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El primer dinosaurio de la Antártida y el argentino detrás del hallazgo en 1986
El primer dinosaurio de la Antártida y el argentino detrás del hallazgo en 1986
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Para el mundo de la paleontología, los primeros restos fósiles de un dinosaurio en la Antártida marcaron un antes y un después. El hombre detrás del hallazgo... 27.04.2021, Sputnik Mundo
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A finales de marzo, el Gobierno de la provincia de Tierra del Fuego honró a Eduardo Bernardo Olivero, doctor en Ciencias Geológicas, docente universitario e investigador argentino.Se trata de solo uno de los tantos homenajes que recibió debido a "las enormes contribuciones llevadas a cabo por el científico desde su primera campaña antártica en 1974, de manera sostenida, en torno a la evolución geológica, biológica y paleoclimática del sistema Península Antártica-Andes Fueguinos", describe el comunicado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), donde Olivero se desempeña como investigador superior. Y es que Olivero no es solamente un reconocido científico, sino que fue el responsable de haber hallado los primeros restos fósiles de un dinosaurio en el continente antártico en 1986. Pero el descubrimiento es mucho más relevante que lo que uno pensaría en primera instancia.El primer dinosaurio de la Antártida: un antes y un después en la cienciaEl campo de la paleontología esperó décadas un descubrimiento de esta magnitud. Se trató de un hallazgo "de una gran relevancia a nivel mundial", ya que demostraba que los gigantes reptiles prehistóricos habían habitado el total de la masa terrestre. Pero no solo eso: un dinosaurio en la Antártida permitía demostrar que, en su momento, Sudamérica, Australia, y el continente antártico habían estado unidos. "Un animal de varias toneladas de peso como un dinosaurio, forzosamente debió haber llegado caminando, y eso requiere una conexión continental con la Antártida", asegura en este sentido Olivero según el comunicado del Conicet.¿Cómo era este dinosaurio?Olivero, junto a un equipo de investigadores integrado por Jorge Strelin, Roberto Scasso, Ernesto Martino, Alejandro López Angrimann, Ricardo Roura, Jorge Buiras, Jorge Amat, encontró en una roca marina de la Antártida una serie de restos fósiles en 1986.Tras su estudio, pudo comprobarse que se trataban de restos de un dinosaurio de una nueva especie herbívora, del orden de los Ornithischia, del grupo de los anquilosaurios. Fue nombre Antarctopelta oliveroi. En vida, medía unos 4 metros de largo, y hasta el día de hoy es el único esqueleto fósil encontrado de su especie. "El CONICET formó parte del proyecto científico en el cual se enmarcó el hallazgo, y que tiene continuidad, desde 1992, en la Antártida, gracias al trabajo sostenido del Laboratorio de Geología Andina, creado por nuestro equipo y radicado en el CADIC. Además, todas las campañas antárticas, desde 1974 en adelante, recibieron el apoyo y la colaboración del Instituto Antártico Argentino", explica Olivero.Estos dinosaurios habitaron la Antártida hace 70 millones de años, en una época en que no tenía nieve ni hielo, sino que constituía una serie de bosques. Olivero lleva más de 30 años de "labor continua en investigación y docencia" en el Conicet, en la Universidad de Buenos Aires, de Tierra del Fuego, y en el Instituto Antártico Argentino y Purdue University (Estados Unidos), según explica en su currículum vitae.Su trabajo se centra en la investigación en las áreas de estratigrafía, paleontología y sedimentología del Jurásico-Cretácico y Cenozoico de Patagonia y Antártida, con más de 200 trabajos y resúmenes publicados.
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paleontología, dinosaurios, consejo nacional de investigaciones científicas y técnicas de argentina (conicet)
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El primer dinosaurio de la Antártida y el argentino detrás del hallazgo en 1986
Para el mundo de la paleontología, los primeros restos fósiles de un dinosaurio en la Antártida marcaron un antes y un después. El hombre detrás del hallazgo fue el científico argentino Eduardo Olivero, cuya labor ha contribuido significativamente a la comprensión del mundo prehistórico.
A finales de marzo, el Gobierno de la provincia de Tierra del Fuego honró a Eduardo Bernardo Olivero, doctor en Ciencias Geológicas, docente universitario e investigador argentino.
Se trata de solo uno de los tantos homenajes que recibió debido a "las enormes contribuciones llevadas a cabo por el científico desde su primera campaña antártica en 1974, de manera sostenida, en torno a la evolución geológica, biológica y paleoclimática del sistema Península Antártica-Andes Fueguinos",
describe el comunicado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), donde Olivero se desempeña como investigador superior.
Y es que Olivero no es solamente un reconocido científico, sino que fue el responsable de haber hallado los primeros restos fósiles de un dinosaurio en el continente antártico en 1986. Pero el descubrimiento es mucho más relevante que lo que uno pensaría en primera instancia.
El primer dinosaurio de la Antártida: un antes y un después en la ciencia
El campo de la paleontología esperó décadas un descubrimiento de esta magnitud. Se trató de un hallazgo "de una gran relevancia a nivel mundial", ya que demostraba que los gigantes reptiles prehistóricos habían habitado el total de la masa terrestre.
Pero no solo eso: un dinosaurio en la Antártida permitía demostrar que, en su momento, Sudamérica, Australia, y el continente antártico habían estado unidos. "Un animal de varias toneladas de peso como un dinosaurio, forzosamente debió haber llegado caminando, y eso requiere una conexión continental con la Antártida", asegura en este sentido Olivero según el comunicado del Conicet.
¿Cómo era este dinosaurio?
Olivero, junto a un equipo de investigadores integrado por Jorge Strelin, Roberto Scasso, Ernesto Martino, Alejandro López Angrimann, Ricardo Roura, Jorge Buiras, Jorge Amat, encontró en una roca marina de la Antártida una serie de restos fósiles en 1986.
Tras su estudio, pudo comprobarse que se trataban de restos de un dinosaurio de una nueva especie herbívora, del orden de los Ornithischia, del grupo de los anquilosaurios. Fue nombre Antarctopelta oliveroi.
En vida, medía unos 4 metros de largo, y hasta el día de hoy es el único esqueleto fósil encontrado de su especie.
"El CONICET formó parte del proyecto científico en el cual se enmarcó el hallazgo, y que tiene continuidad, desde 1992, en la Antártida, gracias al trabajo sostenido del Laboratorio de Geología Andina, creado por nuestro equipo y radicado en el CADIC. Además, todas las campañas antárticas, desde 1974 en adelante, recibieron el apoyo y la colaboración del Instituto Antártico Argentino", explica Olivero.
Estos dinosaurios habitaron la Antártida hace 70 millones de años, en una época en que no tenía nieve ni hielo, sino que constituía una serie de bosques.
Olivero lleva más de 30 años de "labor continua en investigación y docencia" en el Conicet, en la Universidad de Buenos Aires, de Tierra del Fuego, y en el Instituto Antártico Argentino y Purdue University (Estados Unidos), según
explica en su currículum vitae.
Su trabajo se centra en la investigación en las áreas de estratigrafía, paleontología y sedimentología del Jurásico-Cretácico y Cenozoico de Patagonia y Antártida, con más de 200 trabajos y resúmenes publicados.