ayuso saltó a la primera línea política en las elecciones madrileñas de 2019 tras una carambola generada por la concatenación de crisis en el Partido Popular. Gürtel, Púnica, Lezo… los casos de corrupción se acumulaban para los conservadores en Madrid y la apertura de diferentes investigaciones, cuando no las batallas internas, hacían caer a sus líderes acelerando el ascenso de Ayuso.
27 de abril 2021, 11:19 GMT
Como muestra un botón: la presidenta de la región, Cristina Cifuentes,
renunció a su cargo en 2018 después de la filtración de un vídeo en el que aparecía robando unas cremas antiarrugas en un supermercado. El video, datado en 2011, salió a la luz solo después de que Cifuentes se negara a dimitir tras verse involucrada en un escándalo por
la supuesta obtención fraudulenta de un título universitario.
Después de esto tomó las riendas de la región Ángel Garrido, que también acabaría dimitiendo, lo que dejó el Gobierno regional en manos de Pedro Rollán, un interino que, incluso durante los días de su mandato, era un completo desconocido para los madrileños.
En ese escenario, Ayuso sobrevivió a las elecciones más difíciles para el Partido Popular de Madrid. Cierto es que cosechó el peor resultado de los conservadores en la historia de la región (31 escaños de 132, quedando por detrás del PSOE, lo que no pasaba desde 1991), pero mantuvo el bastión del Partido Popular gracias a un pacto para gobernar con los liberales de Ciudadanos y el apoyo parlamentario de la ultraderecha de Vox.
Con la Puerta del Sol como trampolín, Ayuso comenzó su viaje al centro de la política española. Pese a ser solo una presidenta regional, al poco de tomar posesión se coló de lleno en la política exterior de España. Lo hizo
reuniéndose con el opositor venezolano Juan Guaidó, al que ofreció un trato presidencial después de que Pedro Sánchez
evitara recibirle durante su gira por Europa.
27 de abril 2021, 10:56 GMT
Después puso el foco en Cataluña. Tras visitar la región en varias ocasiones para criticar al independentismo, en los albores de la pandemia, mientras Barcelona batallaba por mantener la celebración del Mobile World Congress —un evento vital para la economía de la ciudad—, Ayuso
propuso el traslado permanente del evento a Madrid, lo que despertó la ira de las autoridades catalanas.
Poco a poco, a golpe de titular, siguiendo los dictados de Miguel Ángel Rodríguez —su asesor de cabecera, un antiguo portavoz del Gobierno en la época de Aznar— Ayuso ganaba notoriedad, y finalmente llegó la pandemia, su trampolín definitivo.
El balance de su gestión atestigua cuál es su manera de hacer política. En un año y siete meses de mandato, la Asamblea de Madrid solo aprobó una nueva ley —con la que se liberaliza el sector urbanístico— y ni siquiera se llegaron a aprobar los presupuestos de la región.
Pese a ello, Ayuso se convirtió en un ser omnipresente en la política española gracias a su manejo comunicativo, con apuestas como la construcción en tiempo récord de
un hospital especializado en pandemias, una obra grandilocuente y polémica que copó el debate público durante meses.
La lista de enfrentamientos entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno de Pedro Sánchez durante la pandemia es interminable. La tónica común, sobre todo según se cronificaba la crisis sanitaria, es el rechazo de Madrid —la región con más muertes y contagios por COVID de España— a las restricciones sociales en favor de la economía.
Primero fue la negativa a aplicar cierres perimetrales, un asunto que acabó en manos de los tribunales y que llevó a Sánchez a decretar
un estado de alarma ad hoc para limitar la movilidad en la región.
2 de octubre 2020, 19:54 GMT
Después de eso llegaron las críticas por la gestión en el Aeropuerto de Barajas, el intercambio de culpas por las muertes en las residencias de mayores e incluso por el proceso de vacunación, del que Ayuso llego a decir que, si lo gestionara ella, el 100% de los madrileños ya habrían sido vacunados hace semanas.
