Las imágenes del Congreso de Guatemala en llamas en medio de protestas sociales sorprendieron por su crudeza y por tratar de reclamos a un Gobierno que apenas asumió en enero de 2020. Sin embargo, y según explicó a Sputnik el politólogo guatemalteco Luis Velázquez, la escalada de tensión puede explicarse por una crisis que se arrastra desde 2015.
"Para los que gustamos de la ciencia política nos parece extraño que sea un presupuesto lo que hace explotar una serie de manifestaciones", admitió el analista. En ese sentido, señaló que el verdadero antecedente de estas protestas puede ubicar en 2015, cuando salieron a la luz una serie de actos de corrupción que vinculaban a las autoridades aduaneras del país centroamericano.
El politólogo señaló que, a pesar de la intensidad de aquellas protestas de 2015, las posibilidades de cambios estructurales en el sistema político guatemalteco se cerraron en 2019, cuando el proceso electoral que daría la victoria al actual presidente, Alejandro Giammattei, incluyó un acuerdo político —a través de artimañas judiciales— para impedir la candidatura de Thelma Aldana, exfiscal general del país y una de las referentes en la persecución judicial de los actos de corrupción denunciados en 2015.
¿Por qué estalla Guatemala ahora?
"Existe consenso entre los analistas de que esa ventana de oportunidad que se abrió en 2015 se cerró con las elecciones de 2019", apuntó Velázquez. Pero, a pesar de que la elección de Giammattei como presidente pareció calmar las aguas en Guatemala, el "descaro" mostrado por los gobernantes detrás de esas irregularidades dejó a la población "en permanente indignación".
La asunción de Giammattei no calmó las aguas sino que las reavivó, según el analista, debido a "la respuesta pobre y desinteresada que da el presidente, primero a las consecuencias económicas del COVID-19 y luego a los destrozos de las tormentas tropicales". Es en ese marco en que puede comprenderse el descontento popular con el presupuesto, ya que "le quitan dinero a hospitales públicos y se lo dan al Congreso para la compra de vehículos o le asignan a la Cruzada Nacional contra la Desnutrición un presupuesto 80 veces inferior al del Ministerio de Defensa".
Otra de las diferencias sustanciales es que, mientras la movilización de 2015 tuvo un perfil más espontáneo, la protesta actual cuenta con el respaldo de organizaciones sociales clave como la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) de Guatemala. Velázquez remarcó que esa mayor organización no significa que no haya, al mismo tiempo, una autoconvocatoria de muchos manifestantes.
"El domingo 22 no había convocatoria pero la gente salió igual a la Plaza de la Constitución. No esperaron una convocatoria aun cuando el día anterior había habido represión", subrayó.
A su juicio, las protestas de 2020 están movilizando a diferentes sectores de la sociedad guatemalteca de una forma inédita, al tiempo que tienen un cariz "más popular" que las de cinco años atrás.
"Sin duda cosas que han pasado en Chile, Ecuador, Bolivia y Perú han influido en los guatemaltecos. Hay muchos memes en redes sociales en ese sentido. Creo que el clima latinoamericano ha influido", remarcó el politólogo.
La OEA y el vicepresidente
Cuando el descontento de la población con el presupuesto enviado al Congreso por Giammattei ya era un hecho, el vicepresidente, Guillermo Castillo, lanzó públicamente la posibilidad de vetar el proyecto de ley de Presupuesto para 2021 y que ambos renunciaran a su cargo. En su solicitud, también planteaba que el presidente eliminara el Centro de Gobierno, una suerte de jefatura de Gabinete que el mandatario creó a comienzos de su gestión.
Velázquez explicó que fue la creación de este Centro de Gobierno lo que motivó, desde el inicio mismo de la gestión, un distanciamiento entre el presidente y su vicepresidente. Según el analista, el Centro de Gobierno "en la práctica ha reemplazado varias funciones de la vicepresidencia y funciona como si fuera un superministerio que coordina ejecuciones que le corresponde a otros organismos".
En las horas siguientes a su propuesta, Castillo también discrepó con Giammattei en su decisión de invocar la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos en busca de apoyo contra los manifestantes. Según Velázquez, Giammattei busca construir hacia el exterior una "narrativa" basada en que los problemas sociales obedecen a sus diferencias con el vicepresidente y las élites económicas, obviando la crisis que se arrastra desde 2015.
Guatemala: ¿renuncia o autogolpe?
A pesar del intento del vicepresidente, para Vélazquez el "carácter autoritario" de Giammattei hace difícil pensar en que acepte alejarse de su cargo como consecuencia de las protestas. De todas maneras, consideró que el mandatario puede llegar a verse acorralado en caso de que las protestas continúen escalando de intensidad y las élites económicas, con "influencia preponderante" en el quehacer político guatemalteco, comiencen a presionar en favor de un cambio. En la misma línea, apuntó que el papel del Gobierno de Estados Unidos podría ser crucial.
Es por eso que el analista se inclinó más por la posibilidad de que Giammattei "intentara o diera signos de un autogolpe, que quizás pueda no ser definitivo sino un amague". La reticencia del vicepresidente a renunciar en solitario, de hecho, es vista como una estrategia para evitar dejar al presidente solo en su cargo, fortaleciendo su perfil más "autoritario y posiblemente dictatorial".