Fusiles dan lugar a turismo y otros 4 cambios tras el Acuerdo de Paz en Colombia
00:44 GMT 12.12.2020 (actualizado: 14:26 GMT 03.06.2024)
© Foto : Gentileza CompazBosques del departamento de Chocó, Colombia
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Excombatientes haciendo turismo, conservación ambiental en Chocó en lugar de devastación, frutos amazónicos en lugar de coca. Son algunas de las iniciativas de la fundación creada en 2018 por el expresidente de Colombia Juan Manuel Santos (2010-2018) con el dinero del premio Nobel que recibió en marco del histórico Acuerdo de Paz.
En agosto de 2018 Juan Manuel Santos dejaba la Presidencia colombiana que había asumido en 2010. Se fue con un Nobel de la Paz debajo del brazo, comprometido a retirarse de la vida política. A lo que no se comprometió fue a abandonar el Acuerdo de Paz que firmó con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016, tras más de cinco décadas de conflicto armado. Así que creó la Fundación Compaz para seguir promoviendo el diálogo, la construcción de la paz y la reconciliación en el país.
Para Gaviria, quien trabajó durante el Gobierno de Santos con víctimas del conflicto armado, contribuir a la paz quiere decir prevenir condiciones que alimentan los conflictos en Colombia y en el mundo, pero sobre todo, promover las iniciativas de personas y comunidades que trabajan todos los días para solucionar sus conflictos y ayudarlos a tener herramientas para salir adelante en una lógica de esperanza y de optimismo.
"La paz no es solo silenciar los fusiles, sino que es también la generación de condiciones para el desarrollo incluyente y sostenible, y el acuerdo de paz es una apuesta por eso. La idea es desarrollar esa visión a través de la gestión e intercambio de conocimiento. En ese sentido, el próximo año, en febrero o marzo vamos a lanzar el centro de conocimiento más completo que existe sobre la negociación de paz con las FARC. Pondremos en una plataforma más de 10.000 archivos para que la gente los estudie y difunda", anticipó.
© Foto : Gentileza CompazPaula Gaviria, directora de Fundación Compaz, creada por el expresidente colombiano Juan Manuel Santos
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Además de lanzar esta biblioteca de paz virtual para que todo el mundo pueda conocer los detalles de la negociación entre el Estado colombiano y la guerrilla más antigua de América, la Fundación Compaz trabaja con comunidades de los territorios donde la guerra se entronizó. Allí contribuye a fortalecer iniciativas de liderazgo social, de defensa ambiental o territorial, proyectos de sustitución de cultivos ilícitos y de economía comunitaria.
"Hemos venido trabajando con cinco iniciativas: una de excombatientes, otras de emprendedores que están hoy apostándole a la paz con la transformación de cultivos que antes eran de uso ilícito para volverlos productos que se puedan comercializar, una de turismo de naturaleza, y una más de confecciones de ropa, en la que quienes hacían uniformes militares en tiempos de guerra hoy hacen ropa de montaña", detalla Gaviria.
"La médula de la Fundación es la generación de medios y capacidades para la paz. Para esto nos hemos aliado con la Universidad de Los Andes, la Escuela de Gobierno, y ya hemos formado a 150 personas en habilidades de liderazgo. Víctimas, excombatientes, maestros, jóvenes, todo tipo de personas que llegan a esta academia y durante 19 días tienen una agenda muy intensa de actividades para desarrollar conocimiento, habilidades y desatar un proceso emocional", concluye Gaviria.
¿Qué está cambiando en las zonas de conflicto en Colombia?
© Foto : Gentileza Compaz/Felipe SuarezNeblina en los bosques del tapón del Darién
© Foto : Gentileza Compaz/Felipe Suarez
- Conservación ambiental en territorios afro
En la frontera entre Colombia y Panamá se extiende el Tapón del Darién. Una selva tupida y biodiversa que se encuentra al norte del departamento de Chocó, sobre el Océano Pacífico. Allí, en una zona del país abandona por el Estado se encuentra el Consejo Comunitario de Comunidades Negras de la Cuenca del Río Tolo y Zona Costera Sur (COCOMASUR), una comunidad que desde hace más de 10 años decidió conservar y proteger más de 13.400 hectáreas de bosque y riqueza hídrica.
El Corredor de Conservación Chocó-Darién es el primer proyecto de conservación en el mundo en generar créditos de carbono para proteger el bosque en un territorio colectivo. Una iniciativa que no solo le apuesta a proteger su territorio y cultura, sino a hacer un aporte para enfrentar el cambio climático salvaguardando uno de los ecosistemas más biodiversos y especiales del planeta. El proyecto mide su aporte al aire mundial mediante metodologías aceptadas por el Estándar de Verificación de Carbono.