Pero sobre todo, el hecho diferencial de Ayuso está en los bares. Mientras Europa se lanzaba al cierre de la hostelería, en Madrid
se optó por ser la excepción al mantener las restricciones al mínimo exigido por el estado de alarma vigente en España, obligando al cierre de la hostelería solo con la caída del toque de queda.
Ayuso lo llama "vivir a la madrileña": un estilo de vida donde todo importa poco siempre que, al final del día, puedas tomarte una cerveza.
"En Madrid se paga mucho por vivir. Es una vida difícil, pero, sin embargo, es una vida apasionante, porque en Madrid después de un día sufriendo nos podemos ir a una terraza a tomarnos una cerveza y vernos con los nuestros", dijo Ayuso de forma reciente en un acto electoral.
22 de marzo 2021, 16:12 GMT
¿Trumpismo a la española?
Además de centrarse en las bondades de frecuentar terrazas (algo que no deja de ser bien recibido por buena parte de la población, incluso durante una pandemia), el discurso de Ayuso de cara a las
elecciones de mayo se centra en crear un clima de polarización que algunos analistas asemejan con el estilo de Donald Trump.
"Es lo más parecido que ha surgido en España a los movimientos de 'alt-right'. Tiene mucho más que ver con el trumpismo que con el antiguo Partido Popular, donde encajaba la tradición de la derecha neoliberal-conservadora que podía representar Mariano Rajoy", explica a Sputnik el académico Maximiliano Fuentes, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Girona.
Su lema de campaña es "libertad o comunismo", un postulado que cumple un doble objetivo: la erige como posible salvadora ante la supuesta amenaza de que gobierne la izquierda y, al mismo tiempo, expande su discurso hacia la derecha, comiendo terreno electoral a opciones ultras como Vox.
Según el análisis de Maximiliano Fuentes, con este discurso Ayuso se presenta como la defensora del ciudadano frente a un gobierno central aparentemente totalitario, haciendo que "la libertad sea abrir los bares" en contraposición a una izquierda que impone restricciones.
22 de abril 2021, 11:35 GMT
"Es más de ultraderecha que la ultraderecha", dijo recientemente sobre Ayuso el líder de Unidas Podemos y ex vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, que
también es candidato en las
elecciones madrileñas.
La respuesta a este tipo de críticas denota en parte la intención de Ayuso de expandirse a la derecha, llegando incluso a no desvincularse de ciertas acusaciones. “Cuando te llaman fascista sabes que lo estás haciendo bien y que estás en el lado bueno”, dijo hace unas semanas en entrevista televisiva.
De momento, las encuestas están a su favor. Mientras a nivel nacional Vox se mantiene al acecho de un posible asalto al Partido Popular, en Madrid se produce el efecto contrario.
Según los últimos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), si hubiera unas elecciones generales, el Partido Popular quedaría en segundo lugar con el 20,6% de los votos y Vox tendría el tercer puesto con un 15,4. En el caso de Madrid, el CIS pronostica que el Partido Popular ganará las elecciones (36,7% de votos) con Vox en quinta posición (8,2% de votos).
26 de abril 2021, 17:29 GMT
Todo ello con la paradoja de que, en cualquier caso, Ayuso necesita el apoyo de los ultraderechistas para gobernar, por lo que pese a restar votos a Vox, ella es la mejor baza de los ultraderechistas para tocar poder institucional por primera vez.
"Lo que si discute en Madrid no es la llegada del fascismo, pero sí un potencial giro populista e incluso posfascista en algunos aspectos dentro del Partido Popular, donde Ayuso intenta erigirse como la alternativa a Pedro Sánchez", resume Maximiliano Fuentes.
Ayuso es sin duda la favorita para
las elecciones del 4 de mayo, pero los estudios del CIS —el mayor ente demoscópico de España, de titularidad pública—, al contrario que la mayoría de empresas demoscópicas privadas, pronostican un escenario muy parejo en el que el bloque de la izquierda todavía tiene opciones de victoria si logra movilizar a su electorado.