Argentina está de luto, en duelo nacional, pero la euforia por despedir al mayor ídolo nacional no ahorra expresiones, no escatima sentimientos. Desde las 6 de la mañana, la fila de fanáticos se extendió por alrededor de 10 cuadras, desde la puerta de acceso al palacio de Gobierno, donde se realizó la ceremonia, hasta la Avenida 9 de Julio, la principal arteria de la ciudad de Buenos Aires.
Algunos lloraban, otros cantaban, muchos en silencio, varios verborrágicos. Camisetas y banderas albicelestes de la selección de fútbol nacional, azules y amarillas del club Boca Juniors, con la cara del 10 y con mensajes emotivos se agitaban bajo un sol radiante a la espera de un minuto frente al féretro del ídolo. El pueblo cumplía con su presencia ante la partida de uno de los personajes más adorados de Argentina.
"Sinceramente, estoy cansado de llorar. Me duele el corazón, es la persona que más feliz me hizo en la vida. Maradona va a seguir siendo siempre el pueblo, Argentina; es nuestra bandera, es la patria el Diego. En el fútbol fue el más grande y nadie puede decir nada al respecto. Todos tenemos alguna equivocación en la vida personal, si fuéramos todos perfectos seríamos santos. Ayer al principio no lo podía creer, cuando vi la noticia en la tele fue como un tiro en el pecho, pensé que me moría yo también", dijo a Sputnik Esteban, de 53 años.
"Solo tengo agradecimiento para Maradona, por el fútbol, por la pasión de vivir. Mi percepción es que estaba cansado de vivir, lo llevaban como un paquete de un lado para otro, un hombre que era un apasionado por lo que hacía. ¿Vivió cuantas vidas? No nos alcanza una vida a los otros para hacer todo lo que él hizo, es increíble. Fue el más argentino, una mezcla de tango y cumbia, todo en extremos, como nuestra forma descontrolada y creativa de vivir", dijo a Sputnik Cristina, de 58 años.
¿Qué pasó en la despedida de Maradona?
La familia había pedido que el acceso al público terminara a las 16 horas, para poder realizar el cortejo fúnebre una hora más tarde, hacia el cementerio Jardín de Bella Vista, en la provincia de Buenos Aires, a 30 km de la capital. Para satisfacer las demandas de la gente acumulada en el exterior de las instalaciones, el Gobierno anunció que el velatorio se extendería hasta las 19 horas.
Sobre las 15 horas, las fuerzas de Seguridad lanzaron gases lacrimógenos en las cercanías de la Casa Rosada luego de que una multitud trepara las rejas del palacio presidencial e ingresara al edificio. La familia pidió el retiro del féretro de la capilla ardiente y aquellos que llegaron a pasar al Salón de las Palmeras fueron retirados.
Cerca de las 17 horas, luego de un impresionante operativo de Seguridad sobre la Av. 9 de Julio, la policía porteña liberó el paso hacia la Plaza de Mayo a quienes todavía se encontraban en el lugar esperando entrar. A esa misma hora, el carro fúnebre ingresó a la Casa Rosada para dar paso al cortejo, que finalmente sucedió minutos después.