Desde hace 20 años un grupo de campesinos decidió organizarse para abandonar los cultivos de uso ilícito y apostarles a los frutos que da el Guaviare. Se trata de uno de los departamentos amazónicos de Colombia, ubicado al suroriente del país y donde la economía la mueven los cultivos de coca. En estos territorios la guerrilla echó raíces y la coca es la moneda de cambio, sin embargo, la Asociación de Productores del Guaviare (ASOPROCEGUA) ha resistido con un valioso proyecto de sustitución de cultivos de coca.
Dos décadas después de su fundación, la organización tiene 175 socios y más de 7.000 hectáreas de bosque que aprovechan a través de la explotación de productos no maderables y frutos amazónicos como el asaí, el mariche y el seje. En 2014, iniciaron un proyecto de sustitución de cultivos en asociación con ingenieros de BioIngen y los emprendedores de Selva Nevada, para la construcción de una planta de procesamiento de asaí, el fruto de una palma que arroja una especie de uva con alto contenido de antioxidantes y fibra, apetecida en todo el mundo.
Otra experiencia de sustitución de cultivos de uso ilícito ha sido la del pueblo indígena inga, quienes desde hace 15 años decidieron cambiar el cultivo de amapola por café, arveja o granadilla. También construyeron estanques de cría de trucha y aprendieron el pastoreo de gallinas.
El proyecto ya cuenta con 951 familias, compuestas por 3650 indígenas y 106 campesinos. Así fundaron una marca de café llamada Wuasikamas, que traduce en español guardianes de la vida y el territorio. El proyecto incluye una apuesta de paz biocultural que para 2027 llevará a 10 ciudades capitales de distintos países el alimento y el arte indígena del departamento de Nariño.
11 de diciembre 2020, 17:22 GMT
En Cartagena del Chairá, un municipio de Caquetá, otro departamento marcado por la guerra y la economía ilícita, persiste la comunidad de la Institución Educativa Rural Monserrate, en la que padres de familias, estudiantes, docentes y organizaciones ambientalistas han impulsado una iniciativa de conservación luego de la firma del Acuerdo de Paz.
Se denominaron Guardianes de la Selva y Forjadores de Paz e impulsan un proyecto de educación ambiental que ha permitido unir a la comunidad en torno a la defensa y cuidado de los bosques y la fauna. "Los Guardianes de los Bosques Amazónicos son pobladores que se unieron para hacer frente a la destrucción del bosque y al cambio climático. Realizan monitoreo comunitario, prevención y detección temprana de riesgos para bosque", explica Gaviria.
La vida del guerrillero desarrolla habilidades físicas únicas. En la guerra aprendieron a escalar, a navegar ríos turbulentos, a resistir condiciones extremas de frío y calor. Por eso, una vez dejaron las armas, decidieron poner al servicio de la paz y la comunidad lo que aprendieron en la guerra.
Así nació Caguán Expeditions, una alternativa de reincorporación para excombatientes de las FARC, en la que, a través de actividades como el rafting, el trekking y el avistamiento de aves, han promovido un proyecto de ecoturismo. Además, han creado rutas de aventura en las que vienen recuperando la memoria del conflicto armado en su territorio.
"Este proyecto de turismo ecológico se desarrolla en el departamento del Caquetá, explorando lugares a los que antes era imposible llegar por el conflicto armado. Además, este emprendimiento ha dado a los excombatientes la oportunidad de poner sus conocimientos del territorio y sus habilidades para convivir con la selva, como una habilidad clave en el desarrollo de los recorridos y la guía para los turistas", señala la directora de Compaz.
Además, de esta iniciativa surgió el equipo Remando por la Paz, en el que cinco excombatientes y tres personas de la comunidad de Miravalle, en el río Pato, participaron en el mundial de rafting, que se realizó en Australia en 2019. Y fue tanta la ilusión que despertaron en la comunidad, que San Vicente del Caguán, sede de los diálogos de paz en 1998, fundó el festival de Rafting Remando Por la Paz, que se realizará todos los años en el río Pato.
© Foto : Gentileza Compaz/Felipe SuarezRemando por la Paz es un equipo de Rafting integrado por excombatientes de FARC y habitantes de la ribera del Río Pato, en Caquetá
© Foto : Gentileza Compaz/Felipe Suarez
Y es que a pesar de que la guerra no se ha ido de los territorios, el acuerdo político sembró la ilusión de apostarle a la construcción de la paz desde los territorios. Esos que continúan en disputa de grupos armados ilegales que sí han ocupado estas zonas que dejó las Farc, ante la incapacidad del Estado de cumplir con este histórico acuerdo de paz.