El posible cierre de la red de sucursales minoristas del HSBC marcaría el fin de su intento de 40 años de desplegar un banco universal de servicio completo en el país norteamericano. En los tres trimestres del 2020 esta división registró en su balance una pérdida previa a los impuestos de 518 millones de dólares. A modo de comparación en el 2019 y en el 2018 HSBC perdió en EEUU 279 millones y 182 millones de dólares respectivamente.
"Estamos examinando la viabilidad financiera del costo y la recompensa por salir o aplicar una estrategia intermedia en la que mantengamos una presencia menor", señaló una de las fuentes.
Es probable que los gerentes del banco también recomienden recortar la lista de clientes para centrarse en los usuarios internacionales que mantienen vínculos con Asia y Oriente Medio. Por ello, se les dará menos importancia a los negocios menos rentables desplegados en Estados Unidos, donde HSBC lucha por competir con rivales más grandes de Wall Street como JPMorgan y Citigroup.
La red desplegada por el banco en EEUU había estado bajo un intenso escrutinio durante varios meses a medida que el prestamista británico se esforzaba en hacer todo lo posible para ahorrar más recursos de lo prometido en febrero del 2020. En aquel mes, sus empleados se comprometieron a economizar 500 millones de dólares en costos y recortar 35.000 puestos de trabajo.
Tomando en consideración la expansión del coronavirus y los tipos de interés ultrabajos, los ejecutivos del banco decidieron en mayo de 2020 que era necesario adoptar medidas más drásticas. Como resultado, el HSBC ha cerrado un total de 80 sucursales en lo que va de año y ahora se le quedan alrededor de 150 desplegadas en la costa este y oeste de EEUU.
HSBC entró por primera vez en el mercado de consumo de EEUU en la década de 1980. Su adquisición del prestamista de hipotecas de alto riesgo Household International en el 2003 causó pérdidas valoradas en miles de millones de dólares. En el 2011, el banco vendió la mitad de su red de sucursales y un rentable negocio de tarjetas de crédito valorado en 30.000 millones de dólares. Desde aquel año, sus ejecutivos han tratado de recuperar infructuosamente la rentabilidad sostenible de su operación minorista en Estados Unidos.